miércoles, 18 de enero de 2012

¿VOTO ÚTIL EN EL 2003?


¿VOTO ÚTIL EN EL 2003?
                                                      Ignacio Pinacho
15 mayo de 2002

A raíz de la reunión sostenida entre militantes de izquierda y Jorge Castañeda el pasado 27 de abril, al seno de la corriente del voto útil -que contribuyó de manera definitiva en el triunfo de Vicente Fox- se ha desatado la polémica de sí es viable, correcto o necesario apoyar la política exterior para apuntalar los cambios internos. Este apoyo consistiría en coordinar esfuerzos para lograr el próximo año (2003) una mayoría en la cámara baja, con la finalidad de romper la parálisis y se desaten los cambios indispensables por los que la ciudadanía votó el dos de julio de 2000.

Empero, empatar la dinámica de los cambios que se han generado en política exterior con los de la política interna está cuesta arriba, por la simple y sencilla razón que la política exterior no requiere elección de diputados, pero además; internamente la correlación de fuerzas es equilibrada, imponiéndose hasta el momento las fuerzas conservadoras.  No obstante, estas desventajas internas no tienen porqué limitar el activismo internacional indispensable para apalancar la consolidación de la democracia en México. En esto no hay duda, el problema o el debate se presenta a la hora de definir la estrategia rumbo al 2003.

Haber logrado una amplia alianza, formal y de facto, para sacar al PRI de los Pinos fue verdaderamente exitoso, pero haber desperdiciado el capital político del triunfo y dejar a la deriva la alianza -que se traducía en un gobierno (léase gabinete) incluyente y de transición- fue de los graves errores del presidente. Quienes considerábamos que el siguiente paso era ampliar la alianza en dirección de los temas de la gran reforma del estado, fue pensando en que no bastaba la salida del PRI de los Pinos.  La izquierda del voto útil no fue visionaria y a muchos de ella les fue suficiente tener un buen  empleo y salario.

¿Es posible revertir la probable restauración priísta? ¿Cuál debe ser el papel de los promotores del voto útil del 2000?. Quienes somos demócratas de izquierda, no tiene porque sorprendernos la alternancia entre los partidos, pues es legitimo y parte del juego democrático. Lo que nos debe preocupar es el regreso del PRI sin antes haber alcanzado a desmantelar sustancialmente el viejo régimen. En esto consiste la restauración. Por otro lado, las viejas políticas populistas y clientelares del nacionalismo revolucionario ganan terreno tanto en el PRI como en el PRD. Esta tendencia que se presenta en algunos países de Latinoamérica es también una vuelta al pasado. Entonces, el reto es doble.

Cabría preguntar también ¿Qué hace el PAN y el presidente Fox para revertir ésta situación? Más allá del pemexgate y de la promoción de las buenas acciones de gobierno, es indispensable pactar antes del 2003 una reforma política sustancial que garantice un nuevo esquema de competencia y promueva a nuevos liderazgos y actores del cambio, pero además, que se avance en sajar los tentáculos de las mafias aún incrustadas en el gobierno federal y que están operando seriamente por el regreso del priísmo.

Mientras tanto, las izquierdas promotoras del cambio tienen que hacer confluir sus esfuerzos en una sola dirección: Definir los contenidos de los cambios y reformas, así como conquistar espacios en el congreso. Explorar ésta vía no sólo es deseable e indispensable,  sino se vuelve un paso obligado si pretendemos darle perspectiva y bases a una nueva opción de izquierda. En consecuencia, la reconstrucción de la coalición por el cambio inicia por nuestra propia reconstrucción. Implica, la recuperación misma de nuestra identidad; para inmediatamente plantearnos la posibilidad o no de una cohabitación -léase alianza- real entre las diversas expresiones políticas e ideológicas que luchan por el  cambio (del centro izquierda al centro derecha) más allá del 2003, y si las condiciones políticas así lo marcan. En toda transición los diálogos y pactos entre las más variadas fuerzas políticas son indispensables, hacer lo contrario es apostarle al deterioro de toda estabilidad y gobernabilidad.

Ahora bien, independientemente de las condiciones de competencia y de los resultados de la jornada electoral del 2003, las izquierdas que buscan incidir en el curso de los cambios están en serias desventajas: En el PRD son minoría, las izquierdas que se expresan en los partidos emergentes están por refrendar sus registros, y los que no están organizados en ninguna organización política no pasan de ser un club. Y si ha esto le agregamos una ley electoral restrictiva, el panorama para las elecciones intermedias es de incertidumbre. Por el lado del PAN no es descubrir el hilo negro señalar que el foxismo (reformismo) ahí está en franca minoría. En el PRI siguen imponiéndose las tendencias conservadoras del viejo régimen.

Las resistencias al cambio son fuertes y la disputa que se ha iniciado entre reformistas (promotores del cambio) y conservadores (restauradores) rumbo al 2006, tendrá una de sus mejores batallas en las elecciones legislativas de la cámara baja en el 2003. Prácticamente ésta elección será una plataforma de lanzamiento para el fin de sexenio. Cada uno de los partidos que compitan tendrá el deber de posesionarse ante la ciudadanía y demostrar su presencia en la república. Si se acordara una reforma a la ley electoral que permitiera coaliciones parciales o candidaturas comunes, en poco modificaría  sus resultados; lo que en todo caso podría suceder es que se delimitarían los campos en disputa con mayor claridad.

La mejor utilidad de nuestro voto en la elección de diputados de 2003 es contribuir a que uno o dos referentes de izquierda logren su registro como partido político. Además, recordemos que en esta elección no se enfrentarán dos bloques claramente definidos como sucedió en el 2000. El voto se manifestará de diversas formas: como voto de castigo, como voto de confianza, como voto para brindar una nueva oportunidad o simplemente se abstendrá un buen porcentaje de ciudadanos. En suma, los ciudadanos tendrán suficientes razones y opciones para no polarizar los resultados. Los tres grandes partidos tendrán que convencer más allá de los ciudadanos que representan su voto duro. Los partidos emergentes tendrán que convencer sobre todo por sus ideas y propuestas, por lo novedoso y atractivo de su imagen, dirigidos primordialmente hacia las nuevas generaciones.

Finalmente, es pertinente señalar que estar de acuerdo con la política exterior que impulsa el canciller Jorge castañeda, y que considero primordial en la definición de una izquierda de carácter socialdemócrata, no implica la conversión automática al foxismo, ni  mucho menos asumirse como los únicos portadores de la verdad al viejo estilo staliniano. Nuestra tarea es convencer y convencer a más.                                                                          

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