¿DEMOCRACIA PARTICIPATIVA?
Ignacio Pinacho
26 de septiembre
de 2003
CONTEXTO
1.- Con la alternancia política en el ejecutivo
federal del dos de julio de 2000 se logró un paso fundamental en la transición
y consolidación de la democracia: se acreditó la democracia como el mejor
sistema de gobierno; se refrendó el principio democrático de que las minorías
pueden convertirse en mayoría; el ejercicio libre del voto quedó fuera de toda
sospecha; los poderes antes subordinados al ejecutivo se robustecieron,
particularmente el poder judicial. En suma, la amplia participación ciudadana,
a través del voto, fue determinante para desencadenar nuevos avances en el
sinuoso y lento proceso de transición.
2.- Sin embargo, la expansión de las
libertades democráticas conquistadas por la sociedad requiere de una
actualización en las normas jurídicas, con el fin de empatar los ritmos y
tareas que empujen a la consolidación de nuestra democracia, y eviten los
sesgos restauradores que todo proceso de transición lleva consigo. A tres años
del primer gobierno producto de la alternancia aún no se definen las nuevas
reglas del juego democrático de un gobierno dividido o de minoría.
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
3.-
Al definir las nuevas
reglas del juego democrático (reformas para instaurar un régimen plenamente
democrático), en México existe la creencia o la convicción de que existen
diferentes tipos de democracia. Hay corrientes ideológicas que consideran que
si la democracia no es proletaria entonces es burguesa; otras más hablan de
democracia popular, de democracia directa (participativa) en oposición a la
democracia representativa; asimismo, también se reivindica a la democracia
sustantiva o real en oposición a la democracia formal y así por el estilo. Se
es más propenso a definir a la democracia por sus adjetivos que por sus
contenidos.
4.-
En México son pocos
los pensadores que se refieren a la democracia sin calificativo alguno. Hace
algunos años Enrique Krause fue el que se atrevió a definir a la democracia
sin adjetivos. De la escuela de Turín Italia el ponente más claro al
respecto es Miguel Ángel Bovero.
5.- Entre la abundancia de adjetivos de
la democracia, Bovero expone con juicio crítico lo correcto o no de sus usos.
Parte de la tesis de Rusconi, según la cual la única democracia auténtica sería
la democracia “sin adjetivos”. Posteriormente analiza cada uno de los adjetivos: presidencial y parlamentaria,
mayoritaria y consensual, representativa y directa, liberal y socialista, etc.,
tomando en cuenta que, “por la naturaleza misma del objeto, los adjetivos de la
democracia siempre tienden a presentarse en parejas de opuestos”.
6.- Al abordar la pareja democracia directa (también llamada participativa) y
representativa, sostiene que ambas son tales “en la medida en que el derecho de
participación política es equitativamente distribuido entre todos los
ciudadanos, sin exclusión de género, raza, religión, opinión o censo”. La
diferencia se da en que utilizan diferentes instrumentos para decidir. Esto es,
en la democracia directa (participativa) los ciudadanos en su conjunto adoptan
decisiones colectivas, en la democracia representativa los ciudadanos
determinan quién deberá tomar las decisiones colectivas. No obstante, dice
Bovero, la institución fundamental, común a todos los regímenes democráticos
contemporáneos, es la elección de representantes por medio de sufragio
universal. Agregando que, un instituto ( léase instrumento ) de democracia
directa como el referéndum ciertamente puede ser invocado como correctivo
democrático para eventuales distorsiones de la democracia representativa,
siempre y cuando cubra ciertas condiciones; pues “en muchos casos, el llamado
directo a la “voluntad del pueblo” esconde peligros
antidemocráticos: el verdadero poder no es el del pueblo que selecciona, sino
el de quien plantea la alternativa entre la pregunta que se debe seleccionar”.
7.- Por eso cuando se habla de democracia
participativa se está pronunciando un pleonasmo. La democracia es participativa
o no es democracia. El referéndum, el plebiscito, la asamblea y la iniciativa popular son instrumentos
(léase instituciones) de la democracia y, por lo tanto, no pueden verse como
opuestos o los otros instrumentos o instituciones de la democracia como el
congreso, el cabildo o el mismo
ejercicio del voto secreto y universal.
8.- A diferencia de los países de las democracias consolidadas,
particularmente de Europa, en México los “adjetivos de la democracia” se
encuentran en todo discurso político. Prácticamente los adjetivos siguen siendo determinantes en la definición de
ideologías y políticas. Las políticas de los partidos siguen permeadas de los
asuntos urgentes e ideológicos.
9.- En nuestro país aún no se rebasa - en muchos casos ni se empieza – el
debate acerca de las reglas del juego democrático (características del nuevo
régimen político). Siguen pendientes definiciones que hagan de la democracia la
sustancia ética en su concepto ideal: libertad individual, equidad social,
tolerancia e igualdad. Pero además, para
que la democracia no sea frágil, sino ante todo fuerte y estable, es
indispensable la aplicación de políticas sociales que contrarresten los altos
índices de desintegración, inseguridad, marginación y pobreza.
¿QUÉ
DEMOCRACIA?
10.- La oposición o desconfianza que muchos tienen de las instituciones de
la democracia como el parlamento, los partidos o el voto, se debe
principalmente al descrédito de la
política, de los políticos y de los propios partidos; pero también porque no
sienten que a través de sus representantes o el voto en las urnas resuelven sus
preocupaciones cotidianas. No obstante ello, el voto como instrumento básico de
decisión prácticamente ya se acreditó, esto se explica porque ahora, a
diferencia de antes, el voto si cuenta y define distintas opciones partidistas
o de gobierno. Los niveles de abstención tendrían una explicación distinta.
11.- La desconfianza o el rechazo a las instituciones clásicas de la
democracia (parlamento, partidos, el voto, los cabildos) ha generado que muchos
vean en otras instituciones (plebiscito, referéndum, iniciativa popular,
consulta ciudadana, asamblea) una mejor opción de participación. No obstante
ello, también se corre el riesgo de deteriorar a estas instituciones o
instrumentos de la democracia, sino se llegan a reglamentar o legislar cuanto
antes. El caso más evidente es el de las llamadas consultas telefónicas o
públicas del gobierno de la Ciudad de México.
12.- En conclusión, a la democracia la tenemos que definir por sus
contenidos e instituciones y no por sus adjetivos. Para alcanzar a implantar
una democracia plena o consolidada en nuestro país, es importante avanzar en
una profunda reforma en las instituciones como el congreso y los partidos
políticos. Además, legislar acerca de las figuras como el plebiscito, el referéndum y la
iniciativa popular; igualmente promover una Ley de Participación Ciudadana, que
permita que la sociedad se involucre más en la toma de decisiones. En suma,
tenemos que promover nuevos instrumentos o instituciones de la democracia para
profundizarla, pero también tenemos que reformar a las instituciones clásicas
de la democracia para perfeccionarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario