PARTICIPACIÓN Y ABSTENCIÓN
Ignacio Pinacho
2 de Octubre de 2003
PARTICIPACIÓN
1.- La
verdadera representación no puede existir, en la democracia, sin el auxilio de
la forma más elemental de la participación ciudadana: los votos del pueblo.
Esto no quiere decir que la participación ciudadana se agote en las elecciones,
porque para que todo gobierno opere, es indispensable que haya otras formas de
participación ciudadana más allá de los votos.
2.-
La participación que realmente puede tener cabida en las sociedades modernas es
la que comienza por la selección de representantes a través de los partidos
políticos, y que sólo más tarde atraviesa también por las instituciones, las
organizaciones políticas y sociales, y los ciudadanos que están dispuestos a
defender sus intereses frente a los demás. Dicho de otra manera: la
participación entendida como una forma de controlar y moderar a los
representantes políticos.
3.- Ser
ciudadano, en efecto, significa en general poseer una serie de derechos y
también una serie de obligaciones sociales. Pero ser ciudadano en una sociedad
democrática significa, además, haber ganado la prerrogativa de participar en la
selección de los gobernantes y de influir en sus decisiones.
4.- Podríamos
clasificar cuatro formas de participación política de los ciudadanos:
1) El
derecho a ejercer el voto
2) Las
actividades que realizan los ciudadanos en las campañas políticas emprendidas
por los partidos o a favor de algún candidato en particular.
3) En
las actividades comunitarias o de acciones colectivas dirigidas a alcanzar un
fin específico.
4) Las
actividades que se derivan de algún conflicto en particular..
Pero ¿en donde está la
diferencia de fondo entre estas formas de participación?. Está en que no es lo
mismo participar para hacerse presente en la integración de los órganos de gobierno
que hacerlo para influir en las decisiones tomadas por éstos, para tratar de
orientar el sentido de sus acciones.
5.- La
participación ciudadana supone entonces la combinación entre un ambiente
político democrático y una voluntad de participar de los individuos. Quien
piense que las manifestaciones públicas por sí misma es participación está
confundido; tampoco las movilizaciones sociales en sí mismas significa
participación ciudadana. Porque la participación ciudadana exige al mismo tiempo
la aceptación previa de las reglas del juego democrático y la voluntad libre de
los individuos que deciden participar: el Estado de derecho y la libertad de
los individuos.
6.- Respecto a la participación ciudadana en los
procesos electorales, ésta ha venido evolucionando conforme se han venido
consolidando los valores democráticos y la cultura cívica de la participación.
Ha tenido altibajos. Con el régimen anterior, de partido único y con prácticas
autoritarias, la participación ciudadana era marginal. Los resultados
electorales no eran producto de una votación real, sino de la manipulación de
los procesos y resultados electorales. Las grandes “movilizaciones” impulsadas
desde el gobierno en turno eran manifestaciones de subordinación y de prácticas
clientelares y corporativas del régimen.
7.- En la medida en que los procesos electorales se
fueron acreditando la participación ciudadana, a través del sufragio, fue
siendo creíble y viable. En la medida en que la pluralidad partidista se venía
consolidando la ciudadanía optaba por participar en vías distintas a las que
definía el régimen anterior. En la medida que la alternancia política se fue
implantando en la mayoría de los estados y municipios de la república, en esa
medida los ciudadanos vieron en la participación electoral una vía de hacer
valer tanto su derecho a modificar su forma de gobierno, como una vía de crear
nuevas formas de participación, particularmente a través de organismos no
gubernamentales.
ABSTENCIÓN
1.- Quien cree no participar en
absoluto en realidad está dando un voto de confianza a quienes toman las
decisiones. En política, literalmente, la no participación también cuenta. En
algunos casos puede presentarse como una manifestación de rechazo o
inconformidad, en otros simplemente es una manifestación del bajo nivel de la
cultura política. Pero ambas decisiones deben de contar a la hora de tomar
decisiones públicas y de gobernar.
2.- El
régimen presidencialista y autoritario engendró diversos males, que fueron
alejando a los ciudadanos tanto de las urnas electorales como de la
participación de la gente en asuntos públicos. Particularmente el alto grado de
paternalismo y clientelismo del Estado Mexicano posrevolucionario, provocó en
la sociedad una conciencia de poco o nulo compromiso con los deberes cívicos
señalados en la Constitución. Bastaba formarse en las filas de los lideres
clientelares para esperar soluciones o canonjías del régimen. Las conquistas
sociales de la revolución se convirtieron en concesiones del régimen, para
mantener controlada y subordinada a la sociedad bajo la férula del único
partido en el gobierno.
3.- Aún
en amplios sectores de la sociedad sigue predominando la idea de que la
solución a los grandes problemas del país o de los problemas cotidianos de la
sociedad, es más que suficiente la voluntad gubernamental o visto de otra
manera, los problemas no se resuelven principalmente por la incapacidad
gubernamental. Hoy, se viene imponiendo la idea de que la corresponsabilidad
entre el estado y la sociedad es fundamental para enfrentar los retos del país.
4.- No
obstante que el estado y los partidos tienen también el deber de promover la
cultura cívica y la educación democrática, nos encontramos que las políticas
que se definen al respecto aún carecen de calidad y de sustento pedagógico que
permitan su asimilación y su puesta en práctica. Los procesos de
enseñanza-aprendizaje en el sistema de educación y las prácticas
antidemocráticas y clientelares que se presentan en los partidos contribuyen,
en la mayor parte de casos, más al individualismo que a la participación cívica
y colectiva.
5.- En cuanto a los altos índices
de abstención en las jornadas electorales del país, podemos encontrar diversas
causas: a) Pocos incentivos o atractivos novedosos; b) Partidos desacreditados; c) Candidatos
impregnados de una cultura clientelar; d) Plataformas electorales vagas; e)
Bajos niveles de debate político; d) Desaliento con las políticas del gobierno
en turno. Entre otras explicaciones éstas podrían ser las decisivas que nos
permitan entender los altos índices de abstención electoral. Por otro lado,
también cuenta el tipo de autoridad a elegir, pues los resultados son
diferentes, por ejemplo, entre una elección para legisladores y una para
autoridades municipales.
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