ALTERNANCIA Y TRANSICIÓN
Ignacio Pinacho Ramírez
La
liberalización política, promovida desde la elite gobernante en la década de
los 70, no fue suficiente para contener las luchas democratizadoras de la
sociedad, a través de los partidos y organizaciones gremiales. El año 1988 fue
el detonante inesperado: el partido prácticamente único dejó de serlo y la
pluralidad partidista llegó para quedarse.
El tránsito a la democracia había iniciado, con dificultades, pactos,
retrocesos e incertidumbres arribamos a la reforma política-electoral más
avanzada, la de 1996, que colocó a la oposición en las mejores condiciones de
correlación de fuerza para la negociación de un gran acuerdo de reforma
política definitiva. Empero, a pesar
de esta gran oportunidad, siendo mayoría la oposición en la cámara baja de la
LVII legislatura y gobernando casi la mitad de la población mexicana, no fue
capaz ni tuvo la visión para negociar
una nueva reforma que superara la de 1996. Nunca se entendió, ni se
entiende que las transiciones
democráticas son momentos de conciliación; se puso mayor énfasis en los
temas de mayor escándalo político y público como el caso Fobaproa por encima de
las políticas públicas de consenso (1).
En el caso del Partido de la
Revolución Democrática, su filosa crítica al Fobaproa le redituó beneficios
electorales inmediatos, pero en lo relativo a la próxima elección del 2 de
julio, los resultados ya no serán los esperados, debido a que nuestro discurso
se estancó y giró, en los últimos tiempos, en torno a este problema y al caso
de los Salinas, dejando de lado el eje central de nuestro proyecto político: La
transición a la democracia.
Al intentar
crear la gran Coalición Opositora de los ocho partidos en agosto de 1999 se
retomó inteligentemente el tema de la transición, pero al no consumarse se
diluyó nuevamente. Fue entonces cuando un grupo de hombres y mujeres de
izquierda decidimos pactar con el candidato que tiene las mejores posibilidades
de derrotar al PRI-gobierno, el programa de coalición que dejaron a un lado
tanto Cárdenas como Fox, con la finalidad de poner nuevamente al centro del
debate nacional la alternancia y la transición. Al día siguiente, con el
concurso de otros grupos políticos y con la presencia del presidente del PAN y
la de Vicente Fox, se presentó públicamente la COVERGENCIA PLURAL POR LA
TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA; espacio donde se refrendaron los compromisos
básicos para un GOBIERNO DE TRANSICIÓN expresados por el candidato a la
Presidencia de la República:
- Me comprometo a mantener el carácter laico del Estado Mexicano y de la educación pública.
- Me comprometo a promover reformas legales y constitucionales que acoten las facultades del Presidente de la República; garanticen la autonomía y el equilibrio entre los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial; y hagan realidad el federalismo y el municipio libre.
3.
Me comprometo a respetar la libertad, la diversidad y
la pluralidad de la sociedad Mexicana y a no usar nunca el poder del Estado
para imponer estilos de vida, creencias religiosas o códigos particulares de
comportamiento. A respetar la libertad de creación, la cultura y las
expresiones de todos los grupos que
conformen la sociedad mexicana.
- Me comprometo a crear las condiciones políticas para la solución pacifica del conflicto de Chiapas, y para el desarme de los grupos armados que existen en el país, con estricto apego a derecho.
- Me comprometo a promover acciones para eliminar toda forma de discriminación y exclusión de grupos minoritarios; y a promover políticas públicas y acciones de gobierno tendientes a lograr la equidad de género.
- Me comprometo a que la educación sea prioritaria y se garantice el aumento sustantivo de los recursos a la educación y la investigación, el combate efectivo al rezago educativo, así como el incremento en el promedio de escolaridad y de la calidad educativa de los mexicanos.
- Me comprometo a poner fin al sistema de complicidad y de privilegios y a combatir la corrupción sin salvedades, pero sin venganzas políticas ni revanchas partidistas.
- Me comprometo a defender la soberanía del país para que la inserción de México en los procesos de globalización sea con el objetivo superior de elevar el nivel de vida de los Mexicanos, sin poner en riesgo el futuro y la independencia de la Nación. No voy a privatizar Pemex ni la CFE. Diseñaremos esquemas de financiamiento alternativos para que puedan adquirir recursos para su modernización y sus servicios beneficien en mayor medida a los mexicanos.
- Me comprometo a establecer como prioridad suprema del nuevo gobierno una política social que:
a)
Combata la pobreza y las desigualdades.
b)
Evite que los programas sociales sean condicionados con
fines electorales.
c)
Impulse esquemas de desarrollo que tengan como
condición la protección al ambiente.
d)
Reactive la agricultura para acabar con el rezago en el
campo.
e)
Incluya a la sociedad civil en la gestión de las
demandas ciudadanas y en la supervisión de las acciones de gobierno.
10. Culminar
el proceso de Reforma Electoral, impulsado en la última década por la
oposición, para garantizar definitivamente condiciones equitativas de
competencia y transparencia.
Mientras esto
sucedía, la dirigencia del PRD, o el
comité de campaña, se olvidan de someter
a debate esta definición histórica, muy a pesar de que la “perspectiva y estrategia rumbo al 2000”, aprobada en el Cuarto
Congreso Nacional, nos indica como “primer
objetivo estratégico para el periodo... avanzar en el proceso de transición
democrática”. No sabemos si nuestra dirigencia piensa que tal objetivo se
puede cumplir nuevamente con el PRI en el poder. Nosotros pensamos que con un gobierno distinto al PRI, las
condiciones son más favorables para la transición. Esto es, la derrota del
actual grupo gobernante el 2 de julio es condición indispensable para
establecer nuevas y mejores reglas, para una negociación seria y profunda
respecto a la reforma democrática del Estado, que coadyuve a la instauración de
un verdadero sistema de partidos, donde el PRI sea uno de tantos, sin ser
favorecidos por el poder. Si Cuauhtémoc Cárdenas estuviese en mejores
condiciones que Fox, no dudaríamos en
estar haciendo campaña en las filas panistas a favor de la alternancia con el
PRD a la cabeza. Pero como la realidad es otra, la invitación es a la inversa.
Se ha dicho que
no sólo se requiere una transición a la democracia, sino también económica y
social. Estamos de acuerdo, pero nuestros propios dirigentes señalan que “en el caso de México, por sus
características, el énfasis lo debemos poner en el establecimiento de la
democracia, por algo nuestro partido se llama Partido de la Revolución
Democrática... la pobreza se origina, en mucho, por la falta de democracia, por
el predominio de un solo partido” (2). Por eso es inconcebible separar la
transición de la alternancia.
En congruencia,
los que consideramos que “la alternancia
contribuye a que el poder se distribuya mejor entre las distintas fuerzas
políticas y abre una enorme ventana de oportunidades para la reforma del
Estado”(3), impulsaremos el voto estratégico a favor del candidato útil que tiene las mejores
condiciones para ganarle al PRI. Pero a la vez, pugnaremos por una votación
diferenciada en relación con el Congreso y la Jefatura de gobierno del DF, a
favor del PRD, para lograr una composición plural y equilibrada en las cámaras
y una mejor distribución del poder en la República. Hoy, un congreso plural en ambas cámaras, sin mayoría absoluta de parte
alguna, y un Presidente acotado por previos acuerdos es el mejor escenario para
lograr negociar un gran pacto republicano por la democracia y la justicia.
Dejar pasar la oportunidad de
ganarle al PRI es una gran irresponsabilidad. No se trata de dejar de lado
nuestros principios, programas de largo plazo y las diferencias con nuestros
aliados, pero “para alcanzar la
transición pacífica e institucional a la democracia es necesario... remontar la
terca, empecinada y autoritaria resistencia...” del régimen (4), puesto que está demostrado que
mientras el PRI siga al frente del Ejecutivo no habrá decisión del grupo gobernante de impulsar a
fondo la reforma del Estado; “todos los
esfuerzos que hemos hecho para lograr una transición democrática pactada con el
PRI, han fracasado... frente a esa cerrazón, sólo queda unir a todas las
fuerzas interesadas en llevar a buen fin esa transición.” (5). Lo grave, a diferencia
de otras ocasiones, es que actualmente el PRD no considera indispensable la
alternancia para avanzar en cambios sustanciales, ¿es lo mismo el PRI en el
poder que el PAN en alianza con grupos del centro político y con sectores de la
izquierda en el poder?
Tal parece que
la lógica solamente puede ser una y única: El PRD y su candidato permanente,
están predestinados por la historia a ser los únicos portadores del cambio
democrático. “En sus discursos
democratizadores, Cárdenas pecó de personalista: ha acreditado el avance
democrático del país sólo a su presencia en la Presidencia de la República” (6), cuando no es difícil entender que en los casos de transiciones prolongadas
como la de México, “la alternancia
contribuye al mejor funcionamiento de la democracia por cuatro razones:
modifica de manera radical la distribución del poder e incentiva la
introducción de controles institucionales a la discreción gubernamental; genera
incentivos para hacer políticas públicas más eficientes y equitativas; incentiva
a los políticos a satisfacer de manera más efectiva los intereses de sus
representantes; y contribuye a disminuir los altos índices de incertidumbre
sistémica asociados a cualquier proceso de transición.” (7).
Este dos de
julio es la oportunidad histórica, quien no lo entienda pagara sus costos. Se
necesita, como han sido en todas las transiciones en otros países, “el consenso y la comprensión mutua”,
crear “nuevas identidades que permiten
sepultar los aspectos más traumáticos del pasado y construir un presente sin
dichas ataduras” (8). Llamar a
votar por Vicente Fox, es ejercer el voto
estratégico por la alternancia y la transición, en el entendido que la
disputa por la nación el día de hoy no es geométrica, entre izquierdas y
derechas, sino entre el autoritarismo priísta y la democracia.
(1)
El tema del Fobaproa e IPAB debe ser abordado de otra
manera, pues tanto el PAN como el PRD, “conocieron, desde el presupuesto de
1995, que el gobierno gastaría amplios recursos para el rescate bancario...
evadieron también el tema central de este episodio, la reestructuración a fondo
del BANXICO y de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. El PRD, por
omisión, se distanció de las discusiones y puso énfasis en una exitosa campaña
de denuncia...”. Gabriel Székely. Fobaproa e IPAB. Ed. Océano.
(2)
Andrés Manuel López Obrador. Neoliberalismo y Resistencia Popular. Publicación colectiva de la
Secretaría de Formación Política del CEN.
(3)
Guillermo Trejo. Revista Nexos, junio 2000. ¿Por qué el funcionamiento de la democracia requiere
de la alternancia?
(4)
Amalia García. Plataforma
Electoral. Un Partido para ganar el
futuro.
(5)
Discurso de Amalia García en su toma de protesta como
Presidenta del PRD.
(6)
Carlos Ramírez. Indicador Político. El Universal, 1 de Junio de 2000.
(7)
Guillermo Trejo. Íbidem.
(8)
Pérez Díaz, 1991, citado por Manuel Alcántara en Gobernabilidad, crisis y cambio. La Emergencia de la España democrática.
FCE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario