LA IZQUIERDA Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA
Ignacio
Pinacho
20 de noviembre de 2008
A
propósito de su 98 aniversario y a dos de sus festejos en ocasión de su
centenario, corrientes políticas de diverso índole -particularmente de la
izquierda- siguen viendo en la Revolución Mexicana una causa y bandera que
sustenta sus acciones.
Desde
finales de los años cincuenta del siglo pasado, la mayoría de grupos de
izquierda independiente, como el Lombardismo y el mismo PCM, se consideraban
como el ala socialista de la gesta revolucionaria. Empero, posterior al
gobierno de Lázaro Cárdenas, propiciada por los gobiernos llamados contrarrevolucionarios
de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán Valdés, la izquierda empezó a tomar
distancia de “la familia revolucionaria”, buscando con ello un sustento
ideológico distinto al que mantuvieron durante la posrevolución.
Como
lo señala acertadamente Enrique Semo, con la crítica de la ideología de la
Revolución mexicana que seguía siendo a la vez dominante y oficial, la
izquierda puso las bases para la construcción de una tradición y un proyecto
claramente diferentes de los impulsados por los gobiernos del PRI. La izquierda
independiente propuso una revolución socialista. (La
izquierda mexicana en los albores del siglo XXI. Océano. 2003). En la izquierda llamada
revolucionaria, en oposición a la reformista, la crítica fue más radical,
particularmente a raíz de la fuerte represión gubernamental al movimiento
estudiantil de 1968.
Lo
paradójico de ambas corrientes de izquierda es que treinta años después, terminaron
por abrazar nuevamente, como resultado de la fusión con el nacionalismo
revolucionario del PRI (la Corriente Democrática), las banderas de la
revolución mexicana: “Nuestra tradición funde y articula la firme oposición al
saqueo imperialista y las luchas por la emancipación económica y la paz mundial
con las de los nacionalistas comprometidos con el programa de la Revolución y
en defensa de la soberanía nacional”(Documentos
básicos aprobados por el Primer Congreso
Nacional del PRD el 20 de noviembre de 1990).
Sin
duda, el peso o la loza de “la ideología de la revolución” han marcado, en
distintos momentos, la evolución de nuestras izquierdas. Ha sido, como dice José
Woldenberg, un paraguas que ha arropado tanto a derechas como a izquierdas. (98 años. 20 nov. 08. Reforma). La discusión sigue presente y
rondando como fantasma a la izquierda más representativa de nuestro país. A
pesar de que el PRD se asumió posteriormente como un partido de izquierda, y en
su X Congreso como socialista, diversas expresiones y grupos sus discursos y
prácticas políticas siguen influenciados por la
mitología revolucionaria. Siguen venerando a la Constitución Política
como un dogma cuando que sus pilares fundamentales que la sostienen han sido
reformadas en distintos episodios legislativos.
Pero
la mayor influencia que ha sido muy perniciosa para la izquierda y que se ha
convertido en práctica cotidiana, es asumir como natural la “cultura”
corporativa y clientelar heredada del viejo régimen autoritario. Porque “eso
que llamamos Revolución Mexicana es de matriz, corporativa, poco liberal y poco
democrática. (Que, además) Tiene un trasfondo demagógico y populista que apenas
puede ocultarse.” (Cuentos de la
Revolución. 20 nov. 08. Milenio). Mientras
estos rasgos sigan influyendo en el sustento ideológico y práctico de la izquierda, serán otras las corrientes
políticas contemporáneas y modernas que estarán en mejores condiciones de
gobernar este país.
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