miércoles, 8 de febrero de 2012

¿REFRENDARÁ JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA LAS PROEZAS DE SUS ANTECESORES?

Ignacio Pinacho
8 de febrero de 2012


La sustitución del llamado partido de estado en el año 2000, sin duda, fue una gran proeza; aunque a decir verdad la victoria fue más de carácter ciudadana que partidaria, cuyo objetivo se centró en ver consumada la alternancia política en el ejecutivo federal. La contienda en el año 2006 también se convirtió en una proeza, en la medida que la desventaja que hace seis años tenía Felipe Calderón con respecto a López Obrador finalmente fue superada y convertida en una cerrada victoria electoral.

En esta ocasión Josefina Vázquez Mota tendrá que remontar nuevas y más complicadas adversidades. En el año 2000 el candidato del PRI, Francisco Labastida Ochoa, conservaba una ventaja en las encuestas de 12 puntos arriba de Vicente Fox; y en el año 2006 López Obrador conservaba una ventaja de 8 puntos sobre Felipe Calderón. En este momento, según Consulta Mitofsky, el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, mantiene una ventaja de 18 puntos en relación a Josefina Vázquez Mota.

Es importante señalar que con la reforma electoral del año 2007 las reglas del juego en relación a los medios de comunicación cambiaron sustancialmente. Hoy, la publicidad en los medios electrónicos de comunicación masiva ya no puede ser contratada por los partidos o candidatos y los contenidos de la misma tienen que sujetarse a ciertas reglas. Estos elementos que fueron una ventaja para el entonces candidato Felipe Calderón ya no están presentes.

Otro factor importante tiene que ver con la reducción de la campaña electoral a 90 días, tiempo en los cuales los candidatos ya tienen asignados en una proporción semejante los tiempos y pautas de propaganda en la radio y la televisión. Más allá de la creatividad que los estrategas de cada candidato definan sobre los contenidos de los mismos (propuestas e imagen del candidato), prácticamente para todos la explotación mediática será igual para los tres principales candidatos.

En otras palabras, no será la guerra de los spot lo que le permitirá al segundo lugar remontar la desventaja en relación al candidato que actualmente encabeza las encuestas. Tendrán que ser otros los factores determinantes para eventualmente empatar y rebasar a Enrique Peña Nieto: las propuestas y “promesas” de campaña, las alianzas políticas, las acciones de gobierno, la utilización de las redes sociales, los dos debates que por mandato de ley se tienen que realizar y, en menor medida, las giras, recorridos y la operación electoral el día de la jornada comicial. Los eventuales errores de los otros contendientes seguramente también jugaran su rol en las preferencias.

Por otra parte, estarán presentes otros factores de carácter estructural que no estuvieron presentes hace seis años y que crearon mejores condiciones para la campaña del candidato Felipe Calderón: la posibilidad de una recesión económica y el clima de inseguridad y violencia generada por la delincuencia organizada. Sortear y enfrentar con éxito estos dos problemas también pueden convertirse en una buena ventaja para la abanderada panista.

Pero de todos, el factor que tendrá que jugar un papel preponderante y decisivo, es, sin duda, el de las alianzas políticas. En el año 2000 el Candidato Vicente Fox tejió dos tipos de alianzas, una de carácter partidario con el PVEM y la otra de carácter ciudadano, por medio de actores políticos, sociales y con organismos de  la sociedad civil de tendencias de centro-izquierda, con la firma de diez compromisos básicos para instalar un gobierno de transición y concordia nacional, y la promoción del llamado voto útil, con el propósito de alcanzar la anhelada alternancia política en el poder ejecutivo federal. Más allá de la capacidad del candidato por encarnar la voluntad ciudadana del cambio, que reclamaban amplios sectores del país, la estrategia de las alianzas jugó el papel decisivo para “echar al PRI de los Pinos”.

En el año 2006, nuevamente las alianzas políticas jugaron un factor decisivo y determinante. Por una parte, fue evidente la alianza de facto con algunos actores del PRI a través del liderazgo de Elba Esther Gordillo y el Partido Nueva Alianza, pero también, aunque en menor medida, con determinados sectores de la población simpatizantes de la izquierda política y social. Esta última situación fue una decisión más de carácter espontanea que de forma organizada.

A diferencia de las dos anteriores elecciones presidenciales, en esta ocasión, la definición de la propuesta de gobierno puede ser otro factor estratégico para desencadenar una serie de alianzas políticas y ciudadanas. Tómese en cuenta que en esta ocasión no está presente el factor de cambio que jugó un papel relevante en el 2000, ni tampoco está presente el factor que significaba la instalación de un gobierno  populista estilo Hugo Chávez, que encarnó y polarizó la candidatura de López Obrador hace seis años..

Por el contrario, hoy está presente la posibilidad de un serio voto de castigo hacia un gobierno blanquiazul de doce años que está definido esencialmente como un gobierno ineficaz, con una economía de mediocre crecimiento y un alto índice de desempleo; cruzado, además, por la violencia y la inseguridad.

Otro ingrediente nos lo proporciona la encuesta Mitofsky del mes de enero del presente año, al preguntársele a los encuestados cual sería su segunda opción de voto los resultados son los siguientes: la segunda opción de los simpatizantes de Peña Nieto es López Obrador en proporción de dos a uno sobre Josefina Vázquez Mota; y la segunda opción de los simpatizantes de López Obrador es Enrique Peña Nieto sobre Vázquez Mota. Y respecto a la conservación de votos en relación a la pasada elección presidencial nos encontramos que Peña Nieto conserva el 83% de los votantes priistas, López Obrador conservaría el 74% de votantes perredistas y Josefina Vázquez Mota conservaría solo el 58% de ciudadanos que votaron por el PAN.

Suponemos que el equipo de JVM tiene los datos duros y la información más precisa para entender que las desventajas son mayores y los retos superiores, en comparación a las dos anteriores contiendas presidenciales.

Para esta contienda, la propuesta de gobierno y las alianzas pueden ser los factores decisivos que marquen un punto de quiebre durante la campaña; las alianzas tendrán que ser más mucho más agresivas, intensas y extensivas; con un grado de operación política lo suficientemente inteligente que ponga en concurso una infinidad de actores y movimientos cívicos de corte liberal de izquierda y progresistas del mundo empresarial, agrario, del sector universitario, intelectual y  de la cultura.

Para que la candidatura de Josefina Vázquez Mota logre ser lo suficientemente competitiva frente a EPN, es indispensable que antes del arranque oficial de las campañas electorales esté muy bien posicionada en el segundo lugar y no tan distante del primero, sin posibilidades que el tercer lugar, López Obrador, la alcance.

Para esas fechas la polarización entre Josefina Vázquez Mota y Enrique Peña Nieto tendrá que estar más que definida, la diferencia ya debió reducirse sustancialmente. Aunque las tendencias electorales suelen no conservarse siempre iguales, todo indica que sí es posible que revierta las simpatías que hoy son favorables a EPN, en razón que en el mes de septiembre del 2011 Peña Nieto aventajaba a Josefina por 30 puntos, pero para diciembre esa ventaja se redujo a 21 puntos y según las últimas encuestas esa ventaja ya se redujo a 18 puntos. En medio año se logró una reducción de 12 puntos.

Con la victoria de JVM sobre sus contendientes internos, Creel y Cordero, y la burbuja meditativa y de atención que se generó alrededor de ello, seguramente se dará el fenómeno que en la Unión Americana  se le conoce como el Convention bounce, o sea, un crecimiento en las preferencias electorales por el solo hecho de ser designada oficialmente como la candidata de sus partido. Seguramente las próximas encuestas reflejaran esta nueva fotografía electoral.

Si su candidatura logra mantenerse como una novedad, que está dispuesta a romper tabús y es agresiva en su oferta electoral, seguramente muchos electores empezaran a voltear los ojos hacia ella y la verán como la candidata que realmente puede ganarle a EPN. Luego entonces, el llamado voto útil puede ser el factor decisivo en la contienda electoral. Ya veremos si así lo entiende el Partido Acción Nacional y su candidata a la presidencia de la república.






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