DESPUÉS
DE LA ALTERNANCIA CONSTRUIR UNA NUEVA IZQUIERDA
Ignacio Pinacho Ramírez
27 de Julio de
2000
Así, el dos de julio, marcará también la transición de una izquierda
tradicional por una moderna y
socialdemócrata. Los aportes, errores y virtudes de la izquierda
durante el siglo XX deben ser valorados objetivamente; el heroísmo y
consistencia son invaluables, su lucha
durante décadas contribuyó de manera decisiva a derrotar el régimen priísta de
71 años. De todo esto tendrá que resultar una izquierda nueva, de mayor compromiso con la democracia y sus valores,
con la igualdad y el desarrollo.
2.- Necesitamos una izquierda comprometida con la alternancia y la
transición. Estar presentes para que la alternancia cubra los mínimos: el
desmantelamiento de la simbiosis partido-estado, una nueva relación entre la
sociedad y las esferas del poder; que el ejercicio público no sea patrimonio
privado, con un compromiso claro de combate a la corrupción; rendición de
cuentas claras ante la nación y transparencia informativa; una reforma
electoral que convierta a los comicios en actos republicanos y austeros, donde
los medios de comunicación tengan un mayor compromiso con la democracia y la
educación cívica, entre otros. La
transición a la democracia, tendrá que culminar con la institución de un gran
pacto social, que puede ser producto de sucesivas reformas o de la instalación
de un constituyente.
Esta izquierda naciente debe pronunciarse
claramente a favor del propuesto Pacto de
Chapultepec y que retome las asignaturas pendientes como la fiscalización
de los gastos de campañas, el derecho al
sufragio de los mexicanos residentes en el extranjero, la prohibición del uso
de los programas y recursos públicos con fines electorales, el derecho de
coalición sin condicionamientos y las candidaturas comunes, revocación de
mandato, reelección en los congresos y presidencias municipales, ley de
partidos políticos, nueva legislación en medios de comunicación y prensa, entre
otros puntos. Determinar los
procedimientos y tiempos de la transición son indispensables para darle certeza
al nuevo rumbo.
3. - La nueva izquierda debe ser lo
suficientemente influyente en el diseño del nuevo régimen político, donde
efectivamente los poderes sean compartidos en el marco de un gran equilibrio
republicano y federalista, que el poder ejecutivo se subdivida en dos ramas y funciones:
en las de gobierno y las de Estado, el primero emanado del congreso; sistema
electoral y de alianzas que garantice legitimidad y gobernabilidad en cualquier
circunstancia de crisis. En este sentido, un sistema de partidos, democráticos
y consolidados, requerirá no sólo de su legislación, sino de una intensa
promoción de la nueva cultura
democrática. Las prácticas corporativas y clientelares, el nepotismo y la
lambisconería deben de ir dando paso a
las libertades, a los derechos y al reconocimiento.
4.- La nueva izquierda del siglo XXI no tiene porque ser nacionalista,
que confunda la soberanía con autarquía.
La lectura de los procesos de globalización mundial debe ser otra,
reconocer la realidad internacional y
aprovechar los avances científicos y tecnológicos mundiales con la firma de
pactos de libre comercio en todas latitudes, no es dejar de reconocer lo
negativo que provoca la especulación financiera, la fragilidad de las economías
en desarrollo y los graves saldos de marginación y pobreza. Se trata de crear
una política desde la izquierda más de ofensiva que defensiva. Con el nuevo gobierno de Vicente Fox tenemos
que ser muy precisos en cuanto a nuestras preocupaciones sociales y económicas,
que nos tendrán que distinguir claramente de las Derechas porque además, la
democracia no será frágil en la medida que las políticas públicas
contrarresten la miseria y
el empobrecimiento de la población.
El papel
del Estado y el mercado en la economía será el de contribuir finalmente a elevar
el ahorro interno, la capacitación para el trabajo, créditos, políticas en la
comercialización y distribución de productos. El mercado tiene que ser
regulado, entre otros mecanismos, por políticas fiscales que contribuyan
significativamente al aumento del gasto social pero también a la producción y
productividad en las industrias; la modernización de la industria eléctrica y
la del petróleo es urgente; mejorar el salario y crear los suficientes empleos
anuales es básico para deslindarse de las políticas neoliberales.
5.- Comprometerse en este proceso de
cambio histórico, requiere de una izquierda moderada y racional porque los extremos no son compatibles con la
democracia. Una izquierda que debata a fondo, pero que finalmente priorice los
consensos, que empuje a la definición de políticas públicas; las diferencias
sustanciales con otros proyectos deben asumirse en sus justos términos y
tiempos. El espíritu democrático no es
la exclusión ni la violencia de
cualquier índole, es respeto al pluralismo, es tolerancia, es incluyente y
sensible. Esto no debe perderse de vista en el proceso de construcción de
la izquierda moderna. Los resabios de la vieja cultura no será fácil dejarlos atrás, por eso nos dictaremos reglas
y procedimientos democráticos; las relaciones políticas tendrán que ser más horizontales para promover la
confianza política y transmitir la fraternidad y solidaridad que son valores
consustanciales a la tradición de las izquierdas.
La izquierda se engrandece en la medida que no
pierda su espíritu crítico, que sea innovadora e imaginativa. En el
pensamiento de la nueva izquierda no deben privar las concepciones absolutas y
totalizadoras, el vanguardismo y las visiones misioneras. Respetar la identidad
y los derechos individuales es el reconocimiento al liberalismo político, que
junto con los principios igualitarios, serán fuentes permanentes en nuestras
propuestas.
6.- Construir orgánicamente la
nueva izquierda, que definiríamos republicana
y federalista, no es presa fácil, se requiere del amplio concurso ciudadano
y de otras fuerzas políticas. Los tiempos no serán una condición, debe
interesarnos más bien las coincidencias en las grandes definiciones y temas
nacionales. Pero sólo en la medida en que las izquierdas se comprometan seriamente
en la transición, puede surgir una opción de izquierda que supere cualitativa y
cuantitativamente otras experiencias.
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