lunes, 6 de febrero de 2012

LOS COMITES VECINALES DE AMLO Y UNA CONTRAPROPUESTA VECINAL


LOS COMITES VECINALES DE ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR Y UNA CONTRAPROPUESTA VECINAL

C. Ignacio Pinacho Ramírez*

 19 de octubre de 2001


“Uno de los ejes en que se sustentará la acción del próximo gobierno democrático será el de dar a los ciudadanos los instrumentos y las facultades para planear, promover, ejecutar y evaluar acciones en su ámbito territorial de residencia, así como supervisar las decisiones, medidas y programas de los gobiernos central y delegacionales que les conciernen.” Así inicia la exposición de la política de participación ciudadana del PRD en el D. F. expresada en su plataforma electoral que oficialmente abanderó Andrés Manuel López Obrador durante su campaña.

Para lograr el objetivo se considera necesario establecer las condiciones para que los actuales comités vecinales, “se conviertan en verdaderas unidades de gobierno”. Ya siendo Jefe de Gobierno electo refrenda dicho compromiso en las primeras 40 medidas, señalando que “se llevará a la práctica, con procedimientos democráticos, la idea de convertir los comités vecinales en verdaderos gobiernos vecinales.”

Ya como Jefe de Gobierno del Distrito Federal impulsa la iniciativa de Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal, el 18 de diciembre de 2000, ante la II Asamblea Legislativa del Distrito Federal (virtualmente suspendida). En la exposición de motivos, en el artículo cuarto del titulo primero y el artículo 88 del capítulo IV de la ley nos encontramos que el concepto unidades de gobierno o gobiernos vecinales ya no aparece, a pesar que en sus recorridos a las unidades territoriales -en sus primeros meses de gobierno- los volvió a reiterar como un cuarto nivel de gobierno.

Otro de los cambios que introdujo se refiere a las asambleas vecinales como órganos de participación ciudadana en cada Unidad Territorial. Los comités vecinales, como órganos de representación, serán los encargados de relacionarlas con los órganos político- administrativo de las demarcaciones territoriales.  A esto habrá que agregarle la instalación de comités de vigilancia vecinal como “órganos de contraloría, evaluación, revisión de cuentas y revocación de mandato de la asamblea vecinal”.  Esto último suena paradójico porque en lugar de establecer estas facultades para que le sean aplicadas a los jefes o jefas delegacionales son medidas para sancionar a los comités vecinales. ¡Claro! Si fuesen órganos de gobierno también habría que aplicárselos.


Si en la actualidad el gobierno de la ciudad sigue considerando la posibilidad de introducir en su reforma política el cuarto nivel de gobierno, lo único que está demostrando es su incapacidad para entender la nueva relación democrática e institucional que debe darse entre gobernantes y gobernados. Desde el momento que los comités vecinales, en términos jurídicos y políticos, sean parte de un nivel de gobierno en los hechos dejarían de ser representantes vecinales. Con esta propuesta no sólo se estaría engrosando la administración pública, sino prácticamente los vecinos tendrían un nuevo obstáculo más que librar para la gestión de sus demandas cotidianas.

La nueva relación entre gobernantes y gobernados que debemos impulsar es aquella donde los vecinos y ciudadanos, a  través de comités, asambleas, organismos civiles u otras figuras o formas de organización natural que la gente decida, tengan no sólo las suficientes facultades para vigilar las acciones de gobierno, sino la suficiente y necesaria autonomía en la toma de decisiones. Autonomía e independencia que debe que ser respetada y reconocida por todos los Jefes Delegacionales. Exactamente todo lo contrario de lo que hoy hacen los Jefes o Jefas Delegacionales.

Claro que para lograr el propósito no sólo se requiere de una normatividad, sino ante todo de la generación de una nueva cultura política de participación y no de subordinación o incondicionalidad que muchos representantes vecinales asumen durante su mandato, y los servidores públicos que promueven el clientelismo político y promoción dadivas para mantener espacios de poder dentro de sus organizaciones o partidos.

Una nueva figura de participación ciudadana y vecinal por Colonia necesariamente tiene que superar a las anteriores, sino no es así la transición de una cultura clientelar a una democrática y cívica seguirá estancada, tanto en los Pueblos, Colonias y Delegaciones Políticas. Para ponernos a tono en la construcción de un nuevo régimen político, de carácter democrático, tenemos que considerar lo siguiente:

1.- La participación vecinal y sus formas de organización tienen que empezar desde sus lugares de convivencia y residencia: Calles, Edificios y Unidades habitacionales, incluyendo la vecindad del comercio establecido. Una representación vecinal sin una participación desde abajo, termina por divorciarse de sus vecinos como sucede con los actuales comités.


2.- La organización por calle o cuadra, permitiría no sólo mayor compromiso, sino una mayor y mejor participación. Estableciendo desde ahí una relación directa con los servidores públicos. Mandar al carago la idea de que sea a través de otra instancia vecinal la relación con la estructura de gobierno delegacional. Entre más mediaciones de gestión le quitemos al ciudadano -Diputado Federal, Diputado Local, Subdelegado Territorial, Partidos, Influyentes, etc.- mejor evaluación tendrá de sus gobernantes y avanzaremos en desterrar al clientelismo y corporativismo. Entonces, la promoción de la corresponsabilidad tendrá mejores condiciones.
  
3.- Se necesita una coordinación por colonia, a través de asambleas, donde participen las representaciones por calle o cuadra, pero también organizaciones civiles que actúan en las colonias, barrios y unidades habitacionales, así como ciudadanos interesados, para tratar asuntos de competencia para toda la colonia, barrio o pueblo. Cada asamblea puede definir una mesa directiva, entre asamblea y asamblea, para coordinar y vigilar las gestiones. Por lo tanto, la convocatoria para las elecciones vecinales no debe ser para creación de figuras como los actuales comités vecinales (que han demostrado su inoperancia), sino para elegir representantes por calle o cuadra.
  
4.- Paralelamente a la estructura de participación vecinal por colonia, barrio o pueblo -dotada con sus respectivas facultades- , se requiere de una instancia de representación por delegación política, consejos o cabildos, nombrada por elección popular e integrada de manera proporcional con la participación de partidos y planillas ciudadanas. Este tipo de representación tendrá las facultades de un verdadero cabildo, ejerciendo un contrapeso real a los jefes delegacionales.


* Ex presidente de Colonia y  ex Consejero Ciudadano por la demarcación territorial de Santa María la Ribera. Delegación Cuauhtémoc, D.F.

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