miércoles, 18 de enero de 2012

¿QUÉ DEMOCRACIA PARA MÉXICO?


 ¿QUÉ  DEMOCRACIA  PARA  MÉXICO? 
¿DEMOCRACIA PARTICIPATIVA?
Ignacio Pinacho
26 de septiembre de 2003
  

CONTEXTO

1.- Con la alternancia política en el ejecutivo federal del dos de julio de 2000 se logró un paso fundamental en la transición y consolidación de la democracia: se acreditó la democracia como el mejor sistema de gobierno; se refrendó el principio democrático de que las minorías pueden convertirse en mayoría; el ejercicio libre del voto quedó fuera de toda sospecha; los poderes antes subordinados al ejecutivo se robustecieron, particularmente el poder judicial. En suma, la amplia participación ciudadana, a través del voto, fue determinante para desencadenar nuevos avances en el sinuoso y lento proceso de transición.

2.- Sin embargo, la expansión de las libertades democráticas conquistadas por la sociedad requiere de una actualización en las normas jurídicas, con el fin de empatar los ritmos y tareas que empujen a la consolidación de nuestra democracia, y eviten los sesgos restauradores que todo proceso de transición lleva consigo. A tres años del primer gobierno producto de la alternancia aún no se definen las nuevas reglas del juego democrático de un gobierno dividido o de minoría.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

3.- Al definir las nuevas reglas del juego democrático (reformas para instaurar un régimen plenamente democrático), en México existe la creencia o la convicción de que existen diferentes tipos de democracia. Hay corrientes ideológicas que consideran que si la democracia no es proletaria entonces es burguesa; otras más hablan de democracia popular, de democracia directa (participativa) en oposición a la democracia representativa; asimismo, también se reivindica a la democracia sustantiva o real en oposición a la democracia formal y así por el estilo. Se es más propenso a definir a la democracia por sus adjetivos que por sus contenidos.

4.- En México son pocos los pensadores que se refieren a la democracia sin calificativo alguno. Hace algunos años Enrique Krause fue el que se atrevió a definir a la democracia sin adjetivos. De la escuela de Turín Italia el ponente más claro al respecto es Miguel Ángel Bovero.

5.- Entre la abundancia de adjetivos de la democracia, Bovero expone con juicio crítico lo correcto o no de sus usos. Parte de la tesis de Rusconi, según la cual la única democracia auténtica sería la democracia “sin adjetivos”. Posteriormente analiza cada uno de los adjetivos: presidencial y parlamentaria, mayoritaria y consensual, representativa y directa, liberal y socialista, etc., tomando en cuenta que, “por la naturaleza misma del objeto, los adjetivos de la democracia siempre tienden a presentarse en parejas de opuestos”.

6.- Al abordar la pareja democracia directa (también llamada participativa) y representativa, sostiene que ambas son tales “en la medida en que el derecho de participación política es equitativamente distribuido entre todos los ciudadanos, sin exclusión de género, raza, religión, opinión o censo”. La diferencia se da en que utilizan diferentes instrumentos para decidir. Esto es, en la democracia directa (participativa) los ciudadanos en su conjunto adoptan decisiones colectivas, en la democracia representativa los ciudadanos determinan quién deberá tomar las decisiones colectivas. No obstante, dice Bovero, la institución fundamental, común a todos los regímenes democráticos contemporáneos, es la elección de representantes por medio de sufragio universal. Agregando que, un instituto ( léase instrumento ) de democracia directa como el referéndum ciertamente puede ser invocado como correctivo democrático para eventuales distorsiones de la democracia representativa, siempre y cuando cubra ciertas condiciones; pues “en muchos casos, el llamado directo a la voluntad del puebloesconde peligros antidemocráticos: el verdadero poder no es el del pueblo que selecciona, sino el de quien plantea la alternativa entre la pregunta que se debe seleccionar”.

7.- Por eso cuando se habla de democracia participativa se está pronunciando un pleonasmo. La democracia es participativa o no es democracia. El referéndum, el plebiscito, la asamblea  y la iniciativa popular son instrumentos (léase instituciones) de la democracia y, por lo tanto, no pueden verse como opuestos o los otros instrumentos o instituciones de la democracia como el congreso, el cabildo o el  mismo ejercicio del voto secreto y universal.

8.- A diferencia de los países de las democracias consolidadas, particularmente de Europa, en México los “adjetivos de la democracia” se encuentran en todo discurso político. Prácticamente los adjetivos siguen siendo determinantes en la definición de ideologías y políticas. Las políticas de los partidos siguen permeadas de los asuntos urgentes e ideológicos.

9.- En nuestro país aún no se rebasa - en muchos casos ni se empieza – el debate acerca de las reglas del juego democrático (características del nuevo régimen político). Siguen pendientes definiciones que hagan de la democracia la sustancia ética en su concepto ideal: libertad individual, equidad social, tolerancia e igualdad.  Pero además, para que la democracia no sea frágil, sino ante todo fuerte y estable, es indispensable la aplicación de políticas sociales que contrarresten los altos índices de desintegración, inseguridad, marginación y pobreza.

¿QUÉ DEMOCRACIA? 

10.- La oposición o desconfianza que muchos tienen de las instituciones de la democracia como el parlamento, los partidos o el voto, se debe principalmente al descrédito  de la política, de los políticos y de los propios partidos; pero también porque no sienten que a través de sus representantes o el voto en las urnas resuelven sus preocupaciones cotidianas. No obstante ello, el voto como instrumento básico de decisión prácticamente ya se acreditó, esto se explica porque ahora, a diferencia de antes, el voto si cuenta y define distintas opciones partidistas o de gobierno. Los niveles de abstención tendrían una explicación distinta.

11.- La desconfianza o el rechazo a las instituciones clásicas de la democracia (parlamento, partidos, el voto, los cabildos) ha generado que muchos vean en otras instituciones (plebiscito, referéndum, iniciativa popular, consulta ciudadana, asamblea) una mejor opción de participación. No obstante ello, también se corre el riesgo de deteriorar a estas instituciones o instrumentos de la democracia, sino se llegan a reglamentar o legislar cuanto antes. El caso más evidente es el de las llamadas consultas telefónicas o públicas del gobierno de la Ciudad de México.

12.- En conclusión, a la democracia la tenemos que definir por sus contenidos e instituciones y no por sus adjetivos. Para alcanzar a implantar una democracia plena o consolidada en nuestro país, es importante avanzar en una profunda reforma en las instituciones como el congreso y los partidos políticos. Además, legislar acerca de las figuras  como el plebiscito, el referéndum y la iniciativa popular; igualmente promover una Ley de Participación Ciudadana, que permita que la sociedad se involucre más en la toma de decisiones. En suma, tenemos que promover nuevos instrumentos o instituciones de la democracia para profundizarla, pero también tenemos que reformar a las instituciones clásicas de la democracia para perfeccionarla.



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