miércoles, 18 de enero de 2012

6 DE JULIO DE 2003: PLATAFORMA PARA EL 2006


6 DE JULIO DE 2003: PLATAFORMA  PARA EL 2006

Ignacio Pinacho
6 de noviembre de 2002
La disputa electoral del 6 de julio de 2003 ya inició. El gobierno foxista será sometido a refrendo; el PAN tendrá que demostrar su verdadera fuerza; el PRI se alista para intentar regresar a los pinos; el PRD buscará llegar a los niveles de votación de 1997; el PVEM y PT tendrán que demostrar de que están hechos sin los apoyos gubernamentales que los vio nacer; los partidos recientes y emergentes tendrán que confirmar si pueden ser opciones de arraigo social. Estarán en disputa 500 diputaciones federales, seis gubernaturas: Campeche, Colima, Nuevo León, Sonora, Querétaro y San Luis Potosí; 912 presidencias municipales; 502 diputaciones locales; 16 Delegaciones Políticas en el D.F. y 66 diputaciones de la Asamblea Legislativa del D.F. Más de 60 millones de potenciales votantes estarán a disposición de los candidatos en el mercado político.
En el entendido que las elecciones de julio no modificará sustancialmente la correlación de fuerzas políticas, sí se distinguen de otras intermedias por ser una clara plataforma de lanzamiento para el 2006; de manera muy anticipada se barajan nombres de personajes de los diversos partidos políticos. Ante la ausencia de una mejor legislación política y electoral y de partidos, todos ellos vienen tejiendo de ya sus alianzas políticas de manera anticipada, mientras la agenda del cambio sigue prorrogándose.

Las estrategias electorales empiezan a desenvolverse; las tendencias y escenarios electorales tensan y concentran a las direcciones políticas de los partidos; otros factores, como los medios de comunicación, la imagen de los partidos, la lucha contra la corrupción, la aprobación del presupuesto de ingresos y egresos en el Congreso, entre otros, también juegan su papel en las elecciones. Como en ningún otro sexenio, en éste se ha desatado la disputa por la presidencia de la república con mucha anticipación. 

ESTRATEGIAS ELECTORALES

EL PAN

Teniendo como objetivo central alcanzar el 43% de la votación nacional (para obtener mayoría absoluta en la cámara baja), el PAN se propone impulsar dos estrategias cardinales: combatir el abstencionismo y lograr el mayor número de votos, independientemente de quién gane; y dos, evitar caídas electorales producto de factores exógenos, es decir, de tal forma que errores del gobierno federal, por ejemplo, no les afecte de manera determinante. Se trata de ganar y modificar sustancialmente la correlación de fuerzas en la cámara baja, para darle al gobierno de Vicente Fox el mayor margen de maniobra para avanzar en el proceso de transición.

Para lograrlo, el PAN considera esencial entender el reto de ser partido en el gobierno, lo que lo obliga a desarrollar instrumentos que contribuyan a satisfacer las demandas de la ciudadanía, a través del acceso a los programas de apoyo del gobierno federal. En una serie de manuales, distribuidos en el partido, se divulgan las acciones de gobierno de alto impacto; con la finalidad que los militantes sepan exactamente hacia donde y a quien dirigir sus actividades de campaña. En los manuales se detallan las guías para promover los proyectos como el de empleo temporal, fomento ganadero, programa oportunidades, superación de la pobreza urbana, programa nacional de becas, entre otros. Todo este programa ha sido elaborado por la Dirección Nacional de Promoción Ciudadana del CEN del PAN.

Por otro lado, se procura aprovechar la experiencia e infraestructura que se obtuvo en el año 2000 con los Amigos de Fox, creando un nuevo organismo extrapartidario (Amigos 2, apoyo al cambio) que pretende tejer toda una red ciudadana para conservar y estimular la libertad de acción política, y que tenga como fin seguir impulsando el cambio que representó la elección del dos de julio de 2000. De igual forma, a través de la Secretaria de Acción Juvenil, se ha creado un proyecto llamado Amigo Azul, que tiene como objetivo contar con 100 mil simpatizantes, apoyándose en la estructura que heredó Amigos de Fox.

EL PRD

Su estrategia se basa en “presentar a la sociedad mexicana la imagen de un partido renovado, que ha aprendido de las experiencias, y en particular la del año 2000; y que ha corregido sus errores, ha superado las divisiones internas, ha consolidado su vida institucional y hoy puede ofrecer una visión y una capacidad para conducir los cambios necesarios que el país requiere; preservando el patrimonio nacional, las conquistas sociales que son históricas para las grandes mayorías nacionales y los valores culturales que le dan identidad a nuestra nación ”.

El objetivo del PRD es aumentar su nivel de votación en comparación al año 2000, de pasar del 19 por ciento al 25 ó 28 por ciento de la votación nacional. Esto tendría que traducirse en ganar 100 distritos electorales y 130 diputaciones federales en total. En otras palabras, el perredismo pretende ganar la mayoría de los distritos electorales ahí donde ha obtenido más del 30 por ciento de la votación en alguna de las dos últimas elecciones federales o en los distritos ubicados donde gobiernan. Las entidades que el PRD ubica como medulares para su estrategia son Michoacán, Distrito Federal, Tabasco, Zacatecas, Oaxaca, Guerrero, Tlaxcala y Baja California Sur.

La táctica perredista arranca con un análisis detallado por distrito y con el nombramiento de tres dirigentes responsables por cada uno de los distritos electorales. Estos “operadores políticos ” tendrán, ente otras funciones, las organizar encuestas y sondeos para detectar las posibles y mejores candidaturas y las probables alianzas. En las ciudades grandes y medias, el PRD intentará promover proyectos y liderazgos nuevos, que le permita posicionarse en los sectores medios y altos de la población.

Para lograr todos estos propósitos, los perredistas apremian y valoran su unidad interna, y trabajan por definir un pacto interno entre todas sus corrientes políticas, con la finalidad que sus candidaturas sean las más fuertes, independientemente al grupo al que pertenezcan o que sean externas.

Toda esta decisión política, está pensada y enfocada para alcanzar la suficiente fuerza que les permita posicionarse bien rumbo a las elecciones presidenciales de 2006; explotando hasta donde sea posible, las experiencias e imagen de sus gobiernos estatales y municipales.

EL PRI

Su estrategia tiene como objetivo primordial ganar la mayoría de los puestos de elección popular en disputa. Partiendo de la experiencia exitosa que cosecharon en Nayarit, los priistas implantarán un proyecto que lo clasifican de lo más avanzado y que consiste, en crear un modelo para la contienda de mayoría relativa, y otro, para la contienda de representación proporcional. 

Los modelos incluyen una intensa campaña que buscará captar el sufragio de la clase media  de los centros urbanos del país. La CNOP será de sus puntales básicos para lograr dicho objetivo, además, el priismo ve con buenos ojos la construcción de alianzas con partidos, organizaciones no gubernamentales y agrupaciones políticas nacionales; avanzará en la rearticulación de la red de gestión social del partido a través de sus comités seccionales. Se trata de lograr una mejor comunicación con las clases medias populares, y resolver sus múltiples problemas que se han visto agravados por la política económica errática del gobierno, señala la estrategia electoral (Un modelo de unidad congruencia) elaborada por su Secretaría de Acción Electoral.

Por otro lado, se persigue incorporar a todos los alcaldes de filiación priista a una táctica electoral específica llamada cohesión para ganar. Para ello, se proponen redimensionar y fortalecer la rendición de cuentas en el uso de los recursos, con el fin de que la transparencia sea un valor tomado en cuenta por los electores. Así también, se plantean alianzas con otras fuerzas que tengan planteamientos políticos coincidentes en cada uno de los municipios que gobierna.

Otra de las líneas estratégicas del priismo es la de promover su novedosa segunda alianza de representatividad, que consiste en hacer converger a las fuerzas de la democracia social, con la finalidad de lograr alcanzar una nueva mayoría que el país reclama.

OTROS PARTIDOS

Tanto el PSN como el PAS tendrán serias dificultades para refrendar su registro en julio de 2003. Es probable que el PVEM, Fuerza Ciudadana y el PLM, establezcan una alianza electoral con el PRI. Desde cualquier punto de vista a todos les convendría un acuerdo de este tipo. Los tres primeros garantizarían su registro de antemano y el PRI obtendría en ellos unos fieles aliados para la elección presidencial.

Convergencia y México Posible se disputarán el centro político abandonado por el PRD.  Ambas fuerzas políticas, con sus respectivos matices y acentos, reivindican a la socialdemocracia. Convergencia, que ha logrado crecer con gran consistencia, pretende alcanzar el suficiente nivel de votación que le permita llegar a ser la cuarta fuerza política del País. México Posible, pretende disputarle el voto verde al PVEM y conquistar el voto de las minorías sociales que se manifestó en la elección del 2000.

En el D. F. Convergencia y México Posible tienen posibilidades de explorar la vía de las candidaturas comunes, tanto para Jefes Delegacionales como para Diputados locales. Esto ayudaría a posicionar a una izquierda nueva y diferente a la del populismo perredista. Si ambos partidos consiguieran refrendar su registro nacional, se colocarían en excelentes condiciones -como coalición- para ser una opción viable en el 2006.

TENDENCIAS Y ESCENARIOS ELECTORALES

Resultado de veintiún elecciones que se han realizado durante los años 2001 y 2002, los partidos políticos empiezan a hacer sus cuentas y a efectuar sus proyecciones rumbo a las elecciones de julio del 2003. La oposición hace cuentas alegres a partir de la menor votación que ha tenido el PAN respecto a las elecciones de julio de 2000; no obstante, que los tres principales partidos presentan una tendencia a la baja en su votación, porque, como es natural, la participación en elecciones intermedias o locales es mucho menor que la registrada en una elección presidencial.       

Empero, es de señalar que el PAN no sólo ha sacando menos votos, sino que éstos se concentran sólo en algunas regiones. Es una dispersión de votos que resulta poco eficiente y recomendable para una elección nacional como la del año próximo.

María de las Heras publicó un estudio en julio pasado, tomando como base las elecciones en 2001-2002 que se realizaron en 19 estados de la república y donde se concentra el 46 por ciento de votantes del país que, al compararla con la votación de julio de 2000, muestra interesantes proyecciones.

En las entidades que consideró de las Heras para el análisis se concentran 142 distritos electorales federales. De ellos 50 los ganó el PAN en la elección presidencial, 78 los ganó el PRI y 14 el PRD. Con los resultados locales 2001-2002, vistos en el ámbito de distritos electorales federales, el PAN estaría ganando 33 distritos, es decir, pierde 17 de los que tenía; 16 los gana el PRI, para llegar a 94 distritos; y el otro lo gana el PRD, sumando 15 distritos.

Según de las Heras, si ese comportamiento se mantuviera para las elecciones de julio de 2003 y, además, se repitiera esta tendencia en el resto del país, entonces el PAN podría ganar en 103 distritos de Mayoría, 39 menos que los que ganó en el 2000; de éstos el PRI se quedaría con 27, llegando a 159 distritos de Mayoría; y 12 serían para el PRD, que llegaría a 38 distritos.



PAN
PRI
PRD
 TOTAL


PAN
PRI
PRD
 TOTAL
Distritos mayoría 2000
(19 estados)

 50

 78

 14

  142

Distritos mayoría 2000 (Nacional)

142

 132

 26

  300
Distritos mayoría 2001-2002
(19 estados)

 33

 94

 15

  142
Estimación 2003 (Nacional)

 103

 159

 38

  300

En cuanto a la votación por partido, sumando las 19 entidades con elecciones locales 2001-2002, el PAN obtuvo (hasta la fecha del estudio) 4.3 millones de votos, el PRI 5.9 millones y el PRD 2.3 millones. Comparado con las votaciones de la elección de diputados federales de 2000, el PAN pierde 28 por ciento, el PRD 21 por ciento y el PRI pierde 15 por ciento.

De acuerdo con estas proyecciones realizadas por María de las Heras, si se extrapolan los votos obtenidos en las elecciones locales a nivel nacional, el PAN en estos momentos (julio 2002) obtendría 10 millones de votos (37%), el PRI 11.8 millones (43%) y el PRD 5.6 millones (20%). Este análisis no considera a los partidos pequeños y emergentes.

Entonces, al combinar los porcentajes de votación para calcular representación proporcional con los distritos de fórmula de mayoría que ganaría cada partido, bajo el supuesto de que permanecen las tendencias observadas durante 2001 y 2002, tendríamos que el PAN podría obtener 176 cúrules, 35 por ciento de la Cámara de Diputados; mientras que el PRI podría conseguir 245 posiciones, 49 por ciento del total; y el PRD alcanzaría 79 diputados, 16 por ciento de la Cámara Baja.  Hasta aquí las proyecciones de Heras.

En el PAN saben muy bien que en las elecciones intermedias no les ha ido muy bien, de acuerdo a sus indicadores históricos. En la elección de 1991, entre los comicios presidenciales de 1988 y 1994, sólo obtuvieron 10 diputaciones federales por mayoría, y en la intermedia entre 1994 y el 200, ganó 65 diputaciones por mayoría. Para el 2003, el PAN necesita ganar 157 distritos electorales por mayoría y el 43% de la votación nacional, para sumar los cúrules suficientes para tener mayoría en la Cámara Baja y, facilitarle así, al Presidente Fox, un mejor ejercicio de gobierno.

Este propósito se observa difícil de cumplir, más si consideramos que en las elecciones intermedias la participación ciudadana disminuye sustancialmente. Además, el blanquiazul tendría que ganar 16 distritos más, si es que puede refrendar el triunfo en los 141 que obtuvo el dos de julio de 2000, cuando, por cierto, Vicente Fox ganó en 177 distritos electorales.

En el PRD se analizan todos los probables escenarios. El escenario político deseable implica el desencanto de la población con el PAN y el repudio al PRI.  Para conseguirlo, el PRD espera un escenario turbulento, es decir, con un porcentaje mayor de voto duro o fiel, para que el resultado les permita regresar al escenario electoral tripartidista de 1997. En este caso, la Secretaria de Asuntos Electorales calcula que el PAN disminuiría su votación al 28.5 por ciento; el PRI al 32.9 por ciento, su mínimo histórico; y el PRD recuperaría su votación hasta el 26.2 por ciento, su máximo histórico. Los demás partidos, señala, recibirían en conjunto un 10 por ciento.

El escenario difícil para el perredismo, sería un bipartidismo excluyente que afectaría al sistema de partidos. El PRD bajaría a niveles de no-competencia, es decir, a menos del 15 por ciento de los sufragios. Esto supone una votación para el PAN de aproximadamente 35.5 por ciento, y el PRI tendría una fuerte recuperación al 43 por ciento. El resto de los partidos tendrían que conformarse con 5.6 por ciento.

Otra posibilidad prevista por los perredistas, es que Vicente Fox logre convencer a la población de que requiere de una ampliación del bono democrático y que el verdadero enemigo del pueblo de México es el PRI. Esto llevaría a una caída del PRI a un mínimo histórico de ese partido, con el 32 por ciento de los votos. Situación que podría ser capitalizada por el PRD, sólo presentándose la posibilidad de que le vaya bien al Presidente pero no a su partido. El resultado sería entonces: los panistas con el 34.2 por ciento de los votos, los priistas a la baja con el 32 por ciento y los perredistas al alza con el 20.1 por ciento.

En el PRI se hacen cuentas alegres a partir de los buenos resultados logrados en la elección de Nayarit. Es más, tomando en cuenta los resultados en las 21 entidades con procesos electorales, durante 2001 y en lo va de 2002, y haciendo con los resultados una simple extrapolarización a nivel nacional, hasta ahora todo apunta a que el PAN podría tener el 37 por ciento de los votos en la elección federal de julio de 2003, para el PRD 21 por ciento y el restante 42 por ciento lo tendría el PRI.

Las elecciones de Coahuila y Guerrero sólo ratificaron las tendencias electorales que se han venido presentando después de la alternancia. Las elecciones que están por realizarse en Hidalgo no modificarán sustancialmente esta situación. En todo caso habrá que esperarse a las elecciones  de marzo en el Estado de México, que podrían arrojar resultados que marquen cierta tendencia para las de julio del 2003. Por cierto, entre esta entidad y el D. F. concentran 66 de los distritos electorales federales. Entidades que, de acuerdos a encuestas y sondeos, el PAN estaría disminuido frente a un gobierno perredista muy popular en la ciudad de México y un Gobernador priista, en la entidad vecina, dispuesto a posicionarse como precandidato de su partido para el 2006.

En suma, como señala María de las Heras, tenemos un PAN que queda lejos de su votación del 2000 (en total ha perdido el 28 por ciento de los votos que tuvo en las 21 entidades donde se realizaron elecciones locales); un PRD donde no estaba sigue sin estar y donde ya tenía presencia la consolida; y el PRI con una votación 13 por ciento menor que la que obtuvo en el 2000 en esas 21 entidades federativas, que mal que bien, es el único partido político que está presente en todas las entidades en calidad de primera o segunda fuerza, excepto en el D. F.

En la renovación de las gubernaturas de los Estados de Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Colima, Campeche y Sonora, el PAN y el PRI serán los principales contendientes. La estrategia del PAN está encaminada a refrendar el triunfo en Nuevo León y Querétaro, y ganar por primera vez Sonora; en los casos de San Luis, Campeche y Colima los sondeos no le son  muy favorables. La estrategia del tricolor pretende recuperar Querétaro y Nuevo León y refrendar las gubernaturas en los demás estados. Sus sondeos internos ubican tanto al PAN como al PRI en condiciones de igualdad de oportunidades.

Finalmente, a diferencia del panismo y perredismo, el priismo si está contemplando de manera más explícita la posibilidad de alianzas para el 2003. De hecho ya lo ha venido haciendo con el PVEM y no se descarta que lo haga con Fuerza Ciudadana y el PLM.

Respecto al resto de los partidos la situación es mucho más complicada, en virtud que la mayoría de ellos tendrán como objetivo primordial conservar su registro como partido político. El PVEM está en mejores condiciones para lograrlo. Aquí no vale la ética, sino los muchos recursos económicos con los que cuenta; además, no hay que olvidar que en las zonas metropolitanas tiene  una base social sólida. El PT gobierna en una buena cantidad de municipios, lo que le puede permitir proyectarse desde ahí para alcanzar el mínimo legal.

Entre el PAS, el PSN, el PLM, Fuerza Ciudadana, México Posible y Convergencia, éste último tiene las mejores condiciones para conservar su registro. En poco tiempo ha logrado crecer de manera consistente, a tal grado  que en la actualidad gobierna en 22 municipios, incluidas las capitales de Oaxaca y Veracruz; cuenta con 241 regidores y 23 síndicos municipales; también cuenta con 13 legisladores locales, además de dos congresistas federales. En 19 elecciones estatales donde ha participado durante el año 2001 y 2002 ha logrado refrendar su registro en 17 de ellos, con una votación que oscila entre el 3 y 7 por ciento de la participación total.

Sectores de centro izquierda, no representados en el PRD ni en el PRI, pueden ver en Convergencia una opción que haga valer sus propuestas y perspectivas políticas, sólo en la medida que logre proyectar una opción con rostro y propuesta diferentes y novedosos.

FACTORES QUE INCIDIRÁN EN LOS RESULTADOS

Más allá de las tendencias y escenarios electorales rumbo a las elecciones de julio del 2003, existen otros factores que pueden ser determinantes para definir los niveles de votación para cada una de las fuerzas políticas.

Para el PAN contará mucho la percepción que tengan los ciudadanos del gobierno de Vicente Fox. Sin contar con los recursos meta-constitucionales al estilo del viejo régimen, el gobierno sí puede influir en el ánimo del electorado: ejerciendo un buen gobierno, manejando adecuadamente la economía, combatiendo incesantemente la corrupción, reforzando el ejercicio del poder de manera transparente, no desistiendo en la guerra contra el narcotráfico, etc. Por otro lado, la falta de acuerdos al interior del Congreso respecto a las reformas propuestas por el Ejecutivo federal, ha influido más a favor de éste último que hacia los partidos de oposición.

En sentido contrario, la disminución del nivel de satisfacción con la gestión gubernamental y considerando que un buen porcentaje de electores que votaron por Fox en el 2000 ya no lo volverán hacer por él, la oposición podría capitalizar este factor. En toda alternancia democrática se crean demasiadas expectativas que muchas de ellas terminan por estrellarse contra la realidad. Y si a esto le agregamos la escasa capacidad de maniobra que tiene un gobierno dividido, las expectativas aterrizan en una disputa casi permanente entre el Ejecutivo y Legislativo.

El caso Pemexgate es otro factor que, si logra mantenerse por más tiempo, tendrá un efecto negativo para el PRI. Pero de igual forma, el PRI puede seguir insistiendo en el caso Amigos de Fox  o acusando al gobierno de ineficiente e inexperto, para influir en el ánimo del electorado. En el PRD, con el arribo de su nueva dirección política, se atiza la desilución que un sector de la población tiene respecto al gobierno del cambio, y la idea de que el PRI sigue siendo un partido corrupto. Marcar sus diferencias con el priismo y el panismo, le puede permitir ubicarse como una opción que atraiga votantes de ambos lados.

Los Gobernadores y los Congresos locales también han venido jugando su papel para incidir en las elecciones de 2003. En el Estado de México se modificó el calendario de las elecciones locales, para tener un mejor control del proceso de parte del gobernador. En este mismo Estado, junto con Colima y San Luis Potosí, los Congresos locales se han arrogado la facultad de legislar en materia de partidos políticos nacionales, imponiendo candados que hacen casi imposible la participación de los partidos emergentes. En el D. F. el Jefe de Gobierno determina vetar reformas al código electoral consensadas por todos los partidos y se enfrenta, rayando en el autoritarismo, a la Asamblea Legislativa y al Instituto Electoral local.

La Confederación Nacional de Gobernadores bajo la bandera del federalismo busca posicionar a cada uno de sus integrantes pero, además, estos pretenden tener un presupuesto favorable para el 2003 sin tener que recurrir a incrementos o nuevos impuestos locales. Esto les puede permitir sortear sin muchas dificultades el proceso electoral en cada uno de sus Estados.

Otro factor que influirá en el electorado es la imagen de los partidos. En éste terreno el PAN lleva la delantera. Prácticamente en todos los sondeos de opinión llevados a cabo durante el 2001 y 2002 el panismo sale mejor librado. A pregunta expresa de por qué partido votaría si hoy fueran las elecciones, la mayoría de los encuestados le dan su voto al PAN. Sin embargo, en estos mismos sondeos, se presenta un alto porcentaje de indecisos y una impactante tercera parte que no se siente identificado con ninguno de los tres principales partidos. Esta situación puede ser aprovechada por los partidos pequeños o emergentes.

Por último, dos de los factores que pueden detonar las tendencias hasta ahora conocidas, es el papel de los medios de comunicación y las fracturas que internamente sufren los partidos en sus procesos de elección de candidatos. En el primer caso, acabamos de enterarnos como Televisa y TV Azteca manifestaron sus preferencias electorales en el 2000. Respecto a lo segundo, los tres principales partidos, particularmente el PRI y el PRD, corren con mayores riesgos de división. Las bases panistas pueden revelarse en la zona metropolitana del valle de México, al sentirse insatisfechas por la forma tan vertical que elegirán a sus candidatos. El PRD aún no supera las fracturas de su proceso de elección interna de principios de año en diferentes estados de la república, incluido el D. F. En el PRI no dejan de presentarse desprendimientos en cada uno de sus procesos de elección interna desde hace ya varios años.

EL 2006 A LA VISTA

Si bien es cierto que los resultados del 6 de julio de 2003 no implicarán un realineamiento profundo en las preferencias electorales, sí será una sólida plataforma de lanzamiento para la contienda presidencial de 2006. Casi todos los partidos han realizado sus respectivos congresos, definiendo en ellos sus nuevas propuestas para darle un mejor rumbo a sus respectivos proyectos de país.

En los tres principales partidos ya se barajan nombres y cada uno de los presuntos pre-candidatos empiezan a definir sus alianzas. Es una contienda muy anticipada que tendrá su primera batalla el próximo año. Si el PAN y el gobierno no quieren tener una desagradable sorpresa para el 2006, tendrán que acostumbrarse a lidiar  y a llegar a acuerdos con un Congreso divido y de oposición en el último trieno de gobierno. En el mejor de los casos tendrán que trabajar desde ahora, a través de intensas negociaciones multipartidistas, para conformar una clara mayoría en el congreso, capaz de legislar y gobernar.

La apuesta del PRI se deposita en el desgaste del gobierno foxista, evidenciarlo como ineficiente e inexperto, ante un electorado de poca memoria y propenso a seguir reproduciendo las relaciones paternalistas y clientelares con el poder priista. Muy cercana a esta visión se ubica el PRD, con la diferencia que cuenta además, con caudillos redentores.

Pensar que todo es sencillamente un problema de capacidad del ejecutivo nos puede llevar fácilmente a que en el 2006, como dice Mayer Sierra, el grito simplificador ya no sea sacar al PRI, sino traer al líder mesiánico, de preferencia antineoliberal, al gran prohombre que con su voluntad de hierro y heroica capacidad nos resuelva los problemas. Este es precisamente, uno de los riesgos políticos que conlleva la gran mayoría de regímenes de carácter presidencial en América Latina: que en cada elección presidencial se concentran demasiadas expectativas y al llegar al poder el candidato ganador resulta que, sus espacios de maniobra para cumplir con las promesas de campaña se reducen enormemente, sobre todo cuando el pluralismo y la composición del congreso es multipartidista. En esta situación, la gobernabilidad se convierte en una de las principales tareas inmediatas  de cualquier fuerza política que llegue al gobierno.

Por ello, es preocupante ver en los principales partidos y en los liderazgos políticos de nuestro país, la alta dosis de cultura presidencialista que encierran; apostándole todo a una elección presidencial, sin antes pensar en reformar o crear el régimen político que permita producir gobiernos más eficientes, y poderes públicos que impulsen una mayor y mejor cooperación entre ellos. Si los gobiernos divididos habrán de ser la regla, y ya no la excepción, en la vida política de nuestro país, como lo señala acertadamente Javier Hurtado, el acrecentar las potestades congresionales, sin generar al mismo tiempo medidas que incentiven la colaboración entre poderes, puede en el fondo convertirse en un acto de profunda irresponsabilidad legislativa, que sirva como aliciente para la confrontación entre los mismos.

Ya veremos cual será la agenda predominante de la legislatura LIX. Si la gran mayoría de los actores le apuestan primero a lograr la presidencia y desde ahí impulsar los cambios que consideran pertinentes, sin antes pactar las nuevas reglas democráticas que le urgen al país, repetiremos la experiencia que estamos viviendo con el actual gobierno foxista. ¿Qué reforma al régimen político actual? debería de ser la pregunta a resolver antes de la próxima elección presidencial.

Respecto a las contiendas políticas, la mayoría de análisis prospectivos coinciden que ninguno de los partidos grandes por sí solo logrará mayoría absoluta en el 2006 (más de 42% de la votación). Esto emplazará a cada uno de ellos a buscar alianzas antes o después de la elección. Pero estas alianzas tendrían que no ser tan laxas y coyunturales como sucedió en el 2000, pues se expondrían a repetir la experiencia vivida con el gobierno de Vicente Fox, que a menudo se ve aislado y sin el apoyo necesario en el Congreso, para impulsar las necesarias reformas estructurales que requiere el país.

En el caso que una sola fuerza política alcanzara la mayoría absoluta en ambas Cámaras, se corre el riesgo de regresar al viejo mundo de la aplanadora y el mayoriteo. No se trata de negar que todo gobierno de mayoría es consustancial a la democracia, el problema en México es que esta ventaja se ha utilizado comúnmente para convertirla en imposición y en exclusión de minorías.

Mientras persista en México un régimen presidencial, como lo señalan algunos especialistas del tema, lo conveniente sería establecer la segunda vuelta. Esto acarrearía como consecuencia -por la salud del sistema de partidos- una buena sacudida y redefiniciones al seno de los tres principales partidos; pero, también, las obligadas alianzas en la segunda ronda permitiría instalar gobiernos de coalición, de mayor compromiso con la gobernabilidad democrática y las reformas. 

En este contexto, la disputa por la presidencia lograría tener más sentido programático que mediático y los caudillos o candidatos mesiánicos tendrían que supeditarse más a las instituciones y a tener un compromiso más claro con los valores democráticos.

En el escenario -el más probable- donde no haya segunda vuelta y que cada fuerza política reconozca que difícilmente alcanzará la mayoría absoluta en el Congreso, entonces todo puede apuntar a que se constituyan dos grandes bloques. El primero, decidido a continuar con los cambios que no alcanzaría a realizar el gobierno actual y a evitar a toda costa el regreso del PRI; el segundo, de nacionalistas y populistas, decididos a expulsar a la “derecha conservadora ” de los pinos. Las opciones intermedias nuevamente se colocarían en otra disyuntiva, como sucedió en el 2000.

LAS PRECANDIDATURAS


En el PAN, las precandidaturas de Santiago Creel y Francisco Barrio pueden atraer sectores políticos y sociales más allá del panismo tradicional. Los nombres de Luis Felipe Bravo, Diego Fernández o Felipe Calderón convertirían al PAN en una entidad más cerrada, que dificultaría las alianzas. La disputa entre doctrinarios y pragmáticos seguirá vigente en el panismo por varios años más.

En el PRD se empieza a dar un round de sombra respecto a sí es viable y correcto una alianza con el PRI, mientras tanto, López Obrador le lleva la delantera al Cardenismo y a Rosario Robles. El triunfo de Lula en Brasil ha conmovido a más de un Cardenista. Respecto a la corriente modernizadora al interior de este partido, por lo que se observa, es cada vez más reducida su presencia. El destino de los amachuhos está en convertirse en otra opción o en diluirse al interior del populismo, como viene sucediendo. Su principal protagonista y de visible liderazgo nacional (Amalia García) ha preferido ir a refugiarse a su natal Estado de Zacatecas y buscar ser candidata de su partido al gobierno local.
   
En el PRI hay una fuerte tendencia al entendimiento interno. Tanto Bartlett como Roberto Madrazo se han deslindado del demonio neoliberal. Ideológicamente la identidad con el PRD se vuelve a refrendar. La nueva dirigencia pretende colocar al priismo en el centro izquierda, de orientación socialdemocracia, por encima de su asamblea nacional que ratificó los postulados del nacionalismo revolucionario. La disputa de Labastidistas contra  Madracistas y Elbistas, por lo que se observa, sólo es parte de un reacomodo de fuerzas por lograr el control absoluto del partido. Hasta el momento, más allá de Roberto Madrazo y Beatriz Paredes no se ve que otros dirigentes lleguen pronto a ser figuras nacionales.

Otra alternativa o personaje a contender por la presidencia, podría  surgir y situarse en lo que se le ha venido denominando como la cuarta opción. Una candidatura más ciudadanizada, que se deslinde tanto de la política tradicional como de la antipolítica, respaldada por nuevos partidos o fuerzas emergentes de orientación claramente socialdemócrata. A este respecto sobran nombres y propuestas, lo que falta es fuerza y organicidad. 

 

REFERENCIAS


1.-  El PAN instruye a sus militantes en el gobierno para ganar el 2003. Lucero Ramírez.     
      Milenio Diario, 4 de agosto de 2002.
2.- Presentan Amigos segunda parte. Alejandro Salas. Grupo Reforma, 18 de septiembre de 2002.
3.- Lista, estrategia electoral del PRD. Lilia Saúl Rodríguez. El Universal, 23 de septiembre
      de 2002.
4.-  Ideal del PRD para el 2003: ni pugnas internas ni dogmas. Mauricio Pérez. Milenio Diario, 29 de julio de 2002.
5.- "El PRI, por el voto de las clases medias". Entrevista a Manlio Fabio Beltrones por Nayeli Cortés Cano. Milenio Semanal, 18 de agosto de 2002.
6.- Incluye PRI Alcaldes en Estrategia 2003. Claudia Guerrero. Grupo Reforma, 8 de agosto de 2002.
7.- 2003: un PRI, dos estrategias. Entrevista a César Augusto Santiago por Jorge Fernández Menéndez y Ariel González. Milenio Semanal, 18 de septiembre de 2002.
8.-  Una proyección hacia el 2003. Ningún partido con mayoría absoluta. María de las Heras. Milenio Semanal, 21 de julio de 2002.
9.-  Los comicios intermedios, no le son favorables. Lucero Ramírez. Milenio Diario, 12 de mayo de 2002.
10.- Convergencia: alianzas para crecer en el 2003. Jesús Ramírez Cuevas.              masiosare No. 251, 13 de octubre de 2002.
11.- Busca México Posible el voto verde. Entrevista con Patricia Mercado por   Guadalupe Irízar, Grupo Reforma, 11 de septiembre de 2002.
12.- De la recuperación al fracaso, los escenarios del PRD para el 2003. Mauricio Pérez. Milenio Diario, 4 de septiembre de 2002.
13.- En Guerrero, el PRD es el único que avanza. María de las Heras. Milenio Diario, 10 octubre de 2002.
14.- Rumbo al 2003: los sueños y las pesadillas. Jacinto R. Munguía y Alberto Aguirre M. Grupo Reforma. Enfoque/Especial 28 de abril de 2002.
15.- Las perspectivas panistas. Jorge Fernández Menéndez. Milenio Diario, 18 de junio de 2002.
15.- 2003: La primera prueba. José Merino. Milenio Semanal, 18 de septiembre de 2002.    
16.- Partidos y negocios: ya empezó el 2003. Alberto Aziz Nassif. El Universal, 22 de octubre de 2002.
17.- Será entre PAN y PRI la disputa de gubernaturas. Lucero Ramírez. Milenio Diario, 21 de octubre de 2002.
18.- Los factores para el 2003. Manuel Camacho Solís. El Universal, 11 de marzo de 2002.
19.- Acuerdo de inicio. Jorge Alcocer V.  Reforma, octubre de 2002.
20.- Las fuentes del desencanto. José Antonio Crespo. El Universal, 4 de julio de 2002.
21.- ¿El regreso del PRI?. Manuel Camacho Solís. El Universal, 25 de febrero de 2002.
22.- Fracaso del bipartidismo. Josep M. Colomer. El País, 18 de septiembre de 2002.
23.- ¿Torpeza o bloqueo?. Carlos Elizondo Mayer Sierra. Reforma, 5 de julio de 2002.
24.- ¿Fortalecer al Legislativo?. Javier Hurtado. Reforma, 3 de octubre de 2002.





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