martes, 17 de enero de 2012

ALTERNANCIA Y TRANSICIÓN

ALTERNANCIA Y TRANSICIÓN
Ignacio Pinacho Ramírez
 10 de junio del 2000


La liberalización política, promovida desde la elite gobernante en la década de los 70, no fue suficiente para contener las luchas democratizadoras de la sociedad, a través de los partidos y organizaciones gremiales. El año 1988 fue el detonante inesperado: el partido prácticamente único dejó de serlo y la pluralidad partidista llegó para quedarse.  El tránsito a la democracia había iniciado, con dificultades, pactos, retrocesos e incertidumbres arribamos a la reforma política-electoral más avanzada, la de 1996, que colocó a la oposición en las mejores condiciones de correlación de fuerza para la negociación de un gran acuerdo de reforma política definitiva. Empero, a pesar de esta gran oportunidad, siendo mayoría la oposición en la cámara baja de la LVII legislatura y gobernando casi la mitad de la población mexicana, no fue capaz ni tuvo la visión para negociar  una nueva reforma que superara la de 1996. Nunca se entendió, ni se entiende que las transiciones democráticas son momentos de conciliación; se puso mayor énfasis en los temas de mayor escándalo político y público como el caso Fobaproa por encima de las políticas públicas de consenso (1).

En el caso del Partido de la Revolución Democrática, su filosa crítica al Fobaproa le redituó beneficios electorales inmediatos, pero en lo relativo a la próxima elección del 2 de julio, los resultados ya no serán los esperados, debido a que nuestro discurso se estancó y giró, en los últimos tiempos, en torno a este problema y al caso de los Salinas, dejando de lado el eje central de nuestro proyecto político: La transición a la democracia.

Al intentar crear la gran Coalición Opositora de los ocho partidos en agosto de 1999 se retomó inteligentemente el tema de la transición, pero al no consumarse se diluyó nuevamente. Fue entonces cuando un grupo de hombres y mujeres de izquierda decidimos pactar con el candidato que tiene las mejores posibilidades de derrotar al PRI-gobierno, el programa de coalición que dejaron a un lado tanto Cárdenas como Fox, con la finalidad de poner nuevamente al centro del debate nacional la alternancia y la transición. Al día siguiente, con el concurso de otros grupos políticos y con la presencia del presidente del PAN y la de Vicente Fox, se presentó públicamente la COVERGENCIA PLURAL POR LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA; espacio donde se refrendaron los compromisos básicos para un GOBIERNO DE TRANSICIÓN expresados por el candidato a la Presidencia de la República:

  1. Me comprometo a mantener el carácter laico del Estado Mexicano y de la educación pública.

  1. Me comprometo a promover reformas legales y constitucionales que acoten las facultades del Presidente de la República; garanticen la autonomía y el equilibrio entre los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial; y hagan realidad el federalismo y el municipio libre.

3.      Me comprometo a respetar la libertad, la diversidad y la pluralidad de la sociedad Mexicana y a no usar nunca el poder del Estado para imponer estilos de vida, creencias religiosas o códigos particulares de comportamiento. A respetar la libertad de creación, la cultura y las expresiones  de todos los grupos que conformen la sociedad mexicana.

  1. Me comprometo a crear las condiciones políticas para la solución pacifica del conflicto de Chiapas, y para el desarme de los grupos armados que existen en el país, con estricto apego a derecho.

  1. Me comprometo a promover acciones  para eliminar toda forma  de discriminación y exclusión de grupos minoritarios; y a promover políticas públicas y acciones de gobierno tendientes a lograr la equidad de género.

  1. Me comprometo a que la educación sea prioritaria y se garantice el aumento sustantivo de los recursos a la educación y la investigación, el combate efectivo al rezago educativo, así como el incremento en el promedio de escolaridad y de la calidad educativa de los mexicanos.

  1. Me comprometo a poner fin al sistema de complicidad y de privilegios y a combatir la corrupción sin salvedades, pero sin venganzas políticas ni revanchas partidistas.

  1. Me comprometo a defender la soberanía del país para que la inserción de México en los procesos de globalización sea con el objetivo superior de elevar el nivel de vida de los Mexicanos, sin poner en riesgo el futuro y la independencia de la Nación. No voy a privatizar Pemex ni la CFE. Diseñaremos esquemas de financiamiento alternativos  para que puedan adquirir recursos para su modernización y sus servicios beneficien en mayor medida a los mexicanos.

  1. Me comprometo a establecer como prioridad suprema del nuevo gobierno una política social que:
a)      Combata la pobreza y las desigualdades.
b)      Evite que los programas sociales sean condicionados con fines electorales.
c)      Impulse esquemas de desarrollo que tengan como condición la protección al ambiente.
d)     Reactive la agricultura para acabar con el rezago en el campo.
e)      Incluya a la sociedad civil en la gestión de las demandas ciudadanas y en la supervisión de las acciones de gobierno.

10.  Culminar el proceso de Reforma Electoral, impulsado en la última década por la oposición, para garantizar definitivamente condiciones equitativas de competencia y transparencia.

Mientras esto sucedía, la dirigencia del PRD, o el comité de campaña, se olvidan de  someter a debate esta definición histórica, muy a pesar de que la “perspectiva y estrategia rumbo al 2000”, aprobada en el Cuarto Congreso Nacional, nos indica como “primer objetivo estratégico para el periodo... avanzar en el proceso de transición democrática”. No sabemos si nuestra dirigencia piensa que tal objetivo se puede cumplir nuevamente con el PRI en el poder. Nosotros pensamos que con un gobierno distinto al PRI, las condiciones son más favorables para la transición. Esto es, la derrota del actual grupo gobernante el 2 de julio es condición indispensable para establecer nuevas y mejores reglas, para una negociación seria y profunda respecto a la reforma democrática del Estado, que coadyuve a la instauración de un verdadero sistema de partidos, donde el PRI sea uno de tantos, sin ser favorecidos por el poder. Si Cuauhtémoc Cárdenas estuviese en mejores condiciones que Fox, no dudaríamos  en estar haciendo campaña en las filas panistas a favor de la alternancia con el PRD a la cabeza. Pero como la realidad es otra, la invitación es a la inversa.

Se ha dicho que no sólo se requiere una transición a la democracia, sino también económica y social. Estamos de acuerdo, pero nuestros propios dirigentes señalan que “en el caso de México, por sus características, el énfasis lo debemos poner en el establecimiento de la democracia, por algo nuestro partido se llama Partido de la Revolución Democrática... la pobreza se origina, en mucho, por la falta de democracia, por el predominio de un solo partido” (2). Por eso es inconcebible separar la transición de la alternancia.

En congruencia, los que consideramos que “la alternancia contribuye a que el poder se distribuya mejor entre las distintas fuerzas políticas y abre una enorme ventana de oportunidades para la reforma del Estado”(3), impulsaremos el voto estratégico a favor del candidato útil que tiene las mejores condiciones para ganarle al PRI. Pero a la vez, pugnaremos por una votación diferenciada en relación con el Congreso y la Jefatura de gobierno del DF, a favor del PRD, para lograr una composición plural y equilibrada en las cámaras y una mejor distribución del poder en la República. Hoy, un congreso plural en ambas cámaras, sin mayoría absoluta de parte alguna, y un Presidente acotado por previos acuerdos es el mejor escenario para lograr negociar un gran pacto republicano por la democracia y la justicia.

Dejar pasar la oportunidad de ganarle al PRI es una gran irresponsabilidad. No se trata de dejar de lado nuestros principios, programas de largo plazo y las diferencias con nuestros aliados, pero “para alcanzar la transición pacífica e institucional a la democracia es necesario... remontar la terca, empecinada y autoritaria resistencia...” del régimen (4), puesto que está demostrado que mientras el PRI siga al frente del Ejecutivo no habrá  decisión del grupo gobernante de impulsar a fondo la reforma del Estado; “todos los esfuerzos que hemos hecho para lograr una transición democrática pactada con el PRI, han fracasado... frente a esa cerrazón, sólo queda unir a todas las fuerzas interesadas en llevar a buen fin esa transición.” (5). Lo grave, a diferencia de otras ocasiones, es que actualmente el PRD no considera indispensable la alternancia para avanzar en cambios sustanciales, ¿es lo mismo el PRI en el poder que el PAN en alianza con grupos del centro político y con sectores de la izquierda en el poder?

Tal parece que la lógica solamente puede ser una y única: El PRD y su candidato permanente, están predestinados por la historia a ser los únicos portadores del cambio democrático. “En sus discursos democratizadores, Cárdenas pecó de personalista: ha acreditado el avance democrático del país sólo a su presencia en la Presidencia de la República” (6), cuando no es difícil entender que en los casos de transiciones prolongadas como la de México, “la alternancia contribuye al mejor funcionamiento de la democracia por cuatro razones: modifica de manera radical la distribución del poder e incentiva la introducción de controles institucionales a la discreción gubernamental; genera incentivos para hacer políticas públicas más eficientes y equitativas; incentiva a los políticos a satisfacer de manera más efectiva los intereses de sus representantes; y contribuye a disminuir los altos índices de incertidumbre sistémica asociados a cualquier proceso de transición.” (7).

Este dos de julio es la oportunidad histórica, quien no lo entienda pagara sus costos. Se necesita, como han sido en todas las transiciones en otros países, “el consenso y la comprensión mutua”, crear “nuevas identidades que permiten sepultar los aspectos más traumáticos del pasado y construir un presente sin dichas ataduras” (8). Llamar a votar por Vicente Fox, es ejercer el voto estratégico por la alternancia y la transición, en el entendido que la disputa por la nación el día de hoy no es geométrica, entre izquierdas y derechas, sino entre el autoritarismo priísta y la democracia.


(1)   El tema del Fobaproa e IPAB debe ser abordado de otra manera, pues tanto el PAN como el PRD, “conocieron, desde el presupuesto de 1995, que el gobierno gastaría amplios recursos para el rescate bancario... evadieron también el tema central de este episodio, la reestructuración a fondo del BANXICO y de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. El PRD, por omisión, se distanció de las discusiones y puso énfasis en una exitosa campaña de denuncia...”. Gabriel Székely. Fobaproa e IPAB. Ed. Océano.
(2)   Andrés Manuel López Obrador. Neoliberalismo y Resistencia Popular. Publicación colectiva de la Secretaría de Formación Política del CEN.
(3)   Guillermo Trejo. Revista Nexos, junio 2000. ¿Por qué el funcionamiento de la democracia requiere de la alternancia?
(4)   Amalia García. Plataforma Electoral. Un Partido para ganar el futuro.
(5)   Discurso de Amalia García en su toma de protesta como Presidenta del PRD.
(6)   Carlos Ramírez. Indicador Político. El Universal, 1 de Junio de 2000.
(7)   Guillermo Trejo. Íbidem.
(8)   Pérez Díaz, 1991, citado por Manuel Alcántara en Gobernabilidad, crisis y cambio. La Emergencia de la España democrática. FCE.



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