miércoles, 18 de enero de 2012

A UN AÑO DE LA ALTERNANCIA



Respuestas de Ignacio Pinacho a preguntas de Raúl Juárez Carro Editorial, S.A. de C.V. que salieron publicadas en el libro “Voces de la izquierda que llamaron a votar por Vicente Fox”

Junio de 2001

1.- Posterior al dos de julio muchos actores políticos en la opinión pública le dieron la bienvenida a la alternancia en el poder; a casi un año de lograrla muchos otros se han empezado a preguntar si verdaderamente se están dando los cambios. ¿A estas alturas consideran que fue válida la decisión de llamar a votar por la alternancia el 2 de julio de 2000?


La decisión fue correcta. Lamentablemente algunos actores políticos y sociales no terminan por asimilar la importancia de la alternancia, simplemente la consideran como cualquier otra elección. Consideran que como ellos no encabezaron la derrota del PRI simplemente el actual es el cuarto gobierno del neoliberalismo, sin darle crédito a la decisión de los ciudadanos de cambiar de régimen político.

Otro error es pensar en el cambio que muchos desde la izquierda hemos soñado, sin asimilar que los mexicanos han decido un cambio distinto al programa y discurso de la izquierda tradicional. El cambio que determinaron los electores el dos de  julio y lo siguen considerando es uno sin sobresaltos, sin radicalismos y sin incertidumbre.

 Quiero aprovechar la ocasión para responder a los que dicen que nuestro voto fue inútil. Es como decir que el voto por Cárdenas fue inútil porque gobernó pésimo el DF o haber votado por Labastida hubiese sido mejor. Me preocupa éste tipo de conclusiones porque dejan entrever una confesión: un viejo amor ni se olvida ni se deja y que el gobierno de Fox es contrario a los intereses de la revolución mexicana.

La discusión de fondo siempre fue la de acabar con el partido de estado e instaurar la democracia. Los meses que cubrió el debate acerca de la coalición de todos los partidos de oposición así lo demuestran. No fue posible, pero la orientación era clara, el problema es que el PRD no quiso entender que su campaña, discurso y candidato estaban  perdidos. Los sondeos de opinión eran claros, sólo restaba que toda la izquierda entendiera el momento y pactara de cara a la nación un gobierno de coalición.

Si algo tenemos que hacer los demócratas es no obstruir las esperanzas de cambio de la gente, crear un ambiente de pesimismo e incertidumbre en nada ayuda a consolidar la credibilidad del sufragio y la posibilidad real de construir el nuevo régimen. A estas alturas quienes desecharon la Alternancia, en la práctica siguen aferrados  a la vieja cultura política y alegan que con el Foxismo no es posible pactar el cambio con visión de largo plazo.

Con la derrota del Partido de Estado se derrotó la idea de que el PRI era invencible, que sólo la insurrección social al margen del voto podía derrotarlo; se derrotó la idea de que la reforma política de 1996 era limitada y no servía para el avance democrático (por cierto esta reforma fue producto de un pacto de largo aliento); las posibilidades de construir un régimen genuinamente democrático están abiertas, el temor del fraude se diluyó, el tradicional carro completo dio paso a los equilibrios en las cámaras y en las regiones; los ciudadanos han adquirido la confianza para cambiar de gobierno cuando lo deseen sin mayores complicaciones; las libertades civiles y la crítica son el pan de cada día; los resultados han obligado a los partidos a renovarse o morir; se consolidó la pluralidad política y se abren mayores espacios para las minorías; se cumple un principio básico de la democracia: que la minoría puede convertirse en mayoría; el poder judicial, con sus resoluciones independientes, está dando muestras que la aplicación de la ley pisa terreno fértil; se termina la historia oficial e inicia otra. En suma con la alternancia termina un régimen e inicia otro, que puede ser distinto, democrático, más justo, dependiendo del grado de madurez y pujanza de los todos actores económicos y políticos de éste país.

Estos cambios que la alternancia trajo consigo, debe permitir a todos los mexicanos encontrarse con las verdaderas raíces de su historia, esto es, estudiar e reinterpretar los hechos históricos de este país sin apasionamientos partidistas y doctrinarios, de héroes y villanos, de buenos y malos. La historia escrita  e interpretada sólo por los de arriba ha nublado una serie de hechos históricos que ameritan ser rehabilitados. Tampoco se trata de  escuchar sólo la visión de los vencidos porque esto nos ha llevado también a venerar  sólo nuestras derrotas y nuestro pasado sin ver el presente y futuro de nuestro mestizaje cultural.

La derrota de la dictadura Priísta de manera pacífica y a través del voto el dos de julio de 2000, será parte de los movimientos sociales como los de la independencia, de la reforma y la revolución que le han dado forma y contenido a nuestra historia.  Es valida la propuesta de Porfirio Muñoz Ledo cuando propone que el dos de julio debe inscribirse en las efemérides de la nación y ser considerado el inicio de nuestra IV república.

2.- En éste momento que aspectos consideran positivos y criticables de la administración de Vicente Fox, al mismo tiempo cuales serían sus retos inmediatos.

Lo positivo: El respeto a la decisión de los otros poderes; la disposición y un nuevo enfoque para construir la paz en Chiapas, cumpliendo con todas las señales del EZLN; el fomento del diálogo y la tolerancia como valores de la democracia; la convocatoria para arribar a una profunda reforma del estado; imprimirle a la política exterior, contra viento y marea, un mejor rol en el nuevo contexto mundial; El impulso del federalismo en los nuevos presupuestos por estado; ejercer un nuevo estilo de gobierno que rompe con el pasado; Poner a debate la urgente necesidad de la modernización de la industria petrolera y eléctrica; La creación de la Secretaria de Seguridad Pública; la decisión de Estado para enfrentar al narcotráfico, principalmente. 

Respecto a lo segundo, me parece que lo más criticable es no haber trabajado seriamente en la integración de un gabinete más plural y representativo de las fuerzas políticas del país, en el entendido que el gobierno se asume como de transición. El perfil predominantemente empresarial poco o nada ayuda a crear un proyecto que culmine en la creación de un nuevo régimen. Que yo sepa, en las experiencias internacionales transicionistas los gobiernos no sólo son del mayor consenso posible, sino de un perfil eminentemente político y demócrata. La presencia de serios demócratas en el primer circulo del presidente como Elizondo, Creel,  Castañeda, Luis H Álvarez y Aguilar Zinser no ha sido suficiente para darle un rumbo claro al país; los personajes de Nuevo León y Guanajuato pueden ser muy eficaces para la administración de la calidad total, pero lo que necesita en lo fundamental el presidente son estadistas y operadores.

Comparto la crítica que se ha venido señalando con relación a la utilización excesiva de la política mediática a través de los medios de comunicación. Sin negar la propaganda para difundir logros, es mejor orientarla para la difusión de mensajes que cultiven una nueva cultura cívica y política. Si la política fiscal se tuviese que resolver en un referéndum nacional, cuestión que no comparto, entonces los mensajes podrían tener más sentido, pero como no es así ¿Qué sentido tiene convencer a la opinión pública si el poder legislativo no se convence?. Otra disyuntiva es gobernar por decretos o bandos pero como legalmente no es posible, eso se lo dejamos a los sistemas de gobierno autoritarios.

Si el Presidente Vicente Fox se reclama ser un demócrata consecuente y está comprometido seriamente con la transición a la democracia, todos en su gabinete deben actuar en consonancia, independientemente de sus ideologías, pero da la impresión que no hay estrategia y proyecto claro. Ojala pronto observemos movimientos en el gabinete que operen los cambios y destaquen por tener mayor consenso frente a la nación y entre las fuerzas políticas, económicas y sociales del país.

En otros temas, el papel asignado a la educación en el discurso no corresponde en los hechos con la revolución educativa anunciada, los actores involucrados están pasmados. La reciente renuncia de Rangel Sostman al Conevyt refleja las serias dificultades para echar andar uno de los proyectos pilares del nuevo gobierno en la educación, y si a esto le agregamos la poca brillantez de Támez Guerra el problema se complica. En otro asunto, la homogeneización nacional de los salarios mínimos no es suficiente para avalar el pírrico aumento salarial por abajo del índice inflacionario; me pronuncio por abordar la política salarial en el congreso.

Asumir los programas de combate a la pobreza sin su revisión y reforma respectiva, pueden traer los mismos resultados. El mejor presupuesto para el área social que se aprobó por unanimidad en el congreso y que todo mundo festejó puede parar en el despilfarro y paternalismo. Está demostrado que el aumento al gasto social en sí no resuelve la disminución de la pobreza y la marginación. El gasto social ha aumentado en proporción al gasto total programado y aumentado su participación frente al crecimiento económico, pero mientras no existan serios mecanismos de evaluación respecto a los impactos y eficiencia de todos los programas, como no se ha hecho,  se incurre en la repetición de políticas anteriores. No perdamos de vista que la naciente democracia puede tambalearse en la medida que no se disminuya sustancialmente la polaridad social.

En cuanto a los retos, me parece que el más importante y de éste se desprenden los demás: es el de pactar con todas las fuerzas políticas y sociales el nuevo régimen a construir. Las buenas señales y exhortos de todas partes no son suficientes, se requiere aterrizar. Todos deben comprender que lo nuevo está por construirse. Si la oposición le está apostando al fracaso del nuevo gobierno federal no sólo es de extremistas,  sino también estaría contribuyendo a la inestabilidad que puede ser aprovechada de mejor manera por los grupos duros y conservadores de todo tinte partidario, que culminaría en el 2003 con un congreso y correlación de fuerzas menos favorable para los pactos políticos.
Tanto el PAN, PRI y PRD dan la impresión, como lo señalan algunos analistas, que la transición terminó el dos de julio, que hemos arribado a la democracia y que por lo tanto sólo resta poner en competencia los distintos proyectos, dándose con todo y cubeta, y esperar la próxima elección. No se entiende que el reclamo ciudadano del dos de julio fue claro: resuelvan entre todos nuestros problemas. Así de común y sencillo, sin olvidar que las mejores transiciones culminan cuando la agenda es pactada y ésta abarca no sólo los temas políticos, sino también los económicos y sociales. Toda transición requiere de bondad de las partes, aceptación mutua, concordia, perseverancia y paciencia para llegar a los acuerdos, sino no es así  la oportunidad de diseñar el entramado institucional del nuevo régimen se puede ir por la borda.

En éste contexto, la reforma fiscal sería otro de los retos impostergables del nuevo gobierno. Todas las fuerzas del congreso deben entender que no podemos seguir teniendo un Estado con grandes obligaciones constitucionales pero con pocos recursos para cumplirlas. Todos los ciudadanos, en proporción al ingreso y al consumo, debemos de cumplir con nuestras obligaciones fiscales. No se vale exigir sólo derechos al Estado sin cumplir con nuestras obligaciones. Tampoco se vale tener un Estado que no es capaz siquiera de cobrar impuestos.
 
Los rezagos en la educación, en la salud y en infraestructura particularmente, son enormes y no puede ser que desperdiciemos un año más prorrogando nuestros déficit sociales y fiscales. En la sociedad debe predominar el criterio de que no somos sólo derechohabientes, sino ciudadanos con deberes y responsabilidades sociales.  Es tiempo que arribemos a una profunda reforma fiscal progresiva que contrarreste la polarización entre miseria y riqueza. En política fiscal no deseo un Estado populista que prioriza el endeudamiento y su clientela política para definir sus políticas de gasto social, ni un Estado Neoliberal que prioriza la depresión salarial y la venta de empresas del estado para liberar recursos y destinarlos a programas sociales asistencialistas o sustituye la filantropía por las políticas sociales.

3.-Vicente Fox siendo candidato determinó una política de alianzas amplia lo que sin duda le permitió ganar, para ello estableció compromisos públicos en el marco de lo que se llamó Convergencia Plural por la Transición a la Democracia. ¿Qué ha sucedido con dichos compromisos? ¿Incluía laborar en el gobierno federal?.

A mí me parece que los aspectos positivos que he señalado del gobierno foxista son parte de los compromisos, empero otros que son de mayor profundidad, como la política económica y social, requieren de sendos acuerdos en el congreso. A reserva de analizar como vienen los contenidos del Programa Nacional de Desarrollo, esperemos que ahí se reflejen una serie de compromisos contraídos por Vicente Fox con diversos sectores de la sociedad durante su campaña política. Aprovecho la oportunidad para plantear que dicho Plan debiera ser analizado por el congreso, pues a mí me parece que las llamadas consultas que se hicieron previamente no es garantía para que las principales fuerzas políticas lo hagan suyo.  Recordemos que el golpe de timón que el régimen anterior dio a la política económica y social a partir de 1983 no tuvo el mínimo consenso, provocando la confrontación social y política hasta llegar a desmantelar de manera autoritaria las bases del régimen heredado de la revolución mexicana. Aclaro, no se trata de revivir el pasado, sino que el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006, se construya en un ejercicio verdadero de planeación democrática y que efectivamente sus metas y resultados sean un golpe de timón para que el crecimiento de la economía se logre con equidad y sirva para la democratización política, social y cultural de la Nación.

Si las condiciones por lo pronto o la falta de voluntad entre las fuerzas políticas no da para lograr un pacto de largo alcance, es el momento para que a través del Programa Nacional de Desarrollo se discuta a profundidad el nuevo rumbo del País.

Respeto a lo segundo  me remito a señalar la impostergable tarea de profesionalizar a la administración pública. Hasta el momento, ni de parte del PAN ni del PRD observo grandes preocupaciones al respecto, partidos que desde la oposición siempre dijeron estar dispuestos a impulsarlo. La administración pública sigue viéndose como el espacio previligiado para la colocación de los grupos de poder, sin importar los perfiles y el apartidismo que necesariamente deben integrar las funciones públicas para garantizar imparcialidad en su ejercicio; se inclinan más por las lealtades personales que por las institucionales, muchos consideran que su empleo se lo deben a los arriba y no a sus  meritos, en consecuencia actúan de manera cortesana.

En el poder legislativo se presentan los mismos vicios. Prefieren contratar gestores que asesores. No hay cultura legislativa; diputados y diputadas, con sus honrosas excepciones, prefieren elevar sus ingresos que su capacidad legislativa. Por cierto, Sergio Aguayo, refiriéndose a las tribus perredistas señala que, son serios contendientes al título del legislador más mediocre.  Lamentablemente el intento de impulsar el servicio profesional de carrera en la cámara baja  en la anterior legislatura se vino abajo.

4.-Independientemente de sus caracterizaciones que tengan del gobierno federal, hoy podemos observar señales, algunas de ellas simbólicas, de querer cambiar las políticas con relación a los gobiernos del PRI. En este contexto ¿Cuáles son las propuestas de la izquierda que actualmente ha considerado el gobierno de Vicente Fox?.

Cuando algunos insistimos, antes del dos de julio, que el PRD se definiera en torno a la instalación de un gobierno de coalición con Vicente Fox a la cabeza, no sólo lo hacíamos porque Cárdenas no tenía posibilidades de ganar, sino porque las propuestas de las izquierdas estaban llamadas a gobernar. Si los ciudadanos prefirieron a Fox y no a Cuauhtémoc, no fue porque uno u otro estaba en la izquierda o en la derecha, sino porque el segundo no supo encarnar el cambio. Desde mi punto de vista, cuestión que no se atreven a decir públicamente los perredistas, el responsable principal de no haber logrado la coalición opositora y de la derrota del PRD  fue Cuauhtémoc Cárdenas. En otro sentido, Vicente Fox sabe muy bien, espero no sufra de amnesia, que gracias a un sector de votantes que tradicionalmente han votado por la izquierda logró la presidencia.

Por eso me extraña, que muchos actores desde la izquierda y otros desde la derecha conservadora en el gobierno federal sigan sin leer correctamente la lectura de la elección del dos de julio. La propuesta tradicional del neoliberalismo ya no tiene viabilidad en nuestro país, ya tocó fondo, su ciclo terminó con Ernesto Zedillo. Si se persiste, el fracaso no sólo será para el grupo gobernante sino para todo el país. Pero también la izquierda tiene que entender que entre el neoliberalismo y una propuesta alternativa hay un gran vacío que no puede llenarse con generalidades, o como dice Felipe González, con promesas del paraíso terrenal, como acostumbra la izquierda tradicional de México.

El margen de maniobra entre los ajustes estructurales promovidos por los llamados gobiernos neoliberales y una propuesta alternativa es mínimo. A lo mucho, como decía López Obrador siendo presidente del PRD, se trata de quitarle las aristas filosas al neoliberalismo.  La construcción de una alternativa es un proceso que requiere de oposiciones propositivas, donde nadie tiene porqué evadir responsabilidades en el diseño de políticas públicas y estrategias económicas y financieras que eviten las recurrentes crisis sexenales que la población ya no tiene porque soportar.

Si los actuales partidos políticos nacionales se consideran como únicas alternativas de cambio y de gobierno, estaremos entonces esperando, como ya lo hemos estado viendo, un escenario de confrontación que no conviene a la naciente democracia. Por ello, la mejor vía en tiempos de transición a la democracia, es el fomento de agendas de las principales prioridades nacionales. En este marco, las propuestas de la izquierda encuentran un terreno fértil para su realización.

Prácticamente con el foxismo  en el gobierno, diversos temas que la izquierda enarboló antes de la caída del régimen priista, están siendo impulsados porque las condiciones son propicias: Chiapas, iniciativa de reforma del estado, equilibrio de poderes, federalismo, políticas de atención a minorías y de capacidades diferentes, etc. Que por cierto son temas que ya no pueden ser del patrocinio exclusivo de alguna fuerza política en lo particular.

En ese sentido, considero que las condiciones políticas para establecer gobiernos en coalición están abiertas, como prácticamente sucede en algunos estados. Si para lograr la alternancia fue necesario construir una mayoría, para la transición a la democracia es más que urgente una nueva mayoría que la conduzca y la lleve a buen puerto. 

La intención maniquea de abrir una confrontación entre Conservadores y Liberales de aquí a las próximas elecciones federales, no sólo no ayuda al país porque ya no estamos en el siglo XIX, sino deja de lado la tarea central de los demócratas de este País: La de desmontar el régimen corporativo de la revolución  y el diseño institucional del democrático. Es irracional querer matar la posibilidad del nacimiento de un nuevo régimen en el afán de obtener beneficios inmediatos. Si para evitarlo es necesario la emergencia de nuevos movimientos políticos nacionales que rebasen a los actuales partidos, bienvenidos sean. En lo personal a mí me parece que es lo mejor que  puede sucederle al actual sistema de partidos.

5.-El PRI, el PRD y voces del medio intelectual consideran que el gobierno Panista de Vicente Fox es de derecha y conservador, gobernado por una especie de Consejo de Administración, ¿cuál es su opinión al respecto?.

Por cierto no toda política de derecha es por naturaleza  conservadora, porque si de políticas conservadoras hablamos también hay de izquierdas. Antes y durante el congreso perredista  escuche la aceptación de tendencias conservadoras en la izquierda, que desgraciadamente  terminaron por imponerse.
La idea de mantener intactas y en el aislamiento a las culturas y tradiciones es eminentemente conservadora, así como enarbolar la bandera de la defensa de ser diferentes (no se confunda con diversidad y pluralismo) claro que es conservadora. La defensa de la soberanía como autarquía (léase nacionalismo revolucionario) es una idea claramente conservadora. La nueva: la política de no permitir  a las minorías, a la hora que deseen, el disfrute de la vida nocturna en la Ciudad de México no sólo es conservadora sino reaccionaria. Recuérdese que es responsabilidad del Estado cuidar de la seguridad de todos los mexicanos (incluido extranjeros) en territorio nacional sin importar la hora. ¿Es compatible el derecho de las minorías con el de las mayorías?  ¡ Claro que sí !  Son de las virtudes y valores de la democracia. Por ello, la intención de resolver todo a través de consultas no sólo es  de demagogos y populistas, sino que es el reflejo del profundo espíritu autoritario de algunos y algunas gobernantes del DF. La democracia no sólo es el gobierno de la mayoría, sino también el sistema que defiende el derecho de las minorías y cuando existe la intención de excluirlas de las decisiones y de sus derechos entonces el gobierno se convierte, como dice Giovanni Sartori, en la tiranía de la mayoría. 

Entonces, el conservadurismo no sólo es atribuible a la derecha sino también a la izquierda, que explica en parte el atraso de nuestra cultura política.  Lo mismo podemos decir cuando hablamos de izquierda o derecha democrática. A diferencia de las equivocaciones de antaño, hoy no podemos decir que hay democracia con adjetivos y ninguna fuerza política puede patentizar la lucha democrática en este país. Todas las fuerzas políticas y sociales, algunas desde dentro o fuera del gobierno, otras desde las filas del movimiento revolucionario contribuyeron de manera decisiva al derrumbamiento del viejo sistema. La cultura democrática es reciente y aún está en pañales. Lo ideal es lograr arribar a un sistema de partidos plural que tenga tanto una derecha como una izquierda democráticas y modernas y no con los altos grados de conservadurismo que actualmente tienen ambas.

Es cierto  que en el nuevo gobierno conviven conservadores con liberales, en una especie de gabinete híbrido, predominando las visiones empresariales con poca sensibilidad social; hay demócratas de derecha y de izquierda, es un gobierno plural hasta cierto punto. Lo que sí es de criticar es lo que señalaba en una pregunta anterior, que el gabinete no está actuando en una visión de conjunto. La distribución de las secretarias bajo una óptica feudal no tiene mucho futuro mientras el gabinete no tenga el mayor consenso posible de cara a las principales fuerzas políticas, económicas y sociales del país.

Podemos encontrar lugares comunes entre empresa y estado, pero tienen fines distintos. Si en el ejercicio del poder se fusionan los intereses económicos con los políticos el riesgo de generar una oligarquía es latente. Evitar ésta tendencia es una obligación no sólo del Presidente, sino sobre todo de todos aquellos que aspiramos a construir un Estado democrático y social.

Lo importante al caracterizar al nuevo gobierno federal es no perder de vista el enfoque político. Esto es, si nos inclinamos por una definición ideológica nuestra conclusión política será de rechazo, pero si adoptamos una definición política nuestra conclusión será distinta. De otra manera, la agenda de gobierno puede y tiene posibilidades de ser más plural, no sólo por la composición del congreso y la de los gobiernos estatales, sino porque las tareas después de la alternancia tienen un piso común: La de construir. Sin negar un necesario ajuste con nuestro pasado, las acciones por venir deben ser primordialmente fundacionales, la de construir nuevas instituciones económicas, sociales y políticas, y para lograrlo nadie debe excluirse. Quién lo niegue ahora, mañana se verá obligado por las circunstancias.

6.-El cinco de febrero el presidente Vicente Fox llamó a todas las fuerzas políticas y a la llamada sociedad civil a discutir a profundidad la viabilidad o no de una nueva constitución política, ¿Consideran que es necesaria una nueva constitución después de la alternancia?.

La iniciativa es de lo mejor en estos seis meses de gobierno. El tema se complica cuando las principales fuerzas políticas concentran mucho de sus energías en su dinámica interna, por sobre la visión de estado que requiere éste tipo de temas.

Lo mejor, como ha sucedido en otros países, sería que la construcción de un nuevo régimen culmine en el diseño de una nueva constitución política. Lamentablemente en este debate observo muchos prejuicios. Unos, con cierta razón, señalan que el problema no es la constitución sino su cumplimiento; otros, dicen que sólo requiere de ciertos ajustes y actualización. Lo real es que las iniciativas de ley que impulsa el gobierno federal y las  que promueven los partidos políticos necesariamente arrojarán  la fisonomía de una nueva constitución: Presidencia acotada, equilibrio de poderes, federalismo,  reformas a la ley electoral, hacienda pública, reformas del sector eléctrico y petrolero, reformas a la ley federal del trabajo, etc.

Lo sensato sería que cada uno de estos temas sean parte y producto de un gran acuerdo y no sean abordados de manera aislada, porque se corre el riesgo de las inconsistencias legales y políticas. La nuestra sigue siendo de las constituciones más añejas, muchas de sus reformas han alterado su esencia, que por cierto los artículos 27 y 123, junto con el 73 son los que más modificaciones han tenido, particularmente el último ha sido el medio por el cual se ha perpetuado el centralismo. De los 136 sólo 35 no han sufrido reformas.

La preocupación por reformar la constitución fue notoria en los 32 foros estatales que organizó la pasada legislatura, se presentaron 1,216 propuestas para modificar 124 artículos. Estas y otras pueden o tener mérito de ser consideradas, pero sí requieren de espacios institucionales para su discusión con el compromiso de ser impulsadas. Me parece que es necesario retomar uno de los ejercicios más plurales que yo recuerdo de nuestra época reciente como fue el seminario del castillo de chapultepec en enero de 1996, en aquel momento para  concluir en 60 acuerdos para la Reforma Político Electoral. Hoy la agenda puede ser ampliada al de la constitución en lo general.

Es importante no olvidar que las constituciones deben ser producto de un gran pacto entre todas las fuerzas políticas, no obstante que para el caso mexicano no todas han sido producto del consentimiento de todas las fuerzas políticas, lo que ha orillado al país a  nuevos conflictos políticos y sociales. También es imprescindible señalar, como dice el maestro Arnaldo Córdova, que la constitución no es un dogma y que por lo tanto hay que estar dispuesto a discutir todo. Si de antemano algunos ponen sus condiciones las posibilidades de un nuevo pacto político y social para un México nuevo se pueden alejar.

7.-Algunos de ustedes eran militantes del PRD, otros sencillamente eran de otras Izquierdas sin militancia orgánica, ¿su opinión con relación al PRD y su papel que debe jugar en el actual proceso de transición?.

A diferencia de los intocables que nunca han sido sancionados por denigrar la imagen del PRD en los últimos años, en mi caso sí se ensañaron. La verdad es que sentí mucha distinción, que por cierto, ni el Comité Ejecutivo ni la Comisión de Garantías del DF tuvieron la capacidad de cubrir los procedimientos conforme a derecho. Finalmente, mi intención de no renunciar antes de llamar a votar por Vicente Fox, fue con la intención de demostrar la parcialidad de los dirigentes corporativos y llamar la atención acerca de la importante decisión histórica  que habría que adoptar el dos de julio.

Desde mi incorporación al partido siempre fui crítico de lo que consideraba incorrecto, con el tiempo esto no me sirvió para hacer carrera dentro del mismo; además que no contaba con las grandes masas de afiliados. Ingresé al PRD en mayo de 1992, mi deslinde de las prácticas corporativas y clientelares fue mi acto de presentación. En términos de propuesta política simpatice con las que planteaba la Corriente por la Reforma Democrática. En el III congreso que se realizó en agosto de 1995 simpatice con la propuesta de la transición pactada y pacífica que impulsó Muñoz Ledo. En las tres últimas elecciones internas del PRD a nivel nacional coincidí con Amalia García, empero, en su afán de querer ser presidenta a toda costa la llevó a cometer toda una serie de vicios e inconsecuencias, hasta perder mucho de la autoridad moral y política que tenía en amplios sectores de la militancia de base. En 1997 impulse la precandidatura de Muñoz Ledo frente a la de Cárdenas. En 1999 coincidí con la precandidatura de Pablo Gómez en el DF frente a la de López Obrador; que por cierto a este último se le olvidó la máxima juarista de que nada ni nadie por encima de la ley. A la presidencia de la republica siempre simpatice por la coalición opositora y quién la encabezara.

Actuar como piensas tiene sus costos, los asumo muy convencido de que la libertad es un valor supremo que le da dignidad al hombre. Dignidad que no estoy dispuesto a perder, pues prefiero vivir para la política y no ser un vividor de la política.

Respecto al VI congreso perredista, ni fue de refundación ni de reforma radical. Prácticamente todos los analistas coinciden que fue más de lo mismo. En lo particular considero que la izquierda tradicional del nacionalismo revolucionario se impuso en Zacatecas. En una primera lectura de sus nuevos documentos me encuentro aún a una izquierda reactiva y dogmática que sigue ofreciendo el mañana, sin preocuparse en tener vocación de mayoría. Se podrá decir que ya se gobierna, pero sus políticas siguen sin convencer a la mayoría nacional. Las reformas que lograron son en lo fundamental de carácter doméstico, cuando lo que se necesitaban eran reformas que trascendieran  en la vida política nacional.

Preocupa la orientación de su línea política  en relación al tema de la transición y la reforma del estado. Todo es ambigüedad. ¿Se podrá avanzar en una profunda reforma del estado sin pactos de largo plazo con el gobierno de Fox?. Su resolución que considera sólo acuerdos políticos circunstanciales, le apuesta a una estrategia de constante confrontación  con el gobierno federal. Su lectura del dos de julio es simple: Ganó más de lo mismo y ahora hasta conservadores son. En esta línea están enfiladas las baterías de Cuauhtémoc, Rosario y Obrador. Como dice Roger Bartra, espero que la abeja resista la tentación de clavar su aguijón venenoso en el proceso que no logró encabezar, pues podría resultar un episodio suicida, ya que es sabido que este insecto muere en el acto de la agresión.  Por otro lado, el congreso no le otorgó todo el aval institucional a la dirección del partido para pactar la transición a la democracia. Por eso la línea política es ambigua, da para que la interpreten a su manera tanto los ultras como los moderados. En la cámara baja hacen una cosa distinta que en la alta y el gobierno del DF  plantea ante el gobierno federal una propuesta al margen del CEN en el terreno fiscal. Al igual que en el PRI ¿Quién manda en el PRD?.

Otro dato significativo es la relación que el PRD le otorga al programa con la estrategia. Cuando su congreso resuelve primero su estrategia y después discute el programa, lo único que están demostrando es que no les interesa hilar su propuesta programática con las necesidades inmediatas y específicas del país. Su propuesta, de acuerdo a su estrategia definida, sólo es aplicable cuando sea gobierno. Por eso en sus documentos es muy recurrente encontrar la idea de que sólo es posible los acuerdos si el adversario coincide con lo que el PRD propone;  la apuesta política para que el gobierno foxista fracase con todo y reforma del estado es otra evidencia de la separación de su programa con la realidad concreta.

Finalmente, el congreso no resolvió que política es la que tiene que gobernar el PRD en los próximos tres años. Los dos grandes planteamientos siguen confrontados, dentro y fuera del partido. En los partidos modernos las posiciones políticas que pierden el debate y la votación, simplemente dan el paso a que los otros dirijan. Aquí, se atrincheran en sus posiciones  y cada quién hace lo que más le convenga.

8.- Actualmente el gobierno de Vicente Fox tiene ante sí a dos actores políticos importantes, el de Andrés Manuel López Obrador en el gobierno del D.F. y el de Marcos con el EZLN. Se observa una rivalidad de tres, éste último con un fuerte apoyo de la llamada sociedad civil. ¿ Que opinan al respecto?.

La política y estilo de gobierno de Andrés Manuel tiene más parecido al populismo que a la visión de un demócrata. Su política de austeridad republicana no va acompañada de una política de eficiencia en el ejercicio público. Liberar recursos para la política social con esas medidas, no va al fondo en la definición de políticas de equidad y distribución de la riqueza. Distribuir tarjetas y becas sin criterios de justicia marcan un fin más clientelar que de equidad. Construir Preparatorias por Delegación, como lo señalan algunos especialistas, son parte de una política populista que va derecho a convertirse en el viejo proyecto de prepas populares y no encajan en la preocupación central de la educación: su calidad.

Recurrir principalmente al endeudamiento -en casi cuatro años de gobierno perredista se ha triplicado la deuda- y a los recursos de la federación para definir su política de presupuesto, sólo demuestra que no tiene una definición clara de política económica y financiera, que finalmente son los instrumentos idóneos para combatir la desigualdad social. Rechazar a priori el alza de impuestos en lo general no sólo abandona la impostergable definición de una política hacendaria en la ciudad, sino que prorroga los grandes retos capitalinos como el drenaje, el agua, el empleo, el transporte, el medio ambiente, la procuración de justicia, la seguridad pública y la profesionalización de la administración.

La pésima administración de Cuauhtémoc y Rosario y lo que va de Andrés Manuel no marcan una diferencia sustancial respecto a las administraciones priístas, es más clara la diferencia entre el último y los dos primeros. Los gastos excesivos en un 40 por ciento mayor que en los tiempos de OEV y el uso del erario público con fines personales y electorales, dicen que no es corrupción porque no se llevaron nada en los bolsillos. ¿Entonces que es la manipulación del gasto, las prebendas, los altos salarios, asesores a diestra y siniestra...?. Como dice un propio analista económico de sus filas: esto es cinismo.

En el terreno de la política de participación ciudadana, que sería otro de los aspectos que podría distinguir a un gobierno de izquierda con los del pasado, sucede  casi lo mismo: Control de la participación, y cuando hay control ya no es participación. El propósito de implementar el cuarto nivel de gobierno con los comités vecinales no sólo refleja ignorancia, sino también la intención de romper con la autonomía y la libertad que requiere todo tipo de participación, libre de todo tutelaje.  Recientemente escuche a una Jefa Delegacional decir que no hay corporativismo en su gobierno como sucedía con la vivienda, los vendedores ambulantes y las despensas, mientras sus colaboradores controlaban una mesa de registro de asistentes a una asamblea vecinal convocada por un comité vecinal territorial.

La promoción de consultas como una norma y no como una excepción, señala José Antonio Crespo, lejos de preservar la gobernabilidad y funcionalidad que exige la democracia, provoca entorpecimiento extremo, pero también refleja la incapacidad de gobernar con políticas públicas bien definidas, que la intención de gobernar con el pueblo y para el pueblo. No se entiende que el pueblo no es masa, es un conglomerado que expresa diversas visiones e intereses y el gobierno no debe porqué estar enfrentando a unos contra otros en el afán de conservar una supuesta imparcialidad que le reditué futuros beneficios electorales.

Respecto a Marcos considero que se convirtió en un enigma, en un Mesías e ideólogo para ciertos sectores de la izquierda. Encontraron en él lo que no pudieron ser como revolucionarios y muchos otros más ven en él una actitud de rebeldía contra todo tipo de autoridad, particularmente los jóvenes.

La llamada social civil que apoya al EZLN se cruza con la del PRD, agregándole otros sectores que no comparten la vía electoral y la democracia. La plataforma en su conjunto del Neozapatismo es válida; la dignidad y el mejoramiento de las condiciones de vida de los indígenas no pueden regatearse. Eso no está a discusión. Lo discutible es la política y la estrategia para la solución.

No comparto su política vanguardista de querer representar a todos los indígenas. No comparto su profundo espíritu autoritario y el de sus asesores al querer imponer a toda costa su proyecto de ley indígena a un congreso plural legítimamente electo, sin importar también la diversidad de las comunidades indígenas. No comparto la utilización de la democracia sólo como bandera sin asumirla como un procedimiento y principio en la solución de controversias.

Esta crítica elemental y que muchos evaden para que no sean regañados por el Sub, no niega sus aportes al derrumbamiento del viejo régimen. Ahora, lo que muchos esperamos, son sus aportes a la democracia y a la construcción de un nuevo régimen. Ojala no sea mucho la espera.

9.- De momento da la impresión que algunos sectores de la izquierda se olvidan del PRI como si éste partido estuviese en proceso de extinción, ¿Es así? ¿Qué futuro le espera?
  
Quiero señalar que la corriente denominada renacimiento que acaba de surgir y que plantea una total refundación del PRI, es  lo más sensato y mejor que le puede pasar a este partido. Pero antes que lo logre, por ahora y por la fuerza que sigue representando en el país y en el congreso, es pertinente que resuelva su institucionalización y  su unidad en la acción para garantizar la necesaria gobernabilidad que requiere el país en estos tiempos de transición. Al perder al jefe nato que representaba la presidencia de la república el PRI ha tendido a la feudalización. Como dice Carlos Fuentes, es una gallina sin cabeza. Otros pueden estar frotándose las manos al considerar que este partido está en su fase terminal y sólo esperan engrosar sus filas a nuevos conversos.

A diferencia de los deseos de muchos, en los sondeos de opinión, el PRI sigue teniendo fuertes preferencias electorales en muchos estados de la república y a nivel nacional sigue siendo segunda fuerza, aunque muy abajo del PAN. El 2003 puede ser la madre de todas las batallas que tenga el PRI como partido político no estatal y comience ahí la definición de su futuro.

Si el PRI llegara a refundarse o seguir igual, inclusive estar en posibilidades de reconquistar el gobierno, puede ser normal mientras a todos nos quede claro, particularmente al PRD, que la vieja cultura del PRI como sistema político y cultural (corporativo, clientelar, paternalista y patrimonialista) ya no debe gobernarnos en este país. Esto tendrá que  quedar atrás. Si no es así, la restauración será latente y puede regresar por el lado menos esperado.  Obsérvese y analícese con calma algunos estilos del gobierno capitalino, pero sobre todo no perdamos de vista la restauración silenciosa del clero conservador, aliado de algunos panistas; que se siente ganador y empieza a decirnos, dentro y fuera del gabinete, cómo comportarnos en la vida privada y pública.

10.-Por último, ustedes como hombres de izquierda ¿qué piensan del futuro de las izquierdas en México?  ¿Tiene sentido la dicotomía derecha-izquierda?.

Claro que tiene sentido la dicotomía.  Mientras en el mundo y en el país sigan existiendo grandes desigualdades sociales, la violación de los derechos humanos, un mundo deshumanizado por las guerras y la exclusión, la depredación de la naturaleza, la segregación racial, el fundamentalismo y  el nacionalismo chovinista, la necesidad de una izquierda renovada es más que necesaria. Es natural que ésta agenda también la asuman otras corrientes ideológicas, pero las izquierdas tienen el deber de imprimirle un sello  más liberador y emancipador. 

En la distinción entre la izquierda y la derecha, Norberto Bobbio señala  que, el criterio más frecuente adoptado para diferenciar una de otra es el de la diferente actitud que asumen los hombres que viven en sociedad frente al ideal de la igualdad, que es, junto al de la libertad y al de la paz, uno de los fines últimos que se proponen alcanzar. Las políticas de la izquierda deben tender a convertir en más iguales a los desiguales, sin incurrir en el falso igualitarismo del otrora socialismo real.

Respecto al futuro de las izquierdas en nuestro país la verdad es de incertidumbre, siguen padeciendo de mucho sectarismo y sus formulaciones muy defensivas. Las expresiones o voces que plantean su renovación total están dispersas. En el PRD están en franca minoría, fuera de él no tenemos ni la capacidad para comunicarnos. Tengo entendido que algunas fuerzas que se identifican con la izquierda ya solicitaron su registro como partido, pero finalmente se incurre en los mismos errores: no es precedido de un amplio y profundo debate, las convocatorias para construir están llenas de sectarismo, predomina el espíritu de grupo y las propuestas sólo se dan a conocer en tiempos electorales.

De lo que estoy plenamente convencido es que las condiciones de ahora son mucho más favorables para que se desarrollen las propuestas de una izquierda racional, moderada y tolerante, de corte socialdemócrata. Las experiencias han demostrado que en los sistemas de gobierno democrático, las tendencias moderadas son más propensas a desarrollarse a diferencia de las ideologías y políticas extremistas que tienden a aislarse. Lo mismo sucede en tiempos de transición a la democracia. En esta etapa, la izquierda –y la derecha- tiene que ser eminentemente propósitiva, sus energías deben orientarse plenamente a construir o reformar las instituciones. Pero para ello tiene que demostrar un estilo y método conciliador; dialogar intensamente para acordar las tareas y etapas para construir el nuevo régimen.

Lamentablemente estas preocupaciones suenan más fuera que dentro de los partidos, prácticamente todos gastan sus energías en afinar sus estrategias para ganar las próximas elecciones estatales y la federal de 2003. No digo que no lo hagan, pero al abandonar las tareas de la transición lo único que demuestran es  que sus proyectos electorales y de poder se imponen al proyecto de transformación del país. El poder por el poder sin ir a la raíz de los cambios.

En estos momentos el país necesita un fuerte movimiento comprometido con la transición y la reforma del estado, que debe tejerse dentro y fuera de los partidos. Incluso, es preciso convocarlo y construirlo, y en este proceso las izquierdas deben ser muy influyentes. Se entiende entonces, que una izquierda con futuro sólo es viable si se compromete seriamente con un movimiento plural y convergente de este tipo. Además, tiene que romper tabúes en el debate de temas como la soberanía, nacionalismo, la globalidad, productividad, flexibilidad laboral, individualismo, el derecho, gobernabilidad, impuestos, libre mercado, Cuba, la libertad y la tolerancia, la tercera vía,  entre otros temas que apunten a la actualización de la izquierda. Tiene que dejar atrás su pereza intelectual y redescubrir o rehabilitar a pensadores que ha mantenido en el olvido.




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