¿ES POSIBLE LA REFUNDACIÓN DEL PRD?
Ignacio Pinacho
30 de noviembre de 2009
“Para poder competir con el
populismo hace falta una izquierda con historia pero también con ideas nuevas, y para lograr esto último
puede ser necesario un relevo generacional entre los dirigentes… cuanto más minoritaria
y fragmentada es la izquierda mayor es
la tendencia al conservadurismo o al oportunismo entre los grupos dirigentes.”
(Ludolfo Paramio)
Durante los días 3, 4, 5 y 6 de diciembre se celebrará el XII
“Congreso Refundacional” del PRD, en el Oaxtepec,
Mor. (DF), bajo la consideración principal de “que es necesario e indispensable
abordar nuestra crisis a partir de llevar a cabo una profunda reforma de
nuestra organización partidaria,… y se revise, a la luz de los resultados
electorales del 5 de julio pasado,… sus prácticas, reglas de convivencia y
formas de organización con la finalidad de dar cumplimiento a los anhelos y
aspiraciones, que nos dieron origen y contribuir a la solución de los problemas
actuales.”[1]
Por
la trascendencia del evento y por los objetivos y agenda definidos, nos
permitimos hacer una serie de consideraciones respecto a si es posible -bajo
las reglas establecidas para su congreso y por los documentos elaborados- la
refundación del PRD, y cuáles serían las perspectivas más generales para la
izquierda en su conjunto.
ALCANCES
Y LIMITES DE LA REFUNDACIÓN
La convocatoria en sí
establece los límites de la refundación.
Los principales liderazgos del PRD en ningún momento pensaron en una
refundación de gran calado, que significara no solo el cambio de “reglas de convivencia y formas de organización”. A lo
más su Congreso alcanzará a realizar una serie de reformas y exhortos para “reconstruir la unidad, recuperar la credibilidad
perdida y la confianza de los ciudadanos”, a través de “un nuevo consenso que garantice la democratización del
PRD, su unidad en la acción, su eficacia democrática y su congruencia teórica y
práctica” [2]
Desde su interior existen
voces que señalan que la refundación será mera simulación y perversidad. “Como
se puede refundar el partido, cuestiona (Alfonso Ramírez Cuellar), si votarán
los mismos de un año antes y que además llegan con los votos amarrados por
corriente… Se mantiene el control, también de los votos, de
los mismos que se apoderaron del partido. Todo apunta que quieren hacer un
partido de grupos. Seguimos con el mismo problema de descomposición política.
No parece que quieran cambiar lo que permite tener un sistema de complicidades…
Los
cambios de fondo reales serían aceptar que el IFE, que un órgano ciudadano
organice los procesos electorales de los partidos y fiscalice los recursos y el
financiamiento de las corrientes, que el Código penal alcance a los delitos en
los procesos internos en los partidos y contrario a lo que quieren ahora, se
eleven los derechos de los militantes”.[3]
En
el documento de Línea Política se le dedica todo un apartado al Tipo de
Partido, reiterando una serie de conceptos y postulados validos para toda
circunstancia: ética, institucionalidad, democracia, libertades, honestidad,
etc.; y que define la refundación que pretende
su Congreso: “la refundación ética, ideológica,
programática e institucional de nuestro partido y construir con el PRD
representaciones y gobiernos austeros, honrados, eficaces y comprometidos con
la participación ciudadana y al servicio del pueblo, especialmente, con los
que menos tienen” [4]
De
acuerdo a la Real Academia Española, Refundación significa la “Acción y efecto de
transformar radicalmente los principios ideológicos de una sociedad o de una
institución para adaptarlos a los nuevos tiempos, o a otros fines”. Y de
acuerdo a las experiencias internacionales en la materia, existen refundaciones
en direcciones diversas dependiendo de los fines que los actores políticos y
sociales se proponen.
Si la acepción literal del
término, según la Real Academia Española, es la acción de transformar
radicalmente los principios ideológicos, significa entonces que el PRD tendrá
que pensar primero si sus actuales planteamientos ideológicos son o no los
adecuados y acordes a los nuevos tiempos.[5]
Sin
embargo, en la lectura de los documentos que se presentan al “Congreso
Refundacional” sigue observándose la coexistencia de conceptos de una izquierda
revolucionaria, que concibe la lucha de clases como el motor del cambio y la
concepción gramsciana del bloque histórico hegemónico, junto con conceptos
-menos elaborados por cierto- de un socialismo democrático.
Se
aprecia entonces que no habrá una refundación ideológica que deje atrás el
“socialismo realmente existente”, ni un planteamiento programático que se
deslinde en definitiva de los postulados del nacionalismo revolucionario. Y
como señala acertadamente Pascal Beltrán del Río, “los
perredistas tendrán que decidir si su partido se refunda, lo cual implica un
cambio importante de concepciones, o simplemente reacomoda sus piezas en pugna”[6]
UNA
CRISIS QUE VIENE DE ATRÁS Y QUE SE REPITE
Las mayores crisis que
precedieron a la actual que padece el Partido de la Revolución Democrática, es
la que resultó a raíz de la elección interna que llevó a Rosario Robles a la
Presidencia del Partido (El
17 de marzo del 2002), y los hechos que evidenciaron los videos-escándalo,
en el mes de marzo de 2004.[7]
Producto del proceso
fraudulento de las elecciones internas que llevó a Rosario Robles a presidir el
partido, el VII Congreso Nacional nombró
una Comisión para la Legalidad y la
Transparencia, presidida por Samuel del Villar, María Teresa Juárez de
Castillo, Rubén Rocha Moya y Miguel Ángel Domínguez, encargada de investigar
“los fraudes electorales cometidos por todas las tribus del partido en las
elecciones internas de marzo de 2002”.
El "Informe Final" del 30 de
octubre del 2002 es un diagnóstico desolador sobre la "desorganización y
vacío institucional" y sobre la pésima "conducta de los miembros y
dirigentes" del PRD. Ahí aparece una cruda descripción de una cultura
institucional caracterizada por "los antivalores de la irracionalidad, el
desorden, la violencia, la corrupción, la simulación para impedir involuntaria
o dolosamente" el derecho al sufragio y "obtener o intentar obtener
posiciones y puestos de representación partidista"[8]
La
dirigencia del partido terminó por ignorar el informe. “La Comisión Nacional de
Garantías y Vigilancia, responsable de aplicar las recomendaciones, y la propia
Rosario Robles, asfixiaron el trabajo de la Comisión Del Villar. El cuaderno de
pastas amarillas nunca circuló oficialmente. Hoy los expedientes que dan
sustento a aquella investigación duermen bajo la custodia de la Fundación
Heberto Castillo.”[9] Los operadores políticos de los principales grupos
terminaron por “restañar” las heridas, dejando el fraude debajo de la alfombra.
Respecto a los graves actos de
corrupción de marzo de 2004, evidenciados en horario estelar por la televisión,
fueron la cúspide de la descomposición ética y política del partido más
importante de la izquierda. Sin hacer la investigación correspondiente para
llegar a destapar toda la cloaca y señalar a todos los que estaban
involucrados, terminaron por hacerles el juicio sumario a quienes terminaron
por renunciar al partido.
Seguramente si la
investigación hubiese llegado al fondo de toda la verdad, no sólo significaba
el descabezamiento de muchos dirigentes, sino la posibilidad de que el PRD
perdiera su registro. El Instituto Federal Electoral bien pudo haber realizado
la investigación correspondiente para tomar esta determinación, empero, estos
temas siguen siendo un tabú para nuestras instituciones electorales.
El VIII Congreso del PRD, realizado del 26 al 28 de marzo de 2004, estuvo marcado por estos
escándalos. Leonel Godoy, que retomaba la dirección del partido a raíz de la
renuncia de Rosario Robles, propuso al Congreso una Comisión para la
Transformación del Partido y una Comisión Especial Investigadora conforme al
resolutivo del pleno extraordinario del V Consejo Nacional celebrado el 6 de
marzo en Morelia, que entre otras funciones debía recibir cualquier denuncia de
corrupción relacionada con los escándalos recientes y que retomara en lo posible
las recomendaciones de la Comisión de Legalidad y Transparencia, que ya habían
sido descartadas con anterioridad.
En
palabras del propio Leonel Godoy, era necesario “construir un acuerdo donde los
dirigentes, gobernadores, legisladores y presidentes municipales se comprometan
con la transparencia y la imparcialidad, tanto con relación a los procesos
partidistas internos como en el ejercicio de la función pública. Seamos ejemplo
de buen gobierno y de dirección política.”
En
un discurso con cierto sentido de impotencia, Godoy solicitaba a los
Congresistas mayores facultades para con “los órganos internos de elecciones,
jurisdiccionales y de fiscalización; por ello sus miembros no deben pertenecer
a ninguna corriente interna. Nuestra reforma estaría incompleta, si no prevemos
mecanismos que eviten prácticas corporativas y clientelares en nuestros
procesos internos y que recursos de dudosa procedencia se usen indebidamente… “[10]
Cabe
destacar el diagnostico que la subcomisión de estatuto (integrada, entre otros,
por Jesús Zambrano, Arnaldo Córdova, Juan Guerra, Agustín Guerrero, Saúl
Escobar y Rosa Albina Garavito) elaboró respecto al partido y que es el mismo
que se ha venido reiterando hasta la fecha: "el modelo actual del PRD
está agotado. Por lo cual el partido requiere una profunda, urgente y rápida
reforma orgánica y política, una nueva cultura y una ética acorde con nuestros
principios y propósitos para estar a la altura de las necesidades que nos
plantean los procesos políticos que van de aquí al año 2006."[11]
Esta
situación era una oportunidad para la renovación del perredismo, pero no fue
aprovechada para dar un golpe de timón al partido, se impuso el conservadurismo
y la unidad partidista ante las acciones del “complo” que el enemigo tramó.
La
transformación del partido quedó en manos de las clásicas comisiones que tenían
que presentar propuestas al IX Congreso. El primer problema que se
enfrentó este Congreso fue si éste era
lo suficientemente legítimo, en razón que los delegados para este nuevo Congreso
eran precisamente los mismos que resultaron de la elección del 17 de marzo de
2002, y que la Comisión que encabezó el Dr. Del Villar determinó que era
fraudulenta. Es exactamente el mismo problema al que se enfrenta el hoy llamado
XII “Congreso Refundacional”. La Dirección del partido de ese entonces decidió abrir
una nueva elección de delegados. La actual dirección resolvió, según estatuto,
mantener los mismos delegados del último proceso electivo.
Finalmente,
el IX Congreso, “será recordado como el más insípido y, probablemente, como el
de menor trascendencia en la historia de los cónclaves perredistas. No hubo
debates ni temas ríspidos. ¡Vamos! Ni siquiera hubo conflictos entre las
corrientes. Fue un congreso que quedó atrapado en la inercia del conflicto del
desafuero y el liderazgo indiscutible de Andrés Manuel López Obrador primer perredista del país y –a como de
lugar– candidato a la Presidencia de la República. Sus magros resultados pueden
contarse con los dedos de una mano: toma de posesión de Leonel Cota Montaño
como presidente nacional; resolutivos para adelantar la elección del candidato
a la Presidencia de la República y para que Andrés Manuel López Obrador pueda
ser candidato; elección de consejeros nacionales, y una anodina declaración
política que, prácticamente, ningún medio de comunicación recogió”[12]
Tampoco
el X y el XI Congresos del PRD fueron suficientes para rectificar las formas de
hacer política y contar con nuevas propuestas atractivas para ciudadanía, que
al partido le permitiera sortear con buenos dividendos las elecciones del 5
julio de 2009.
Los
malos resultados electorales obtenidos, precedidos de la disputa por la
presidencia del partido, entre Jesús Ortega y Alejandro Encinas, que encaminó
al perredismo a una nueva crisis, fueron una muestra más de la incapacidad del
perredismo para renovarse. Ahora le corresponde al XII “Congreso Refundacional”
asumir la responsabilidad y los cambios que las otras direcciones políticas y
Congresos no fueron capaces de impulsar. Se ve cuesta arriba.
QUÉ
IZQUIERDA QUÉ PARTIDO
Durante y después de la
campaña interna por la presidencia del partido, entre Ortega y Encinas, salió a
relucir lo que el caudillismo mantuvo reprimido durante varios años: que en el
PRD no solo se cometían fraudes electorales y actos de corrupción, sino que
también existían diferencias de concepción política y de estrategia.
Esta disputa alcanzó una
fuerte dosis de infantilismo y una andana de calificativos. El descredito
volvió por sus fueros, sin que ningún órgano institucional del partido lograra
detenerlo, y aquellas voces que llamaban a la prudencia y al debate de altura
fueron silenciadas por la arrogancia y la intolerancia.
¿Pero qué izquierda estaba a debate? Dolores Padierna expresó así el
dilema: una izquierda funcional al régimen capitalista o una izquierda que vaya
más allá de lo electoral para cambiar al sistema.[13] El Bloque que
encabezaba Alejandro Encinas, apoyado por López Obrador, pretendía “rescatar“el partido con “el único
objetivo de rescatar los principios y objetivos que dieron origen a nuestra
organización”.[14]
Por su parte el bloque que apoyaba a Jesús Ortega
planteaba así la disyuntiva: “Mientras la
vieja izquierda conservadora insiste en un tipo de partido con mando único y
unipersonal y que ni siquiera es el presidente formal del partido (“aquí
despacha el presidente, pero el que manda vive enfrente”), la izquierda
renovadora y democrática proponemos un PRD de instituciones permanentes,
actuantes, colectivas, respetuosas de la legalidad interna y constitucional,
ajustadas al cumplimiento de nuestros principios y programa.”[15]
En
un nivel bajo del debate la disputa se podría resumir así: Por un lado estaban
los moderados que representaban a la
izquierda institucional a gusto del “presidente espurio”, y por otro lado, el
bloque de los intransigentes a gusto de los intereses del “presidente
legítimo”. En esencia la disputa subyace en el reconocimiento o no de las
instituciones del país, o en el reconocimiento o no de Felipe Calderón como
presidente constitucional.
Después
de los magros resultados del pasado 5 de julio, el tipo de partido nuevamente
estuvo en la palestra de la discusión, pero ahora en torno así aplicaba o no
sus normas estatutarias para aquellos militantes -incluido a López Obrador- que
las habían violado durante la campaña electoral. De esta situación nuevamente
el PRD evidenció dos asuntos nodales. Una organización política que no respeta
sus propias reglas y, por lo tanto, la endeblez de su institucionalidad. Y por
otra parte, la determinación de que en el PRD hay militantes de primera y
segunda clase. Que ante la ley y los estatutos López Obrador, Martí Batres,
Armando Quintero, Pablo Gómez, entre otros prominentes militantes del partido
son distintos o intocables respecto a los militantes de base y dirigentes
locales, que sí fueron expulsados del partido.
Esta
determinación se fraguo y se resolvió en el 4° Pleno
Ordinario realizado en la Ciudad de Morelia, Michoacán, los días 31 de julio y
1 de agosto de 2009, aplicando la política del toma y daca: si me voy se van,
si nos quedamos pactamos. Nuevamente las diferencias desaparecieron por arte de
magia.
Sin
embargo, de la lectura de los documentos que se presentan a su “Congreso
Refundacional” se desprenden concepciones que colocan al PRD como una izquierda
revolucionaria, nacionalista, antiliberal, antiimperialista y anticapitalista.
Definiciones que han sido o fueron fuertemente criticadas por Nueva Izquierda,
en particular por Jesús Ortega. Por otra parte, en las definiciones adoptadas
en la llamada Conferencia Nacional
Unitaria de las Izquierdas también podemos encontrar definiciones
de una izquierda con características semejantes.
Dice
el proyecto de Declaración de Principios (punto 9) respecto a la identidad del
PRD: Asumirse de izquierda implica rechazar al capitalismo y construir
alternativas. En el punto 1 de la línea política subyace el carácter
nacionalista y antiestadunidense: México está atrapado en una dependencia
económica, tecnológica, financiera, política, militar e ideológica (que) ha
servido para drenar ingentes riquezas en recursos humanos y financieros
mexicanos en favor del coloso del norte, y de una élite de privilegiados.
En la
definición de su Estrategia Política 2010-2012 (punto 32 de la Línea política),
se relega a un segundo plano la lucha institucional, el dialogo y la vía
electoral como vías para transformar el país por la siguiente tesis:
Reivindicamos la permanente lucha social y a la resistencia civil pacífica para
transformar profunda y radicalmente las relaciones políticas, sociales y económicas
de la sociedad con un sentido de igualdad, justicia, legalidad y libertad y
sustentabilidad.
Esta tesis se complementa
con lo que expresa Dolores Padierna: “para que el partido recobre su naturaleza
transformadora y sea un instrumento con poder de cambio, debe aplicar un nuevo
modelo de partido, ser un partido movimiento… (Porque) el partido-movimiento
crea poder popular aliándose a otros movimientos… El poder popular también se
forma desde abajo creando una economía paralela, una organización social
autónoma, que sabe contrarrestar los efectos de las políticas neoliberales…” y
concluye en la necesidad de “consolidar al PRD como un partido resurgido del
movimiento social y la insurgencia cívica, un partido que asume al socialismo
como la única alternativa para solucionar la crisis del capitalismo
neoliberal.”[16]
Esta tesis de
partido-movimiento, y que en la práctica se ha venido imponiendo, viene desde
los años cuando López Obrador fue presidente del partido, y que se contrapone a
la propuesta de un partido-frente que ha venido proponiendo Jesús Ortega, que
en el estatuto propuesto no aparece por ningún lado.
En
los documentos también se aprecia la idea de contar con partido revolucionario
bajo la premisa de que vivimos una situación donde el “sistema político aún padece el lastre del
presidencialismo autoritario” y que “se está configurando un
estado autoritario policiaco-militar”, en el contexto de una “crisis económica,
política, social, de seguridad pública y otras” que está provocando una “profunda polarización social, política e ideológica”
porque “la transición democrática electoral fracasó”.[17]
Esta
visión que se tiene de la situación actual se refuerza con la perspectiva de
que “México se encuentra ante un serio riesgo de estallido social, justo a
cien años del descontento que dio origen a la Revolución Mexicana. Un estallido
social sin dirección política, sin objetivos democratizadores, sin el claro
propósito de cambio de modelo de desarrollo, sería una condición favorable para
que las derechas gobernantes intentaran una escalada de mayor represión contra
las organizaciones sociales políticas democráticas y progresistas, con el fin
de desarticular las bases ciudadanas de las izquierdas.” (Punto 12 de la Línea
Política).
A
diferencia del pasado inmediato donde en el PRD se decantaban “dos visiones y dos formas de
hacer política. Una que quiere seguir apostando por las instituciones y la otra
que quiere mandarlas al diablo. Una que está dispuesta a jugar con las reglas
del juego y la otra que quiere desconocerlas. Una que cree en las bondades del
gradualismo y la otra que no está dispuesta a esperar su turno. Una que cree en
la democracia cuando gana o pierde y la otra que no sabe aceptarla… dos visiones
irreconciliables.”[18] , hoy todo parece indicar
que finalmente se impondrán las tesis de una izquierda revolucionaria, antiliberal y
nacionalista, por encima de las tesis de una izquierda democrática, liberal y
cosmopolita.
Porque, en los documentos a
discutir en el congreso “las profundas diferencias existentes entre los
principales dirigentes, sobre el tipo de organización que debe ser nuestro
partido, sobre su estrategia y sobre el tipo de izquierda que el país necesita”[19], pareciera
que han sido superadas por el loable
propósito de enfrentar “la envestida del neoliberalismo” y porque “la Nación
nos exige Unidad” de todos “los
sectores progresistas, democráticos y de izquierda, plurales y diversos, (que)
no deben seguir dispersos”, porque además, “no se nos puede olvidar que somos los únicos que representamos a los
excluidos del sistema.”[20]
Finalmente,
de acuerdo al proyecto de estatuto que se presenta al “Congreso Refundacional”,
la propuesta de partido-frente (tipo Frente Amplio de Uruguay) ha sido derrotada
por la propuesta partido-movimiento. Las reformas al estatuto dejan intactas
las disposiciones y resquicios legales que han provocado las crisis en los proceso
de elección. Hay evidencias claras de que la “refundación” planteada no llegará
a buen término, será una vuelta al pasado.
TABUES
Y COMPLEJOS NO SUPERADOS
1.- “Los
acuerdos de San Andrés Larrainzar son la base para la nueva
relación con los pueblos indios”
Mientras
la izquierda está esperanzada a que se cumplan dichos acuerdos, los pueblos
indígenas siguen siendo excluidos del desarrollo y de su condición de
ciudadanos. La mejor forma de sacar de la marginación a estos sectores de la
población es a partir de la definición de políticas públicas y acuerdos
pactados, de ya y desde los Congresos,
para enfrentar la pobreza y la marginación social. Políticas de Estado
que deben estar sustentadas a “partir del principio jurídico fundamental de la igualdad de todos los
mexicanos ante la ley y los órganos jurisdiccionales, y no creación de fueros especiales
en privilegio de persona alguna, respetando el principio de que la Nación
Mexicana tiene una composición pluricultural”.[21]
Y en el aspecto político, avanzar en el
desmantelamiento del cacicazgo indígena que bajo el manto del respeto a los
usos y costumbres mantienen el control corporativo sobre la población y les
niegan derechos cívicos e individuales a las mujeres. Hay que empezar esa
batalla por el estado de Oaxaca, donde la opresión hacia la mujer, el
cacicazgo, el autoritarismo y la ausencia del sufragio universal y secreto
están autorizados por la constitución política local.
2.- “Integración económica
continental con base en la unidad latinoamericana”
Mientras
la izquierda mexicana sigue esperanzada a que alcancemos una integración continental
con Latinoamérica, la población, la economía y el comercio mexicanos están cada
vez más integrados a los Estados Unidos de Norteamérica. El antiamericanismo
que padece nuestra izquierda es el talón de Aquiles que la enclaustra en un
nacionalismo ramplón. Es tiempo de plantearse seriamente una integración
multidimensional con el Continente de Norteamérica, sin dejar de ser activo
impulsor del multilateralismo en nuestra política exterior.
Y como dicen acertadamente Jorge G.
Castañeda y Héctor Aguilar Camín, es “indispensable iniciar un debate sobre lo
que podríamos resumir bajo la odiosa pero útil formulación del código postal. A
cuál queremos pertenecer: al universo de Zelaya y su sombrero, de Chávez y su
boina, de Raúl y su senectud, de Brasil que no nos quiere en el vecindario, o
al de América del Norte. En realidad, no hay mucho margen para decidir. México
tiene su corazón en América Latina, pero tiene su cartera, su cabeza y la
undécima parte de su población en América del Norte. La afinidad latinoamericana
es del corazón, de la cultura y del idioma, no de los intereses económicos ni
de la densidad humana de la relación.”[22]
3.- “Defender con éxito el patrimonio
nacional que representa la industria energética, petróleo, gas natural y
electricidad, conservar a Pemex, CFE y a Luz y Fuerza del Centro como pilares
de la soberanía nacional”
Ahora
resulta que “nuestros” monopolios estatales nos han hecho más independientes y
soberanos, cuando que ha sido todo lo contrario. Si en algún lugar existen prácticas
y un diseño institucional del viejo régimen autoritario y patrimonialista es
precisamente en los monopolios estatales. El ejercicio de la rectoría por parte
del Estado se confunde con la propiedad absoluta hacia estas empresas, y la
propiedad de ellas se confunde con nuestra soberanía.
De
acuerdo a las experiencias internacionales, los estados soberanos promueven la
apertura del capital privado, la controlan o la acotan dependiendo de las
condiciones. Aquí nuestra izquierda idolatra a los monopolios estatales, son
preceptos bíblicos y sagrados de nuestra Constitución Política, por siempre y para siempre nuestra muerte
amén. Es tiempo de que el Estado Mexicano defina cual o cuales deben ser
los sectores estratégicos que pueden ser decisivos, desde el punto de vista
científico, técnico, de productividad y sustentabilidad, que permitan colocar
al país, en el mediano plazo, como potencia industrial y tecnológica.
4.- “Las derechas gobernantes intentaran
una escalada de mayor represión contra las organizaciones sociales políticas
democráticas y progresistas, con el fin de desarticular las bases ciudadanas
de las izquierdas”
Como
en los años 60s y 70s de la llamada guerra sucia del siglo pasado, nuestra
izquierda actual se siente redentora, perseguida y reprimida, padeciendo el
síndrome del delirio de persecución, debido quizás a que se “define primeramente como una escuela del noble oficio de la política,
en la discusión y formulación del proyecto nacional orientado a la construcción
de un nuevo tipo de sociedad diferente y superior a la actual… que desarrolla
una crítica del capitalismo en la perspectiva de lograr una nueva sociedad
igualitaria y libertaria que supere dicho sistema de explotación, dominación y
opresión". Este delirio de persecución que padece nuestra izquierda lo
justifica en virtud de que para ella hoy contamos con un “Estado policiaco”. Este
tipo de apreciaciones es un asalto a la razón, como diría el periodista Carlos
Marín.
5.- “En 2006, en la contienda presidencial, le fue
arrebatado el triunfo a Andrés Manuel López Obrador, mediante la defraudación
electoral”
Terminará
el sexenio y la estrategia política del PRD seguramente se mantendrá sin ser
contaminada por la verdad, por las estadísticas y por la sentencia de los
tribunales. Resultado: del 36% al 12% en las preferencias electorales.
6.-
“El
PRD debe vincular los procesos electorales con las luchas y movimientos
populares, sociales y sindicales y las demandas del pueblo en todo el
territorio nacional, con la defensa de las demandas justas de la ciudadanía y
lograr su preferencia al programa de la izquierda a fin de impulsar la
transformación del sistema político, económico y social vigente, constituyendo
el poder popular como opción política desde abajo.”
Se
confirma la tesis de partido-movimiento, impulsando el poder paralelo
(semejante al poder popular que reivindica la APPO) y la llamada democracia
participativa en oposición a la democracia representativa. La izquierda no
puede ver otra forma de participación ciudadana y popular si no es
encabezándolas. El PRD no se da cuenta que con ello lo único que está
posponiendo es la construcción de un partido plenamente estructurado por
sección, distrito electoral y municipio, pero además está dejando de construir
un partido institucional, sólido y democrático.
La
inmensa mayoría de dirigentes locales y nacionales prefieren realizan sus
actividades en las llamadas luchas sociales (que resultan ser organizaciones
para la gestión, con prácticas corporativas), al considerar que la del partido
solo es una actividad burocrática. Además, ellos bien saben que es más
redituable hacer labor de gestión para asegurar clientelas a la hora de las
votaciones internas. Este círculo vicioso, para muchos virtuoso, no fue
resuelto por el proyecto de estatutos que discutirá su “Congreso
Refundacional”.
7.-
“El
PRD rechaza la intervención de los organismos financieros internacionales que
en alianza con la oligarquía nacional imponen políticas excluyentes en
perjuicio de la población, ya que atentan contra la vigencia de un Estado
social y democrático de derecho y la soberanía nacional”
La verdad no peca pero incomoda reza el
refrán popular, pero la realidad es que una de las recomendaciones medulares
del llamado Consenso de Washington tenía que ver con la necesidad de la
estabilidad macroeconómica y monetaria.
Y este precepto es usual y de sentido común que practican gobiernos de todos
los tintes, más allá de que otras recomendaciones no se aplicaron correctamente
por los gobiernos criollos, o las aplicaron de forma dogmática y autoritaria,
como en el caso mexicano.
La izquierda mexicana sigue siendo
reaccionaria cuando se trata de propuestas del Banco Mundial y del Fondo
Monetario Internacional, que por cierto ya no son las mismas que planteaban en
la época dorada del neoliberalismo. ¿O acaso el futuro gobierno de izquierda no
pretende negociar con los organismos financieros internacionales?
8.- “Como alternativa al capitalismo neoliberal el
PRD asume la necesidad de la intervención directa del Estado en la economía en
las áreas estratégicas de alimentación, producción de energías limpias,
telecomunicaciones, procesos de alta tecnología, caminos y puentes, medios de
comunicación, sistemas financieros, proyectos de infraestructura nacional y regional”
Si a
este párrafo le quitáramos las siglas del PRD pareciera que fuera una tesis
redactada por Hugo Chávez. La conclusión que desprenden de la actual crisis es
simplista y anclada en el pasado: de la apuesta total a las libres fuerzas del
mercado, ahora hay que apostarle a todas las fuerzas del Estado.
Esta
tesis que se impondrá seguramente en el “Congreso Refundacional” va en
contracorriente a la tesis planteada por el Presidente del Partido, Jesús
Ortega, que dice: Los perredistas no pretendemos restablecer al Estado como el dueño y
regente de los medios de producción y de nuestros recursos naturales, debemos
decirlo con claridad, no queremos una economía estatista que obstruya la
libertad y la iniciativa individual o social, pero tampoco queremos una
economía controlada por una minoría oligárquica que, como ahora, está
asfixiando a la nación.[23] Pero en el afán de la unidad
de todas las izquierdas anti neoliberales la refundación en esta materia será la
reivindicación de las tesis del PPS, que hoy se encuentra en la total
marginación política.
9.- “El PRD postula que la consolidación
de una democracia desarrollada en México pasa por alcanzar no sólo la
democracia política sino también la democracia económica y social” “La transición democrática electoral fracasó”
Bajo
esta lógica la consolidación de nuestra democracia será hasta el infinito. Y
como nuestra transición democrática fracasó o se descarriló por el “fraude” a
López Obrador, hay que continuar con la resistencia civil pacífica, creando
poder popular y construyendo el bloque histórico que derrotará al presidente
espurio y a la oligarquía representada por el PRI, el PAN, PVEM y PANAL e
instalar un gobierno con todas las fuerzas progresistas y de izquierda.
Este discurso nos
hace pensar que los dirigentes que reclaman regresar a los orígenes del PRD, en
esencia están proclamando retomar las banderas originales del FDN, los postulados
de la revolución mexicana, el respeto al voto, contra el partido de estado
(ahora llamado Estado policiaco) y luchar por la transición a la democracia.
Este tipo de apreciaciones que son compartidas por la mayoría de la dirigencia
perredista, van en contracorriente de los propios logros democráticos e
institucionales que la izquierda y otras fuerzas políticas lograron para el
país. Pero también refleja otra cosa, la creencia de que mientras la izquierda
no esté en el gobierno de la república no hay avances. La concepción de una
izquierda predestinada a gobernar a nombre del bien y portadora de la verdad
absoluta.
10.- “La principal fuente de ingresos
tributarios deben ser los impuestos a la renta y no los impuestos al consumo.
Con respecto al IVA o cualquier impuesto al consumo disfrazado, rechazamos
tajantemente gravar medicinas y alimentos, por ser un impuesto sumamente
regresivo y que afecta a quienes menos tienen”.
Sin
duda, este es el principal talón de Aquiles en materia económica de la
izquierda perredista y sus aliados. El PRD debiese preguntarse seriamente que
es más regresivo, si el aumento o la disminución del impuesto sobre la renta.
Y, desde luego, preguntarse y responderse qué impuesto es más democrático, si
el impuesto sobre la renta o el IVA.
En
materia de impuestos la izquierda lo planea todo al revés. Nadie duda que hay
que terminar con los privilegios fiscales y contar con un mejor sistema de
recaudación; pero también hay decirlo
con sus letras, el impuesto al consumo es el más democrático de todos, y
también es cierto que el alza al impuesto sobre la renta inhibe el crecimiento
y sangra a todos los asalariados.
El
otro tabú de la izquierda se refiere al impuesto en alimentos y medicinas.
Nadie en su sano juicio puede pensar que la intención de los impuestos en
alimentos y medicinas es bajo la consigna de que hay que golpear más a los
pobres. Bueno, perdón, desde el PRD si se piensa así.
Al
generalizar los impuestos en medicinas y alimentos, no sólo se podría terminar
con algunos privilegios fiscales que hoy tienen ciertas trasnacionales y
consorcios que producen artículos que los hacen pasar por medicinas, sino que al
aplicarse el Estado a través del Congreso de la Unión, estaría obligado a
determinar políticas compensatorias que contrarresten sus efectos regresivos, y
se contaría con mayores recursos para enfrenar los principales retos del Estado
Mexicano: marginación, pobreza, educación, salud, seguridad pública y
procuración de justicia.
CONCLUSIONES
Y PERSPECTIVAS
1.- Con el arribo de
Jesús Ortega a la presidencia del PRD y la regresión política del movimiento de
resistencia de López Obrador, muchos actores y observadores políticos vieron con
optimismo la posibilidad de abrir una nueva etapa de la izquierda, la de los
compromisos con los valores democráticos, con las instituciones, con el estado
de derecho y con la equidad social. Los magros resultados electorales que
obtuvo el pasado 5 de julio ratificaron esta apremiante necesidad.
2.- Sin embargo, las
propuestas de reformas a los documentos básicos del PRD que se presentan al
llamado “Congreso Refundacional” apuntan en un sentido contrario. En la
Declaración de Principios, en el Programa, en la Línea Política y en los
Estatutos no se aprecian las reformas y cambios que desde fuera de la sociedad esperábamos
de este Congreso. Incluso, en los planteamientos de la llamada Conferencia Nacional
Unitaria de las Izquierdas, integrada por un centenar de organizaciones
sociales, donde el FAP en pleno está comprometido, se aprecia un serio
retroceso político si se comparan con los planteamientos democráticos que el
PRD había alcanzado hace una década.
3.- La delimitación clara y precisa de dos proyectos al interior del PRD,
que se habían apreciado con toda nitidez durante la contienda interna y en los
discursos de los principales bloques de corrientes, han terminado por diluirse.
Por razones de estrategia o de pactos internos entre algunas de las partes,
Nueva Izquierda ha cedido a las propuestas nacionalistas, antiliberales e
intransigentes. No se puede entender de otra manera.
4.- Bajo el manto de la unidad y la prudencia política -según que para que
la sociedad ya no los vea divididos- se observa un nuevo realineamiento de
fuerzas internas con la intención de desplazar a López Obrador de la contienda
presidencial, sin necesidad de expulsarlo, y colocar a Marcelo Ebrard al frente
de la candidatura presidencial y a Jesús
Ortega en la Jefatura de Gobierno del D.F. La intención de renovar al PRD,
desde las posiciones de la socialdemocracia, se pospone nuevamente por el más
crudo pragmatismo político de intereses grupales.
5.- Estos cálculos políticos pueden resultar contraproducentes, pero
también pueden abrir una nueva batalla interna de mayores dimensiones conforme
se acerque el 2012. Los efectos inmediatos ya están a la vista con la renuncia
de Ruth Zavaleta al partido. Dirigente destacada que le había dado ya buenos
dividendos a la desprestigiada imagen del partido pero que, paradójicamente, le
resultaba para ciertos dirigentes mucha sombra política, tanto en el DF como a
nivel nacional. Se impuso la lógica del golpeteo y la exclusión al más puro
estilo del viejo régimen. El presidente del partido puede correr el mismo
riesgo que está padeciendo el presidente de la república, aislado y controlado
por el congreso.
6.- En la práctica el PRD se está
convirtiendo en una maquinaria electoral, que a todos les sirve por igual y por
esa razón poco les importa la creación de un partido con una estructura
territorial sólida con mandos institucionales, como tampoco les interesa la
elaboración programática de una izquierda moderna, los documentos básicos terminan
por ser una mera formalidad, que comúnmente no se respetan. El reto es que en cada
elección se puedan contar con “candidatos competitivos…con campañas
mediáticas eficaces”, así como la apuesta a la esperanza de cada seis años, la
de contar con el “mejor” candidato -no importa su procedencia- para ganar la
presidencia de la república. Al mismo tiempo, se
impone la idea de contar con una izquierda anti sistema, que reivindica todas
las formas de lucha, que sueña con al advenimiento de una “situación
revolucionaria”, para hacer valer el ahora socorrido artículo 39
constitucional: El
pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la
forma de su gobierno.
7.- Cuando el PRD crece el PRI decrece,
y a la inversa. Y si el PRI llegase a conquistar la presidencia de la república
en el 2012 seguramente el PRD tendrá un debilitamiento aún mayor. Esto sucede
porque ambos partidos, en términos generales, se alimentan de las mismas
clientelas, y éstas se van con uno u otro por razones estrictamente
pragmáticas.
Por
otra parte, el PRD sigue sin asimilar que la suma de siglas llamadas
coaliciones es una excepción no una regla a cumplir en toda ocasión. Con el FAP
se multiplican los vicios no las virtudes y las posiciones de una izquierda
democrática se diluyen. Y si a esta coalición se le agregan aliados
provenientes del izquierdismo el perfil de una izquierda anti sistema se
consolida. Es una Izquierda que es necesaria pero que no es la opción que
amplios sectores de la sociedad están esperando del PRD.
8.- Una refundación de gran calado
supone impulsar cambios de raíz en todos los órdenes, en materia programática,
estratégica y partidista, que implique la creación de una nueva fuerza política
de corte socialdemócrata, por medio de un Congreso Constituyente que implique
la disolución del partido semejante a la metamorfosis que vivió el PMS para dar
vida al actual PRD. No será así. Únicamente será un nuevo arreglo político entre
los principales grupos de poder.
[1] Convocatoria al XII Congreso Nacional del Partido de
la Revolución Democrática.
[2] Documento de discusión para la reforma de Línea
Política.
[3] Refundación sin disolverlo y
sin que puedan votar ajenos a las tribus. Rogelio Hernández López.
Milenio Diario. 7 de septiembre de 2009
Milenio Diario. 7 de septiembre de 2009
[4]Documento de discusión para la reforma de Línea
Política.
http://www.prd.org.mx/portal/documentos/lineapolitica.pdf
[5]¿Hacia dónde la refundación de la izquierda?
http://laizquierdaenmexico.blogspot.com/2008/07/hacia-dnde-la-refundacin-de-la.html
[6] PRD: refundación o reacomodo. Pascal Beltrán
del Río. 22 de noviembre de 2009. Periódico Excélsior.
[7] Es menester señalar que ya había antecedentes de
crisis de gran magnitud. La primera es cuando López Obrador salió electo presidente del partido, en
el año 1996. En esta elección López Obrador arrolló a sus contrincantes:
Heberto Castillo, Amalia García y Jesús Ortega. Pero vaya paradoja, en los
corrillos de Monterrey 50 todo mundo se indignaba y se mofaba de la “operación
mojarra” que aplicó el Tabasqueño en su tierra natal. Solamente con la votación
de ese Estado fue más que suficiente para que Obrador conquistara la
presidencia. Las irregularidades fueron muy evidentes para anular las
elecciones, pero no fue posible porque la diferencia era enorme y los
contrincantes fueron incapaces se reunir y presentar las pruebas. La otra
elección fue la de marzo de 1999 donde compitieron, entre otros, Amalia García,
Jesús Ortega y Rosa Albina Garavito. Fue un verdadero cochinero. Esta última denunció
en su momento que la Comisión de Garantías y Vigilancia nunca cumplió su
mandato de anular las elecciones y
sancionar a los defraudadores. El PRD: entre la rectificación y el retroceso.
Ignacio Pinacho.
http://www.reneavilesfabila.com.mx/universodeelbuho/95/95-pinacho.pdf
[8] Izquierda en Crisis: Heberto Castillo. Sergio Aguayo
Quezada. 7 de Abril de 2004. Periódico Reforma.
[9] Blanche Petrich, Renato Dávalos y Enrique Méndez. 21
de marzo de 2005. La jornada.
[10] El PRD actuará sin contemplaciones contra la
corrupción de adentro y de afuera. Leonel Godoy Rangel. Discurso pronunciado en
el acto de inauguración del VIII Congreso Nacional del partido. México, D.F.,
26 de marzo de 2004. Revista Coyuntura No. 120. IERD.
[11] El VIII Congreso Nacional del PRD. -Crónica y
testimonio-. Onel Ortiz Fragoso. Revista Coyuntura No. 120. IERD.
[12] IX Congreso Nacional del PRD: mucho trabajo
pendiente. Onel Ortiz Fragoso. Revista Coyuntura 128. IERD.
[13] Evitará IDN que Nueva Izquierda gire el partido a la
derecha: Padierna. Entrevista de Arturo Cano. 20 de febrero de 2006. Periódico
La Jornada.
[14] Encinas reaviva pugna; llama a
rescatar al PRD. Francisco Reséndiz. 19 de
noviembre de 2008. Periódico el Universal.
[16] PRD: Refundación o Reacomodo. Dolores Padierna.
http://www.idn.org.mx/idn/
[17] Documento de discusión para la reforma de Línea
Política.
[18] Camino al andar. María Amparo Casar. 30 de julio de
2007. Periódico Reforma.
[19] Las causas de la crisis en el PRD. Jesús Ortega
Martínez, Candidato a la dirigencia nacional del PRD 10-Abril-2008 Nuevo Excélsior
[20] Movimiento Nacional para la Unidad Progresista,
Democrática y de Izquierda. 20 de noviembre de 2009. Documento Impreso. Y punto
34 del documento de discusión para la reforma de Línea Política.
[21] Reglas de Procedimiento de los Acuerdos de San Andrés
Larrainzar.
[22] Un futuro para México. Jorge G.
Castañeda / Héctor Aguilar Camín. Revista
Nexos 01/11/2009