miércoles, 18 de enero de 2012

REFLEXIONES ANTICIPADAS, DESPUES DEL 2 DE JULIO


REFLEXIONES ANTICIPADAS, DESPUES DEL 2 DE JULIO
Ignacio Pinacho
29 de junio de 2006

1.- Durante más de 5 años, después de la alternancia del año 2000, al interior y fuera del Congreso de la Unión todos los actores políticos y partidos no dejaron de señalar la importancia de impulsar una segunda generación de reformas en materia política y electoral, con el fin de consolidar nuestra democracia. Todo mundo sabía, de antemano, que si careceríamos de tales reformas en el 2006 podíamos llegar a unas elecciones -tal cómo se demostró durante la larga campaña- dónde los medios de comunicación y el dinero podían incidir en las preferencias y en los resultados electorales. Pero nada se hizo para impedirlo, bajo valores entendidos los tres principales partidos no demostraron voluntad política ni visión de estado. Seguramente en el transcurso del próximo sexenio volverán a presentarse los escándalos por los dineros mal habidos que se aplicaron a las campañas.

2.- Mientras no contemos con una renovada legislación electoral, en seis años más viviremos, nuevamente, una campaña a la vieja y “nueva” usanza: reparto de bienes y servicios a los electores; culto a la personalidad en torno a los candidatos, dónde éstos demuestran –unos más otros menos- su mesianismo y sus convicciones redentoras; compra y coacción del voto, a través de prácticas corporativas; guerra de spots para incidir en el subconsciente de los electores. Prácticas, como muchas otras más, que en el lugar de cultivar una emancipación ciudadana siguen creando súbditos y clientelas. Obsérvese también, por cierto, cómo a diferencia del 2000, en este año -como consecuencia del discurso polarizante y rijoso- en diversas regiones del país se presentan “focos rojos” que, ojalá, no trasciendan más allá de lo anecdótico de las campañas.    

3.- También sabemos que la instalación de un congreso de tres tercios, dónde ninguna fuerza política predominará, nos llevará a una nueva disputa entre el ejecutivo y el legislativo, dónde si no existiese la voluntad política para los grandes acuerdos y reformas, seguramente seguiremos contando con un estado deficitario que no responde a los grandes retos sociales, y con una economía de endeble crecimiento que nos seguirá relegando de la competitividad internacional.

4.- El mejor escenario para gobernar el país, para cualquiera de los tres principales candidatos, se puede dar con un nuevo diseño y reforma al régimen político. Esto es, que el nuevo presidente de nuestro país asuma las facultades de Presidente de Estado y que una mayoría parlamentaria nombre a un Jefe de Gabinete o Jefe de Gobierno. Existen condiciones para que esta reforma constitucional se realice en una sesión extraordinaria de la actual legislatura o en el primer periodo ordinario de la próxima legislatura. Esto permitiría, sin duda alguna, la instalación de un gobierno de coalición que permita la urgente necesidad de una gobernabilidad democrática y la formulación de políticas de estado, más allá de los periodos sexenales. La pregunta sería ¿entre qué fuerzas es más viable un gobierno de coalición? La respuesta no es sencilla, pero sí podemos bosquejar algunos escenarios.

5.- En estricto orden de aparición. Primer escenario: si gana Felipe Calderón, por su mayor capacidad de negociación y sensibilidad políticas, es más probable un acuerdo en torno a la figura de Jefe de Gabinete o de Gobierno. Su propuesta de Gobierno de Coalición y Gabinete Plural se acerca más a esta idea. La fuerza política con la cual tendría mayores condiciones de pactar sería con una mayoría de legisladores del PRI y con los grupos parlamentarios minoritarios. En el entendido que la negociación no sólo sería por integrar el gobierno de coalición sino también y, sobre todo, el programa de gobierno.

6.- Segundo escenario: si gana Roberto Madrazo, aunque no ha sido muy explícito respecto a si está de acuerdo con un Gobierno de Coalición, plantea en su plataforma la necesidad de contar con un nuevo pacto político. El PRI tiene una ventaja. Su estancia en el poder le permitió aprender, particularmente en el periodo de Salinas y Zedillo, que en una sociedad plural y con un congreso dividido únicamente se puede ser eficaz llegando acuerdos con la oposición, no obstante que siendo oposición, su conducta fue totalmente contraria. Las fuerzas con las cuales podría integrar un gobierno de coalición serían más de interrogantes que de certezas, en virtud que sus propuestas de gobierno oscilan entre el pasado y la modernidad.

7.- Tercer escenario: si gana López Obrador, de acuerdo a su plataforma de gobierno y a sus últimas declaraciones, la posibilidad de un gobierno de Coalición no lo tiene contemplado. No obstante que ha hecho referencia a la necesidad de un nuevo pacto social semejante a los movimientos de independencia, la reforma y la revolución, aún no señala el cómo. Su propuesta es contradictoria porque no es posible la creación de un nuevo pacto social mientras él considere que no son necesarias las reformas constitucionales. Si únicamente le apuesta a lograr acuerdos con el congreso -así de abstracto- sólo a partir de sus propuestas muy difícilmente contaremos con un nuevo andamiaje constitucional que dé como resultado una gobernabilidad democrática y eficaz.

8.- El otro escenario es que, independientemente de quien sea el Presidente de la República, una mayoría parlamentaria pacte una serie de reformas distintas o de mayor calado que prefiguren una política diferente a la sostenida por el ejecutivo. Aún así, la necesidad de los acuerdos entre las principales fuerzas políticas se volverá indispensable, en razón que las facultades constitucionales del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo se encuentran sobrepuestas. Dicho de otra forma, resultado de la nueva y vigorosa pluralidad política, ya no contamos y ya no es funcional una presidencia imperial, ni tampoco contamos con un gobierno parlamentario. Existe algo así como un empate de poder.

9.- Al final de cuentas, cualquier escenario que resulte del voto ciudadano del próximo domingo, la clase política mexicana – con todo lo desgastada y desprestigiada que está- tiene que ponerse las pilas y hacer su tarea, y la sociedad estar atenta e incidir en el curso de los acontecimientos. Algunas iniciativas ciudadanas y políticas (Foro tres de julio, Coalición Ciudadana, Conferencia por la Gobernabilidad Democrática, Acuerdo por la Gobernabilidad Democrática) que están en curso y que reclaman la necesidad de acuerdos que garanticen una transición sexenal tersa y una gobernabilidad democrática, deberán de ser lo suficientemente incisivas para que los próximos representantes del poder ejecutivo y legislativo y los partidos políticos se sienten en la mesa, sin que se paren, para alcanzar los grandes acuerdos que el país reclama.    



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