Sin restricciones que por motivos sociales, políticos, partidistas, culturales, ideológicos o religiosos impidan la libertad de las ideas; ni prohibiciones que puedan afectar intereses económicos, políticos, sindicales, gremiales, partidistas o de líderes políticos. Nada nos detiene en el libre ejercicio de pensar y escribir. En todo caso nuestra libertad se termina, como dice Jean Paul Sartre, donde empieza la de los demás.
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