Respuestas de Ignacio Pinacho a
preguntas de Raúl Juárez Carro Editorial, S.A. de C.V. que salieron publicadas en
el libro “Voces de la izquierda que llamaron a votar por Vicente Fox”
Junio de 2001
1.- Posterior al dos de julio muchos actores políticos en la opinión pública le dieron la bienvenida a la alternancia en el poder; a casi un año de lograrla muchos otros se han empezado a preguntar si verdaderamente se están dando los cambios. ¿A estas alturas consideran que fue válida la decisión de llamar a votar por la alternancia el 2 de julio de 2000?
La decisión fue correcta. Lamentablemente algunos actores
políticos y sociales no terminan por asimilar la importancia de la alternancia,
simplemente la consideran como cualquier otra elección. Consideran que como
ellos no encabezaron la derrota del PRI simplemente el actual es el cuarto
gobierno del neoliberalismo, sin darle crédito a la decisión de los ciudadanos
de cambiar de régimen político.
Otro error es pensar en el cambio que muchos desde la
izquierda hemos soñado, sin asimilar que los mexicanos han decido un cambio
distinto al programa y discurso de la izquierda tradicional. El cambio que
determinaron los electores el dos de
julio y lo siguen considerando es uno sin sobresaltos, sin radicalismos
y sin incertidumbre.
Quiero aprovechar
la ocasión para responder a los que dicen que nuestro voto fue inútil. Es como
decir que el voto por Cárdenas fue inútil porque gobernó pésimo el DF o haber
votado por Labastida hubiese sido mejor. Me preocupa éste tipo de conclusiones
porque dejan entrever una confesión: un viejo amor ni se olvida ni se deja y
que el gobierno de Fox es contrario a los intereses de la revolución mexicana.
La discusión de fondo siempre fue la de acabar con el
partido de estado e instaurar la democracia. Los meses que cubrió el debate
acerca de la coalición de todos los partidos de oposición así lo demuestran. No
fue posible, pero la orientación era clara, el problema es que el PRD no quiso
entender que su campaña, discurso y candidato estaban perdidos. Los sondeos de opinión eran claros,
sólo restaba que toda la izquierda entendiera el momento y pactara de cara a la
nación un gobierno de coalición.
Si algo tenemos que hacer los demócratas es no obstruir
las esperanzas de cambio de la gente, crear un ambiente de pesimismo e
incertidumbre en nada ayuda a consolidar la credibilidad del sufragio y la
posibilidad real de construir el nuevo régimen. A estas alturas quienes
desecharon la Alternancia, en la práctica siguen aferrados a la vieja cultura política y alegan que con
el Foxismo no es posible pactar el cambio con visión de largo plazo.
Con la derrota del Partido de Estado se derrotó la idea
de que el PRI era invencible, que sólo la insurrección social al margen del
voto podía derrotarlo; se derrotó la idea de que la reforma política de 1996
era limitada y no servía para el avance democrático (por cierto esta reforma
fue producto de un pacto de largo aliento); las posibilidades de construir un
régimen genuinamente democrático están abiertas, el temor del fraude se diluyó,
el tradicional carro completo dio paso a los equilibrios en las cámaras y en
las regiones; los ciudadanos han adquirido la confianza para cambiar de
gobierno cuando lo deseen sin mayores complicaciones; las libertades civiles y
la crítica son el pan de cada día; los resultados han obligado a los partidos a
renovarse o morir; se consolidó la pluralidad política y se abren mayores
espacios para las minorías; se cumple un principio básico de la democracia: que
la minoría puede convertirse en mayoría; el poder judicial, con sus
resoluciones independientes, está dando muestras que la aplicación de la ley
pisa terreno fértil; se termina la historia oficial e inicia otra. En suma con
la alternancia termina un régimen e inicia otro, que puede ser distinto,
democrático, más justo, dependiendo del grado de madurez y pujanza de los todos
actores económicos y políticos de éste país.
Estos cambios que la alternancia trajo consigo, debe
permitir a todos los mexicanos encontrarse con las verdaderas raíces de su
historia, esto es, estudiar e reinterpretar los hechos históricos de este país
sin apasionamientos partidistas y doctrinarios, de héroes y villanos, de buenos
y malos. La historia escrita e
interpretada sólo por los de arriba ha nublado una serie de hechos históricos
que ameritan ser rehabilitados. Tampoco se trata de escuchar sólo la visión de los
vencidos porque esto nos ha llevado también a venerar sólo nuestras derrotas y nuestro pasado sin
ver el presente y futuro de nuestro mestizaje cultural.
La derrota de la dictadura Priísta de manera pacífica y a
través del voto el dos de julio de 2000, será parte de los movimientos sociales
como los de la independencia, de la reforma y la revolución que le han dado
forma y contenido a nuestra historia. Es
valida la propuesta de Porfirio Muñoz Ledo cuando propone que el dos de julio
debe inscribirse en las efemérides de la nación y ser considerado el inicio de
nuestra IV república.
2.- En éste momento que aspectos
consideran positivos y criticables de la administración de Vicente Fox, al
mismo tiempo cuales serían sus retos inmediatos.
Lo positivo: El respeto a la decisión de los otros
poderes; la disposición y un nuevo enfoque para construir la paz en Chiapas,
cumpliendo con todas las señales del EZLN; el fomento del diálogo y la
tolerancia como valores de la democracia; la convocatoria para arribar a una
profunda reforma del estado; imprimirle a la política exterior, contra viento y
marea, un mejor rol en el nuevo contexto mundial; El impulso del federalismo en
los nuevos presupuestos por estado; ejercer un nuevo estilo de gobierno que
rompe con el pasado; Poner a debate la urgente necesidad de la modernización de
la industria petrolera y eléctrica; La creación de la Secretaria de Seguridad
Pública; la decisión de Estado para enfrentar al narcotráfico,
principalmente.
Respecto a lo segundo, me parece que lo más criticable es
no haber trabajado seriamente en la integración de un gabinete más plural y
representativo de las fuerzas políticas del país, en el entendido que el
gobierno se asume como de transición. El perfil predominantemente empresarial
poco o nada ayuda a crear un proyecto que culmine en la creación de un nuevo
régimen. Que yo sepa, en las experiencias internacionales transicionistas los
gobiernos no sólo son del mayor consenso posible, sino de un perfil
eminentemente político y demócrata. La presencia de serios demócratas en el
primer circulo del presidente como Elizondo, Creel, Castañeda, Luis H Álvarez y Aguilar Zinser no
ha sido suficiente para darle un rumbo claro al país; los personajes de Nuevo
León y Guanajuato pueden ser muy eficaces para la administración de
la calidad total, pero lo que necesita en lo fundamental el presidente
son estadistas y operadores.
Comparto la crítica que se ha venido señalando con
relación a la utilización excesiva de la política mediática a través de los
medios de comunicación. Sin negar la propaganda para difundir logros, es mejor
orientarla para la difusión de mensajes que cultiven una nueva cultura cívica y
política. Si la política fiscal se tuviese que resolver en un referéndum
nacional, cuestión que no comparto, entonces los mensajes podrían tener más
sentido, pero como no es así ¿Qué sentido tiene convencer a la opinión pública
si el poder legislativo no se convence?. Otra disyuntiva es gobernar por
decretos o bandos pero como legalmente no es posible, eso se lo dejamos a los
sistemas de gobierno autoritarios.
Si el Presidente Vicente Fox se reclama ser un demócrata
consecuente y está comprometido seriamente con la transición a la democracia,
todos en su gabinete deben actuar en consonancia, independientemente de sus
ideologías, pero da la impresión que no hay estrategia y proyecto claro. Ojala
pronto observemos movimientos en el gabinete que operen los cambios y destaquen
por tener mayor consenso frente a la nación y entre las fuerzas políticas,
económicas y sociales del país.
En otros temas, el papel asignado a la educación en el
discurso no corresponde en los hechos con la revolución educativa anunciada,
los actores involucrados están pasmados. La reciente renuncia de Rangel Sostman
al Conevyt refleja las serias dificultades para echar andar uno de los
proyectos pilares del nuevo gobierno en la educación, y si a esto le agregamos
la poca brillantez de Támez Guerra el problema se complica. En otro asunto, la
homogeneización nacional de los salarios mínimos no es suficiente para avalar
el pírrico aumento salarial por abajo del índice inflacionario; me pronuncio
por abordar la política salarial en el congreso.
Asumir los programas de combate a la pobreza sin su
revisión y reforma respectiva, pueden traer los mismos resultados. El mejor
presupuesto para el área social que se aprobó por unanimidad en el congreso y
que todo mundo festejó puede parar en el despilfarro y paternalismo. Está
demostrado que el aumento al gasto social en sí no resuelve la disminución de
la pobreza y la marginación. El gasto social ha aumentado en proporción al
gasto total programado y aumentado su participación frente al crecimiento
económico, pero mientras no existan serios mecanismos de evaluación respecto a
los impactos y eficiencia de todos los programas, como no se ha hecho, se incurre en la repetición de políticas
anteriores. No perdamos de vista que la naciente democracia puede tambalearse
en la medida que no se disminuya sustancialmente la polaridad social.
En cuanto a los retos, me parece que el más importante y
de éste se desprenden los demás: es el de pactar con todas las fuerzas
políticas y sociales el nuevo régimen a construir. Las buenas señales y
exhortos de todas partes no son suficientes, se requiere aterrizar. Todos deben
comprender que lo nuevo está por construirse. Si la oposición le está apostando
al fracaso del nuevo gobierno federal no sólo es de extremistas, sino también estaría contribuyendo a la
inestabilidad que puede ser aprovechada de mejor manera por los grupos duros y
conservadores de todo tinte partidario, que culminaría en el 2003 con un
congreso y correlación de fuerzas menos favorable para los pactos políticos.
Tanto el PAN, PRI y PRD dan la impresión, como lo señalan
algunos analistas, que la transición terminó el dos de julio, que hemos
arribado a la democracia y que por lo tanto sólo resta poner en competencia los
distintos proyectos, dándose con todo y cubeta, y esperar la próxima elección.
No se entiende que el reclamo ciudadano del dos de julio fue claro: resuelvan
entre todos nuestros problemas. Así de común y sencillo, sin olvidar que las
mejores transiciones culminan cuando la agenda es pactada y ésta abarca no sólo
los temas políticos, sino también los económicos y sociales. Toda transición
requiere de bondad de las partes, aceptación mutua, concordia, perseverancia y
paciencia para llegar a los acuerdos, sino no es así la oportunidad de diseñar el entramado
institucional del nuevo régimen se puede ir por la borda.
En éste contexto, la reforma
fiscal sería otro de los retos impostergables del nuevo gobierno. Todas las
fuerzas del congreso deben entender que no podemos seguir teniendo un Estado
con grandes obligaciones constitucionales pero con pocos recursos para
cumplirlas. Todos los ciudadanos, en proporción al ingreso y al consumo,
debemos de cumplir con nuestras obligaciones fiscales. No se vale exigir sólo
derechos al Estado sin cumplir con nuestras obligaciones. Tampoco se vale tener
un Estado que no es capaz siquiera de cobrar impuestos.
Los rezagos en la educación, en
la salud y en infraestructura particularmente, son enormes y no puede ser que
desperdiciemos un año más prorrogando nuestros déficit sociales y fiscales. En
la sociedad debe predominar el criterio de que no somos sólo derechohabientes,
sino ciudadanos con deberes y responsabilidades sociales. Es tiempo que arribemos a una profunda
reforma fiscal progresiva que contrarreste la polarización entre miseria y
riqueza. En política fiscal no deseo un Estado populista que prioriza el
endeudamiento y su clientela política para definir sus políticas de gasto
social, ni un Estado Neoliberal que prioriza la depresión salarial y la
venta de empresas del estado para liberar recursos y destinarlos a programas
sociales asistencialistas o sustituye la filantropía por las políticas
sociales.
3.-Vicente Fox siendo
candidato determinó una política de alianzas amplia lo que sin duda le permitió
ganar, para ello estableció compromisos públicos en el marco de lo que se llamó
Convergencia Plural por la Transición a la Democracia. ¿Qué ha sucedido con
dichos compromisos? ¿Incluía laborar en el gobierno federal?.
A mí me parece que los aspectos
positivos que he señalado del gobierno foxista son parte de los compromisos,
empero otros que son de mayor profundidad, como la política económica y social,
requieren de sendos acuerdos en el congreso. A reserva de analizar como vienen
los contenidos del Programa Nacional de Desarrollo, esperemos que ahí se
reflejen una serie de compromisos contraídos por Vicente Fox con diversos sectores
de la sociedad durante su campaña política. Aprovecho la oportunidad para
plantear que dicho Plan debiera ser analizado por el congreso, pues a mí me
parece que las llamadas consultas que se hicieron previamente no es garantía
para que las principales fuerzas políticas lo hagan suyo. Recordemos que el golpe de timón que el
régimen anterior dio a la política económica y social a partir de 1983 no tuvo
el mínimo consenso, provocando la confrontación social y política hasta llegar
a desmantelar de manera autoritaria las bases del régimen heredado de la
revolución mexicana. Aclaro, no se trata de revivir el pasado, sino que el Plan
Nacional de Desarrollo 2001-2006, se construya en un ejercicio verdadero de planeación
democrática y que efectivamente sus metas y resultados sean un golpe de
timón para que el crecimiento de la economía se logre con equidad
y sirva para la democratización política, social y cultural de la Nación.
Si las condiciones por lo pronto o la falta de voluntad
entre las fuerzas políticas no da para lograr un pacto de largo alcance, es el
momento para que a través del Programa Nacional de Desarrollo se discuta a
profundidad el nuevo rumbo del País.
Respeto a lo segundo me remito a señalar la impostergable tarea de
profesionalizar a la administración pública. Hasta el momento, ni de parte del
PAN ni del PRD observo grandes preocupaciones al respecto, partidos que desde
la oposición siempre dijeron estar dispuestos a impulsarlo. La administración
pública sigue viéndose como el espacio previligiado para la colocación de los
grupos de poder, sin importar los perfiles y el apartidismo que necesariamente
deben integrar las funciones públicas para garantizar imparcialidad en su
ejercicio; se inclinan más por las lealtades personales que por las
institucionales, muchos consideran que su empleo se lo deben a los arriba y no
a sus meritos, en consecuencia actúan de
manera cortesana.
En el poder legislativo se
presentan los mismos vicios. Prefieren contratar gestores que asesores. No hay
cultura legislativa; diputados y diputadas, con sus honrosas excepciones,
prefieren elevar sus ingresos que su capacidad legislativa. Por cierto, Sergio
Aguayo, refiriéndose a las tribus perredistas señala que, son serios
contendientes al título del legislador más mediocre. Lamentablemente el intento de impulsar el
servicio profesional de carrera en la cámara baja en la anterior legislatura se vino abajo.
4.-Independientemente
de sus caracterizaciones que tengan del gobierno federal, hoy podemos observar
señales, algunas de ellas simbólicas, de querer cambiar las políticas con
relación a los gobiernos del PRI. En este contexto ¿Cuáles son las propuestas
de la izquierda que actualmente ha considerado el gobierno de Vicente Fox?.
Cuando algunos insistimos, antes
del dos de julio, que el PRD se definiera en torno a la instalación de un
gobierno de coalición con Vicente Fox a la cabeza, no sólo lo hacíamos porque
Cárdenas no tenía posibilidades de ganar, sino porque las propuestas de las
izquierdas estaban llamadas a gobernar. Si los ciudadanos prefirieron a Fox y
no a Cuauhtémoc, no fue porque uno u otro estaba en la izquierda o en la
derecha, sino porque el segundo no supo encarnar el cambio. Desde mi punto de
vista, cuestión que no se atreven a decir públicamente los perredistas, el
responsable principal de no haber logrado la coalición opositora y de la
derrota del PRD fue Cuauhtémoc Cárdenas.
En otro sentido, Vicente Fox sabe muy bien, espero no sufra de amnesia, que gracias
a un sector de votantes que tradicionalmente han votado por la izquierda logró
la presidencia.
Por eso me extraña, que muchos
actores desde la izquierda y otros desde la derecha conservadora en el gobierno
federal sigan sin leer correctamente la lectura de la elección del dos de
julio. La propuesta tradicional del neoliberalismo ya no tiene viabilidad en
nuestro país, ya tocó fondo, su ciclo terminó con Ernesto Zedillo. Si se
persiste, el fracaso no sólo será para el grupo gobernante sino para todo el
país. Pero también la izquierda tiene que entender que entre el neoliberalismo
y una propuesta alternativa hay un gran vacío que no puede llenarse con
generalidades, o como dice Felipe González, con promesas del paraíso
terrenal, como acostumbra la izquierda tradicional de México.
El margen de maniobra entre los
ajustes estructurales promovidos por los llamados gobiernos neoliberales y una
propuesta alternativa es mínimo. A lo mucho, como decía López Obrador siendo
presidente del PRD, se trata de quitarle las aristas filosas al
neoliberalismo. La construcción de
una alternativa es un proceso que requiere de oposiciones propositivas, donde
nadie tiene porqué evadir responsabilidades en el diseño de políticas públicas
y estrategias económicas y financieras que eviten las recurrentes crisis sexenales
que la población ya no tiene porque soportar.
Si los actuales partidos
políticos nacionales se consideran como únicas alternativas de cambio y de
gobierno, estaremos entonces esperando, como ya lo hemos estado viendo, un
escenario de confrontación que no conviene a la naciente democracia. Por ello,
la mejor vía en tiempos de transición a la democracia, es el fomento de agendas
de las principales prioridades nacionales. En este marco, las propuestas de la
izquierda encuentran un terreno fértil para su realización.
Prácticamente con el foxismo en el gobierno, diversos temas que la
izquierda enarboló antes de la caída del régimen priista, están siendo
impulsados porque las condiciones son propicias: Chiapas, iniciativa de reforma
del estado, equilibrio de poderes, federalismo, políticas de atención a
minorías y de capacidades diferentes, etc. Que por cierto son temas que ya no
pueden ser del patrocinio exclusivo de alguna fuerza política en lo particular.
En ese sentido, considero que las
condiciones políticas para establecer gobiernos en coalición están abiertas,
como prácticamente sucede en algunos estados. Si para lograr la alternancia fue
necesario construir una mayoría, para la transición a la democracia es más que
urgente una nueva mayoría que la conduzca y la lleve a buen puerto.
La intención maniquea de abrir una confrontación entre
Conservadores y Liberales de aquí a las próximas elecciones federales, no sólo
no ayuda al país porque ya no estamos en el siglo XIX, sino deja de lado la
tarea central de los demócratas de este País: La de desmontar el régimen
corporativo de la revolución y el diseño
institucional del democrático. Es irracional querer matar la posibilidad del
nacimiento de un nuevo régimen en el afán de obtener beneficios inmediatos. Si
para evitarlo es necesario la emergencia de nuevos movimientos políticos
nacionales que rebasen a los actuales partidos, bienvenidos sean. En lo
personal a mí me parece que es lo mejor que
puede sucederle al actual sistema de partidos.
5.-El PRI, el PRD y voces
del medio intelectual consideran que el gobierno Panista de Vicente Fox es de
derecha y conservador, gobernado por una especie de Consejo de Administración,
¿cuál es su opinión al respecto?.
Por cierto no toda política de derecha es por naturaleza conservadora, porque si de políticas
conservadoras hablamos también hay de izquierdas. Antes y durante el congreso
perredista escuche la aceptación de
tendencias conservadoras en la izquierda, que desgraciadamente terminaron por imponerse.
La idea de mantener intactas y en
el aislamiento a las culturas y tradiciones es eminentemente conservadora, así
como enarbolar la bandera de la defensa de ser diferentes (no se confunda con
diversidad y pluralismo) claro que es conservadora. La defensa de la soberanía
como autarquía (léase nacionalismo revolucionario) es una idea claramente
conservadora. La nueva: la política de no permitir a las minorías, a la hora que deseen, el
disfrute de la vida nocturna en la Ciudad de México no sólo es conservadora sino
reaccionaria. Recuérdese que es responsabilidad del Estado cuidar de la
seguridad de todos los mexicanos (incluido extranjeros) en territorio nacional
sin importar la hora. ¿Es compatible el derecho de las minorías con el de las
mayorías? ¡ Claro que sí ! Son de las virtudes y valores de la
democracia. Por ello, la intención de resolver todo a través de consultas no
sólo es de demagogos y populistas, sino
que es el reflejo del profundo espíritu autoritario de algunos y algunas
gobernantes del DF. La democracia no sólo es el gobierno de la mayoría, sino
también el sistema que defiende el derecho de las minorías y cuando existe la
intención de excluirlas de las decisiones y de sus derechos entonces el
gobierno se convierte, como dice Giovanni Sartori, en la tiranía de la mayoría.
Entonces, el conservadurismo no
sólo es atribuible a la derecha sino también a la izquierda, que explica en
parte el atraso de nuestra cultura política.
Lo mismo podemos decir cuando hablamos de izquierda o derecha democrática.
A diferencia de las equivocaciones de antaño, hoy no podemos decir que hay
democracia con adjetivos y ninguna fuerza política puede patentizar la lucha
democrática en este país. Todas las fuerzas políticas y sociales, algunas desde
dentro o fuera del gobierno, otras desde las filas del movimiento
revolucionario contribuyeron de manera decisiva al derrumbamiento del viejo
sistema. La cultura democrática es reciente y aún está en pañales. Lo ideal es
lograr arribar a un sistema de partidos plural que tenga tanto una derecha como
una izquierda democráticas y modernas y no con los altos grados de
conservadurismo que actualmente tienen ambas.
Es cierto que en el nuevo gobierno conviven
conservadores con liberales, en una especie de gabinete híbrido, predominando
las visiones empresariales con poca sensibilidad social; hay demócratas de
derecha y de izquierda, es un gobierno plural hasta cierto punto. Lo que sí es
de criticar es lo que señalaba en una pregunta anterior, que el gabinete no
está actuando en una visión de conjunto. La distribución de las secretarias
bajo una óptica feudal no tiene mucho futuro mientras el gabinete no tenga el
mayor consenso posible de cara a las principales fuerzas políticas, económicas
y sociales del país.
Podemos encontrar lugares comunes
entre empresa y estado, pero tienen fines distintos. Si en el ejercicio del
poder se fusionan los intereses económicos con los políticos el riesgo de
generar una oligarquía es latente. Evitar ésta tendencia es una obligación no
sólo del Presidente, sino sobre todo de todos aquellos que aspiramos a
construir un Estado democrático y social.
Lo importante al caracterizar al
nuevo gobierno federal es no perder de vista el enfoque político. Esto es, si
nos inclinamos por una definición ideológica nuestra conclusión política será
de rechazo, pero si adoptamos una definición política nuestra conclusión será
distinta. De otra manera, la agenda de gobierno puede y tiene posibilidades de
ser más plural, no sólo por la composición del congreso y la de los gobiernos
estatales, sino porque las tareas después de la alternancia tienen un piso
común: La de construir. Sin negar un necesario ajuste con nuestro pasado, las
acciones por venir deben ser primordialmente fundacionales, la de construir
nuevas instituciones económicas, sociales y políticas, y para lograrlo nadie
debe excluirse. Quién lo niegue ahora, mañana se verá obligado por las
circunstancias.
6.-El cinco de febrero el
presidente Vicente Fox llamó a todas las fuerzas políticas y a la llamada
sociedad civil a discutir a profundidad la viabilidad o no de una nueva
constitución política, ¿Consideran que es necesaria una nueva constitución
después de la alternancia?.
La iniciativa es de lo mejor en estos seis meses de
gobierno. El tema se complica cuando las principales fuerzas políticas
concentran mucho de sus energías en su dinámica interna, por sobre la visión de
estado que requiere éste tipo de temas.
Lo mejor, como ha sucedido en
otros países, sería que la construcción de un nuevo régimen culmine en el
diseño de una nueva constitución política. Lamentablemente en este debate
observo muchos prejuicios. Unos, con cierta razón, señalan que el problema no
es la constitución sino su cumplimiento; otros, dicen que sólo requiere de
ciertos ajustes y actualización. Lo real es que las iniciativas de ley que
impulsa el gobierno federal y las que
promueven los partidos políticos necesariamente arrojarán la fisonomía de una nueva constitución:
Presidencia acotada, equilibrio de poderes, federalismo, reformas a la ley electoral, hacienda
pública, reformas del sector eléctrico y petrolero, reformas a la ley federal
del trabajo, etc.
Lo sensato sería que cada uno de
estos temas sean parte y producto de un gran acuerdo y no sean abordados de
manera aislada, porque se corre el riesgo de las inconsistencias legales y
políticas. La nuestra sigue siendo de las constituciones más añejas, muchas de
sus reformas han alterado su esencia, que por cierto los artículos 27 y 123,
junto con el 73 son los que más modificaciones han tenido, particularmente el
último ha sido el medio por el cual se ha perpetuado el centralismo. De los 136
sólo 35 no han sufrido reformas.
La preocupación por reformar la
constitución fue notoria en los 32 foros estatales que organizó la pasada legislatura,
se presentaron 1,216 propuestas para modificar 124 artículos. Estas y otras
pueden o tener mérito de ser consideradas, pero sí requieren de espacios
institucionales para su discusión con el compromiso de ser impulsadas. Me
parece que es necesario retomar uno de los ejercicios más plurales que yo
recuerdo de nuestra época reciente como fue el seminario del castillo de
chapultepec en enero de 1996, en aquel momento para concluir en 60 acuerdos para la Reforma
Político Electoral. Hoy la agenda puede ser ampliada al de la constitución en
lo general.
Es importante no olvidar que las
constituciones deben ser producto de un gran pacto entre todas las fuerzas
políticas, no obstante que para el caso mexicano no todas han sido producto del
consentimiento de todas las fuerzas políticas, lo que ha orillado al país
a nuevos conflictos políticos y
sociales. También es imprescindible señalar, como dice el maestro Arnaldo
Córdova, que la constitución no es un dogma y que por lo tanto hay que
estar dispuesto a discutir todo. Si de antemano algunos ponen sus condiciones
las posibilidades de un nuevo pacto político y social para un México nuevo se
pueden alejar.
7.-Algunos de ustedes eran
militantes del PRD, otros sencillamente eran de otras Izquierdas sin militancia
orgánica, ¿su opinión con relación al PRD y su papel que debe jugar en el
actual proceso de transición?.
A diferencia de los intocables que nunca han sido
sancionados por denigrar la imagen del PRD en los últimos años, en mi caso sí
se ensañaron. La verdad es que sentí mucha distinción, que por cierto, ni el
Comité Ejecutivo ni la Comisión de Garantías del DF tuvieron la capacidad de
cubrir los procedimientos conforme a derecho. Finalmente, mi intención de no
renunciar antes de llamar a votar por Vicente Fox, fue con la intención de
demostrar la parcialidad de los dirigentes corporativos y llamar la atención
acerca de la importante decisión histórica
que habría que adoptar el dos de julio.
Desde mi incorporación al partido siempre fui crítico de
lo que consideraba incorrecto, con el tiempo esto no me sirvió para hacer
carrera dentro del mismo; además que no contaba con las grandes masas de
afiliados. Ingresé al PRD en mayo de 1992, mi deslinde de las prácticas
corporativas y clientelares fue mi acto de presentación. En términos de
propuesta política simpatice con las que planteaba la Corriente por la Reforma
Democrática. En el III congreso que se realizó en agosto de 1995 simpatice con
la propuesta de la transición pactada y pacífica que impulsó Muñoz Ledo. En las
tres últimas elecciones internas del PRD a nivel nacional coincidí con Amalia
García, empero, en su afán de querer ser presidenta a toda costa la llevó a
cometer toda una serie de vicios e inconsecuencias, hasta perder mucho de la
autoridad moral y política que tenía en amplios sectores de la militancia de
base. En 1997 impulse la precandidatura de Muñoz Ledo frente a la de Cárdenas.
En 1999 coincidí con la precandidatura de Pablo Gómez en el DF frente a la de
López Obrador; que por cierto a este último se le olvidó la máxima juarista de
que nada ni nadie por encima de la ley. A la presidencia de la republica
siempre simpatice por la coalición opositora y quién la encabezara.
Actuar como piensas tiene sus costos, los asumo muy
convencido de que la libertad es un valor supremo que le da dignidad al hombre.
Dignidad que no estoy dispuesto a perder, pues prefiero vivir para la política
y no ser un vividor de la política.
Respecto al VI congreso perredista, ni fue de refundación
ni de reforma radical. Prácticamente todos los analistas coinciden que fue más
de lo mismo. En lo particular considero que la izquierda tradicional del
nacionalismo revolucionario se impuso en Zacatecas. En una primera lectura de
sus nuevos documentos me encuentro aún a una izquierda reactiva y dogmática que
sigue ofreciendo el mañana, sin preocuparse en tener vocación de mayoría. Se
podrá decir que ya se gobierna, pero sus políticas siguen sin convencer a la
mayoría nacional. Las reformas que lograron son en lo fundamental de carácter
doméstico, cuando lo que se necesitaban eran reformas que trascendieran en la vida política nacional.
Preocupa la orientación de su
línea política en relación al tema de la
transición y la reforma del estado. Todo es ambigüedad. ¿Se podrá avanzar en
una profunda reforma del estado sin pactos de largo plazo con el
gobierno de Fox?. Su resolución que considera sólo acuerdos políticos
circunstanciales, le apuesta a una estrategia de constante
confrontación con el gobierno federal.
Su lectura del dos de julio es simple: Ganó más de lo mismo y ahora hasta
conservadores son. En esta línea están enfiladas las baterías de Cuauhtémoc,
Rosario y Obrador. Como dice Roger Bartra, espero que la abeja resista la
tentación de clavar su aguijón venenoso en el proceso que no logró encabezar,
pues podría resultar un episodio suicida, ya que es sabido que este insecto
muere en el acto de la agresión. Por
otro lado, el congreso no le otorgó todo el aval institucional a la dirección
del partido para pactar la transición a la democracia. Por eso la línea
política es ambigua, da para que la interpreten a su manera tanto los ultras
como los moderados. En la cámara baja hacen una cosa distinta que en la
alta y el gobierno del DF plantea ante
el gobierno federal una propuesta al margen del CEN en el terreno fiscal. Al
igual que en el PRI ¿Quién manda en el PRD?.
Otro dato significativo es la relación que el PRD le
otorga al programa con la estrategia. Cuando su congreso resuelve primero su
estrategia y después discute el programa, lo único que están demostrando es que
no les interesa hilar su propuesta programática con las necesidades inmediatas
y específicas del país. Su propuesta, de acuerdo a su estrategia definida, sólo
es aplicable cuando sea gobierno. Por eso en sus documentos es muy recurrente
encontrar la idea de que sólo es posible los acuerdos si el adversario coincide
con lo que el PRD propone; la apuesta
política para que el gobierno foxista fracase con todo y reforma del estado es
otra evidencia de la separación de su programa con la realidad concreta.
Finalmente, el congreso no resolvió que política es la
que tiene que gobernar el PRD en los próximos tres años. Los dos grandes
planteamientos siguen confrontados, dentro y fuera del partido. En los partidos
modernos las posiciones políticas que pierden el debate y la votación,
simplemente dan el paso a que los otros dirijan. Aquí, se atrincheran en sus
posiciones y cada quién hace lo que más
le convenga.
8.- Actualmente el gobierno de Vicente Fox tiene
ante sí a dos actores políticos importantes, el de Andrés Manuel López Obrador
en el gobierno del D.F. y el de Marcos con el EZLN. Se observa una rivalidad de
tres, éste último con un fuerte apoyo de la llamada sociedad civil. ¿ Que
opinan al respecto?.
La política y estilo de
gobierno de Andrés Manuel tiene más parecido al populismo que a la visión de un
demócrata. Su política de austeridad republicana no va acompañada de una
política de eficiencia en el ejercicio público. Liberar recursos para la
política social con esas medidas, no va al fondo en la definición de políticas
de equidad y distribución de la riqueza. Distribuir tarjetas y becas sin
criterios de justicia marcan un fin más clientelar que de equidad. Construir
Preparatorias por Delegación, como lo señalan algunos especialistas, son parte
de una política populista que va derecho a convertirse en el viejo
proyecto de prepas populares y no encajan en la preocupación central de la
educación: su calidad.
Recurrir principalmente al
endeudamiento -en casi cuatro años de gobierno perredista se ha triplicado la
deuda- y a los recursos de la federación para definir su política de
presupuesto, sólo demuestra que no tiene una definición clara de política
económica y financiera, que finalmente son los instrumentos idóneos para
combatir la desigualdad social. Rechazar a priori el alza de impuestos en lo
general no sólo abandona la impostergable definición de una política hacendaria
en la ciudad, sino que prorroga los grandes retos capitalinos como el drenaje,
el agua, el empleo, el transporte, el medio ambiente, la procuración de
justicia, la seguridad pública y la profesionalización de la administración.
La pésima administración
de Cuauhtémoc y Rosario y lo que va de Andrés Manuel no marcan una diferencia
sustancial respecto a las administraciones priístas, es más clara la diferencia
entre el último y los dos primeros. Los gastos excesivos en un 40 por ciento
mayor que en los tiempos de OEV y el uso del erario público con fines
personales y electorales, dicen que no es corrupción porque no se llevaron nada
en los bolsillos. ¿Entonces que es la manipulación del gasto, las prebendas,
los altos salarios, asesores a diestra y siniestra...?. Como dice un propio
analista económico de sus filas: esto es cinismo.
En el terreno de la
política de participación ciudadana, que sería otro de los aspectos que podría
distinguir a un gobierno de izquierda con los del pasado, sucede casi lo mismo: Control de la participación, y
cuando hay control ya no es participación. El propósito de implementar el
cuarto nivel de gobierno con los comités vecinales no sólo refleja ignorancia,
sino también la intención de romper con la autonomía y la libertad que requiere
todo tipo de participación, libre de todo tutelaje. Recientemente escuche a una Jefa Delegacional
decir que no hay corporativismo en su gobierno como sucedía con la vivienda,
los vendedores ambulantes y las despensas, mientras sus colaboradores
controlaban una mesa de registro de asistentes a una asamblea vecinal convocada
por un comité vecinal territorial.
La promoción de consultas
como una norma y no como una excepción, señala José Antonio Crespo, lejos
de preservar la gobernabilidad y
funcionalidad que exige la democracia, provoca entorpecimiento
extremo, pero también refleja la incapacidad de
gobernar con políticas públicas bien definidas, que la intención de gobernar con
el pueblo y para el pueblo. No se entiende que
el pueblo no es masa, es un conglomerado que expresa diversas visiones e
intereses y el gobierno no debe porqué estar enfrentando a unos contra otros en
el afán de conservar una supuesta imparcialidad que le reditué futuros
beneficios electorales.
Respecto a Marcos
considero que se convirtió en un enigma, en un Mesías e ideólogo para ciertos
sectores de la izquierda. Encontraron en él lo que no pudieron ser como
revolucionarios y muchos otros más ven en él una actitud de rebeldía contra
todo tipo de autoridad, particularmente los jóvenes.
La llamada social civil
que apoya al EZLN se cruza con la del PRD, agregándole otros sectores que no
comparten la vía electoral y la democracia. La plataforma en su conjunto del
Neozapatismo es válida; la dignidad y el mejoramiento de las condiciones de
vida de los indígenas no pueden regatearse. Eso no está a discusión. Lo discutible
es la política y la estrategia para la solución.
No comparto su política
vanguardista de querer representar a todos los indígenas. No comparto su
profundo espíritu autoritario y el de sus asesores al querer imponer a toda
costa su proyecto de ley indígena a un congreso plural legítimamente electo,
sin importar también la diversidad de las comunidades indígenas. No comparto la
utilización de la democracia sólo como bandera sin asumirla como un
procedimiento y principio en la solución de controversias.
Esta crítica elemental y
que muchos evaden para que no sean regañados por el Sub, no niega sus aportes al derrumbamiento del viejo
régimen. Ahora, lo que muchos esperamos, son sus aportes a la democracia y a la
construcción de un nuevo régimen. Ojala no sea mucho la espera.
9.- De momento da la impresión que algunos
sectores de la izquierda se olvidan del PRI como si éste partido estuviese en
proceso de extinción, ¿Es así? ¿Qué futuro le espera?
Quiero señalar que la
corriente denominada renacimiento que
acaba de surgir y que plantea una total refundación del PRI, es lo más sensato y mejor que le puede pasar a
este partido. Pero antes que lo logre, por ahora y por la fuerza que sigue
representando en el país y en el congreso, es pertinente que resuelva su
institucionalización y su unidad en la
acción para garantizar la necesaria gobernabilidad que requiere el país en
estos tiempos de transición. Al perder al jefe nato que representaba la
presidencia de la república el PRI ha tendido a la feudalización. Como dice
Carlos Fuentes, es una gallina sin cabeza.
Otros pueden estar frotándose las manos al considerar que este partido está en
su fase terminal y sólo esperan engrosar sus filas a nuevos conversos.
A diferencia de los deseos
de muchos, en los sondeos de opinión, el PRI sigue teniendo fuertes
preferencias electorales en muchos estados de la república y a nivel nacional
sigue siendo segunda fuerza, aunque muy abajo del PAN. El 2003 puede ser la
madre de todas las batallas que tenga el PRI como partido político no estatal y
comience ahí la definición de su futuro.
Si el PRI llegara a
refundarse o seguir igual, inclusive estar en posibilidades de reconquistar el
gobierno, puede ser normal mientras a todos nos quede claro, particularmente al
PRD, que la vieja cultura del PRI como sistema político y cultural
(corporativo, clientelar, paternalista y patrimonialista) ya no debe
gobernarnos en este país. Esto tendrá que
quedar atrás. Si no es así, la restauración será latente y puede regresar por el lado menos
esperado. Obsérvese y analícese con
calma algunos estilos del gobierno capitalino, pero sobre todo no perdamos de
vista la restauración silenciosa del clero conservador, aliado de algunos
panistas; que se siente ganador y empieza a decirnos, dentro y fuera del
gabinete, cómo comportarnos en la vida privada y pública.
10.-Por último, ustedes como hombres de izquierda ¿qué
piensan del futuro de las izquierdas en México?
¿Tiene sentido la dicotomía derecha-izquierda?.
Claro que tiene sentido la
dicotomía. Mientras en el mundo y en el
país sigan existiendo grandes desigualdades sociales, la violación de los
derechos humanos, un mundo deshumanizado por las guerras y la exclusión, la
depredación de la naturaleza, la segregación racial, el fundamentalismo y el nacionalismo chovinista, la necesidad de
una izquierda renovada es más que necesaria. Es natural que ésta agenda también
la asuman otras corrientes ideológicas, pero las izquierdas tienen el deber de
imprimirle un sello más liberador y
emancipador.
En la distinción entre la
izquierda y la derecha, Norberto Bobbio señala
que, el criterio más frecuente adoptado para diferenciar una de otra es
el de la diferente actitud que asumen los hombres que viven en sociedad frente
al ideal de la igualdad, que es, junto al de la libertad y al de la paz, uno de
los fines últimos que se proponen alcanzar. Las
políticas de la izquierda deben tender a convertir en más iguales a los
desiguales, sin incurrir en el falso
igualitarismo del otrora socialismo real.
Respecto al futuro de las
izquierdas en nuestro país la verdad es de incertidumbre, siguen padeciendo de
mucho sectarismo y sus formulaciones muy defensivas. Las expresiones o voces
que plantean su renovación total están dispersas. En el PRD están en franca
minoría, fuera de él no tenemos ni la capacidad para comunicarnos. Tengo
entendido que algunas fuerzas que se identifican con la izquierda ya
solicitaron su registro como partido, pero finalmente se incurre en los mismos
errores: no es precedido de un amplio y profundo debate, las convocatorias para
construir están llenas de sectarismo, predomina el espíritu de grupo y las
propuestas sólo se dan a conocer en tiempos electorales.
De lo que estoy plenamente
convencido es que las condiciones de ahora son mucho más favorables para que se
desarrollen las propuestas de una izquierda racional, moderada y tolerante, de
corte socialdemócrata. Las experiencias han demostrado que en los sistemas de
gobierno democrático, las tendencias moderadas son más propensas a
desarrollarse a diferencia de las ideologías y políticas extremistas que
tienden a aislarse. Lo mismo sucede en tiempos de transición a la democracia.
En esta etapa, la izquierda –y la derecha- tiene que ser eminentemente
propósitiva, sus energías deben orientarse plenamente a construir o reformar
las instituciones. Pero para ello tiene que demostrar un estilo y método
conciliador; dialogar intensamente para acordar las tareas y etapas para
construir el nuevo régimen.
Lamentablemente estas
preocupaciones suenan más fuera que dentro de los partidos, prácticamente todos
gastan sus energías en afinar sus estrategias para ganar las próximas
elecciones estatales y la federal de 2003. No digo que no lo hagan, pero al
abandonar las tareas de la transición lo único que demuestran es que sus proyectos electorales y de poder se
imponen al proyecto de transformación del país. El poder por el poder sin ir a
la raíz de los cambios.
En estos momentos el país
necesita un fuerte movimiento comprometido con la transición y la reforma del
estado, que debe tejerse dentro y fuera de los partidos. Incluso, es preciso
convocarlo y construirlo, y en este proceso las izquierdas deben ser muy
influyentes. Se entiende entonces, que una izquierda con futuro sólo es viable
si se compromete seriamente con un movimiento plural y convergente de este
tipo. Además, tiene que romper tabúes en el debate de temas como la soberanía,
nacionalismo, la globalidad, productividad, flexibilidad laboral,
individualismo, el derecho, gobernabilidad, impuestos, libre mercado, Cuba, la
libertad y la tolerancia, la tercera vía,
entre otros temas que apunten a la actualización de la izquierda. Tiene
que dejar atrás su pereza intelectual y redescubrir o rehabilitar a pensadores
que ha mantenido en el olvido.
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