DE UNA ALTERNATIVA A MÁS DE LO
MISMO
Ignacio
Pinacho
Para explicarnos
las razones por las cuales el Partido Socialdemócrata no alcanzó la suficiente
votación para refrendar su registro el
pasado 5 de julio, se requiere de un breve repaso retrospectivo de esta corriente
ideológica, que ha buscado posicionarse nacionalmente en la ciudadanía en los
cuatro últimos procesos electorales.
PARTIDO DEMOCRACIA SOCIAL
El primer intento y
el más representativo de los proyectos, en términos de abordar una propuesta
integral, fue el del Partido Democracia Social (PDS). Su propuesta se centró en
la urgente necesidad de reformar el estado mexicano, bajo la premisa de que
solo era y es posible conseguirlo con el impulso de una política racional que
nos encamine a los grandes acuerdos nacionales, en un ambiente de respeto a la
pluralidad partidista y social. Una política moderada pero sin concesiones en
el debate.
En torno a
Democracia Social se desarrolló un nuevo discurso político y se impulsaron los
temas de una izquierda democrática, que el PRD había relegado por desarrollar
una estrategia de confrontación política permanente con el régimen.
Partidariamente
Democracia Social se concibió y nació empeñada “en una revisión sin concesiones de
prácticas y rutinas, modos de razonar y conceptos empolvados, cuya ineficacia
política e histórica se hizo evidente con la caída del Muro de Berlín en 1989.
Sin pensar por un momento en que haya que ceder un ápice en las convicciones
fundadoras de la cultura y la visión política que inspira nuestra posición de
izquierda, buscamos ir más allá de las ruinas de una utopía desastrosa como fue
la del comunismo soviético, sin aceptar que el único camino para hacerlo sea la
celebración resignada, una forma más de rendición intelectual, de las ideas que
hoy se piensan a sí mismas como las únicas verdaderas y eficaces para gobernar
y organizar la supervivencia y hasta la vida buena del mundo moderno.
Enriquecer, desde la izquierda, el
pluralismo y la diversidad, para darle a los nuevos temas y problemas
nacionales una impronta transformadora y una visión de largo plazo. Hacer del
debate y la deliberación pública un ámbito respetuoso de construcción cívica,
sin por ello hacer a un lado el obligado rigor en la crítica y la propuesta” [1]
Empero, esta opción partidista no
logró refrendar su registro en la contienda presidencial del año 2000 que, a
diferencia de México Posible en el 2003 y el PSD en el 2009, no se debió precisamente
a la estrechez de su propuesta programática o a graves desatinos de su estrategia
sino, primordialmente, a la polarización política y a la disyuntiva que se presentó
en la elección presidencial: entre la posibilidad de derrotar al PRI y la
opción de que continuara preservándose lo que Mario Vargas llosa llamó la
“dictadura perfecta”.[2]
Esta disyuntiva que se tradujo en el
llamado al “voto útil” le dificultó al PDS la posibilidad de refrendar su
registro, no obstante que su nivel de votación (698,904) fue superior al de México Posible (242,280 votos) y al de Fuerza Ciudadana (123,499)
en el año 2003; muy superior al del PSD (357
mil 229 votos) el 5 de julio de 2009, y muy cercana a la votación del PASC (845,749) en el 2006.
Además de la polarización política generada en torno a
la disputa presidencial en el 2000 habrá que agregar, como otra de las causas
fundamentales por las que perdió el registro fue la pobre estructura
territorial del partido, que lo orilló a que en varios estados se convirtiera
en una mera franquicia, entregada a personajes locales de poca monta. Como tampoco
olvidemos la campaña perredista, sobredimensionada -no sin razones- impulsada
por Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles, que tachaban a Rincón Gallardo de
colaboracionista del régimen.
En las elecciones de 2003, hubo un intento más por refrendar esta corriente
socialdemócrata a través del Partido de la Rosa, sin embargo, por serias diferencias internas en torno a la
aprobación de sus documentos básicos todo culminó por ni siquiera alcanzar el
aval del Instituto Federal Electoral.
MÉXICO POSIBLE
En la experiencia de México Posible los factores que
determinaron su extinción fueron diferentes. México Posible fue el intento por
hacer valer el proyecto del PDS, empero, sus promotores no fueron todos los que
le apostaron a Democracia Social, iniciando por Gilberto Rincón Gallardo y
otros protagonistas del medio académico con trayectoria en la izquierda, así
como la ausencia notoria de liderazgos sociales que le dieran una base social sólida
y una representación previa en el electorado.
Por otra parte, aunque su intención era retomar la
propuesta integral del PDS México Posible
terminó por reivindicarse como un partido de las minorías. Su principal
dirigente Patricia Mercado fue muy clara al respecto: “La razón de México Posible de postular candidatos gay
es porque México Posible es un partido formado por liderazgos sociales, de
gente que viene de muchos movimientos sociales y civiles, que desde hace más de
20 años traen agendas nuevas, nuevas propuestas, movimientos que vienen
luchando por nuevos derechos y nosotros somos parte de eso.
México Posible, de alguna manera, concentra a parte de
este liderazgo, que se formó en la sociedad civil por estas distintas causas y
que decidimos hacer un partido político y llevar estas propuestas al lugar
donde se toman las decisiones, es decir, una visión de acceso al poder, al
ejecutivo, legislativo, y en ese sentido, es natural que parte de las
candidaturas de México Posible tengan como causa la diversidad sexual... hay
muchas mujeres y hombres homosexuales que son candidatos y candidatas de México
Posible, y es natural que parte de liderazgo del movimiento de liberación
homosexual que han luchado por derechos de la igualdad también sean candidatos
cuya oferta sea cómo llegar al Congreso para hacer reformas legislativas que garanticen
mayores derechos, pero es una cuestión natural, no es para jalarse el voto
rosa. Ellos están de manera natural en las candidaturas de México Posible.”[3]
Y a la pregunta expresa del porcentaje de candidatos
gay de México Posible, Mercado señaló “entre 40 y 50 en todo el país, en otros
partidos ninguno, que yo sepa. Los asuntos de la vida cotidiana no se tratan en
los partidos políticos, no porque no sean importantes, por eso el 65 por ciento
de la ciudadanía se abstiene”[4]
Otro factor que influyó para que este proyecto
político terminara por fenecer fueron los resabios autoritarios y verticales
que se presentaron en la toma de decisiones, que provocaron descontentos y
renuncias que significaron a la postre disminución de simpatías. La
“dignificación de la política” que se pregonaba se desarrolló como una buena
propuesta hacia fuera, pero como un tabú hacia dentro.
Sergio Aguayo, uno de
sus asiduos precursores, explica así algunas de las causas por las cuales
México Posible acabó perdiendo el registro: “terminó prevaleciendo la cultura tradicional que
solapa ineficacias invocando acuerdos o lealtades políticas…” y
sustenta, “Es revelador que dos de las
tres empresas mencionadas por la CACE y que manejaron 31.5 millones de
pesos—fueran recomendadas por integrantes de la dirigencia de México Posible que llegaron del Partido de la Rosa; y que la tercera empresa recibió el contrato aun cuando la Secretaria de Finanzas, Marina Arvizu, estaba entre sus
accionistas lo que creaba un conflicto de interés.
Por otro lado, aun cuando el profesionalismo de las tres empresas quedó en entredicho y fue motivo de diversas críticas la presidenta del partido,
Patricia Mercado, decidió mantenerles los contratos…. México Posible fue incapaz de sobreponerse
a la inercia de una cultura autoritaria que se expresa de múltiples formas.”[5]
Concluía así, en medio de descalificaciones y pugnas internas, un intento
más por hacer valer una propuesta de izquierda diferente. Fuerza Ciudadana que
de igual manera pretendió convertirse en una opción no dejó de ser una fuerza
efímera y testimonial.
PASC-PSD
Con el nacimiento del Partido Alternativa
Socialdemócrata y Campesina (PASC), las expectativas de crear una opción como
su nombre lo indica fueron renovadas. A diferencia del PDS y México Posible, su
fundación se distinguió por contener una mayor dosis de pluralidad, integrada
por tendencias del movimiento campesino, popular; de ex dirigentes del extinto
PST, del PRD, del PDS y de Fuerza Ciudadana.
Esta virtud trajo su contraparte: la disputa
desde sus orígenes de quien debía ser su candidato(a) a la presidencia de la
república, trasladando hasta los tribunales sus disputas internas. No obstante
ello, paradójicamente, la guerra mediática entre quien podía ser su candidato a
la jefatura del ejecutivo federal, contribuyó a generar una especie de
“elecciones primarias” que colocó al PASC en la agenda de los medios de
comunicación.
Esta disputa inicial -entre priorizar una candidatura presidencial y el proyecto partidario- y algunas deserciones como
el ala campesina que territorialmente era la vertiente más representativa, acabaron siendo superadas con una campaña presidencial inteligente
cuya plataforma electoral -a diferencia de la plataforma de minorías que
sustentó México Posible- fue más integral, postulando propuestas contra la
desigualdad y discriminación social, distribución justa del ingreso, impulso
del mercado como sea posible como del estado como sea necesario, vigencia del
estado laico, entre otras como la propia despenalización
del aborto, la legalización de la marihuana y el reconocimiento de las
sociedades de convivencia.
El acierto de una plataforma más amplia se combinó con
una candidata presidencial, Patricia Mercado, que daba destellos de frescura y
un discurso hasta cierto punto innovador. “Alternativa Socialdemócrata sobrevivió
en el 2006 gracias a un planteamiento propio y una identidad independiente. Se
demostró con la campaña de Patricia Mercado lo que ya había esbozado la campaña
de Rincón Gallardo en 2000: que hay espacio en el electorado mexicano para un
partido que se decida a hacer política de ciudadanos, con ideas e imaginación,
y que renuncie a hacer la política aprendida por los políticos mexicanos
durante las décadas de dominación priista.”[6]
Lamentable, pasado el difícil transe de refrendar el
registro, el PASC inició un nuevo proceso de disputas internas. Todo empezó con
la definición de una política de alianzas con el PRI en el estado de Veracruz,
impulsada por Alberto Begné y posteriormente por Jorge Carlos Díaz Cuervo, y que
significó para ambos en lo particular grandes dividendos financieros. Aunada a
esta sustancial definición política y conductas que ambos dirigentes llevaron
hasta sus últimas consecuencias -en estados como Morelos, Puebla y Estado de
México, en las elecciones del 5 de julio, se desencadenaron otras
contradicciones internas como el hecho de que al primero le “eran irrelevantes
los esfuerzos emprendidos antes de Alternativa. Lo dijo con toda transparencia
y pulcritud. Sin engaños, pues: la tradición que comenzara con Democracia
Social y que luego se continuara con México Posible no tendría cabida en
Alternativa mientras él estuviera al frente del partido. Una actitud
eminentemente excluyente.
De
esa identidad previa le estorbaban en particular dos cosas: lo que Begné
llamaba, con tono de menosprecio, la agenda “pinky”, y la dificultad para sacar
adelante su muy personal estrategia política de alianzas.”[7] Al mismo tiempo, Patricia Mercado pretendía
ejercer un liderazgo caudillista y caciquil, tratando de imponer ciertas
condiciones que le garantizaran ejercer cierto control sobre el aparato y sobre
los recursos financieros, en pos de repetir su candidatura presidencial para el
2012.
En
una carta escrita (nunca desmentida) a Alberto Begné, Patricia Mercado le
solicitaba, entre otras cosas: “¿Qué me daría certezas, cumpliría mis deseos y
me permitiría seguir construyendo para alcanzar los objetivos que me hicieron
llegar acá? … “Ser la vocera oficial de Alternativa… Dirigir el Centro de
Estudios. Desde aquí construir partido no sólo lanzando lo que sería la escuela
de cuadros para aquellas que vayan integrando el partido… Quiero desarrollar
desde el Centro la puesta en marcha del gabinete sombra… Debo confesar que no estoy segura que la
opción de ser legisladora para 2009 sea lo mejor para fortalecer mi liderazgo
de cara al 2012. Creo, eso sí, que tenemos que competir con mi candidatura a la
Presidencia…”[8]
Y como bien lo señala el periodista
Ricardo Alemán, “El origen del enfrentamiento entre Mercado y Begné tiene la
misma genética que caracteriza a todos los partidos mexicanos y a la política
en general. La traición, ambiciones desmedidas de poder, trapecismo político y
desviaciones ideológicas y, por si fuera poco, el infaltable complemento de los
manejos turbios de las jugosas prerrogativas que salen de la tributación de
todos los mexicanos.” [9]
Al
viejo estilo stalinista, rumbo a las elecciones de julio del 2009, en el
partido se iniciaron las purgas tanto de su ala campesina, representada por
Ignacio Irys Salomón, como de la corriente de Patricia Mercado. Como en ningún
otro partido sus diferendos fueron “resueltos” en el Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación. La conversión de PASC a PSD resultó finalmente
pura simulación. No quedó nada de Alternativa y nada de Socialdemócrata, y de
paso se quedaron sin Campesinos. Toda una lección de cómo echar por la borda un
proyecto partidario.
En
estas condiciones, el PSD se presentó a las elecciones constitucionales de este
año, cuya estrategia se basó en dos pilares básicos: alianzas con el PRI en
territorios donde bien el partido pudo haber presentado su propia fisonomía,
candidatos y propuesta, y la de priorizar lo que el propio Begné llegó a decir
la agenda “pinky”[10] . La
dirigencia nunca supo distinguir la definición de temas y su respectiva
estrategia entre los tiempos electorales y los tiempos legislativos.
Una
estrategia que pretendió ser mediática y que solo contribuyó a identificar al
PSD como un partido de minorías, dónde los temas predominantes -y que no impactaron
favorablemente en la percepción social- fueron la legalización del aborto, la regulación
de las drogas y las sociedades de convivencia. Repitieron la experiencia de México Posible.
Y
en los temas que son medulares para la definición de una agenda socialdemócrata,
como el tema fiscal, resultaron más de lo mismo. “Llama la atención que una
plataforma socialdemócrata correcta, insisto, en su defensa de las libertades
individuales y el Estado laico sea tan imprecisa y difusa en cuestiones
económicas y fiscales. Un solo ejemplo: en lo relativo a la política fiscal,
cuya exigencia ha sido señal de identidad de los partidos socialdemócratas más
serios, el PSD se contradice al afirmar, primero, que “el fortalecimiento de
las finanzas públicas se dará aumentando la base de contribuyentes y no los
impuestos”, y luego que “se promoverá una reforma fiscal progresiva con base en
el principio de ‘quien gana más paga más’, fundamentalmente a través de elevar
el ISR a los sectores de mayores ingresos”[11]
Para
curarse en salud y de sus graves errores Jorge Carlos Díaz Cuervo prácticamente
le echa la culpa de la pérdida del registro a “quienes participaron en la
campaña a favor del voto nulo lo hicieron desde una pretendida y falsa
autoridad moral. A través de una campaña poderosa, que contó con apoyos
mediáticos y de otro tipo, sin que fueran fiscalizados ni transparentados y
cuyo objetivo era, entre otros, la desaparición del PSD.”[12] Quizás
porque está muy consciente de que, casualmente, muchos de los que llamaron a la
anulación del voto fueron los que en su momento veían en el PASC una opción
diferente a la de otros partidos de izquierda.
Aunque
después señale que no le está endosando a los anulistas la derrota del PSD, el
énfasis de los factores del fin del partido no lo establece, de manera
autocrítica, en las divisiones internas, ni mucho menos en el fracaso de su
estrategia electoral. Decimos “su”, porque el diseño de la estrategia nunca fue
refrendado por el CEN ni estuvo a debate para su posible rectificación. El
estilo arrogante y pendenciero de su mandato se impuso a la sensatez, al
dialogo y al espíritu colegiado en la toma de decisiones.
Por
otra parte, en la derrota influyeron otros factores básicos para el buen desarrollo
de toda contienda electoral. Entre la precampaña electoral y la lista
definitiva de candidatos se manoseo, se lastimó y se ninguneó a muchos
precandidatos y militantes. ¿En cabeza de quien se le ocurre pedir a los
candidatos renuncias anticipadas? ¿En cabeza de quien se le ocurre crear
expectativas de candidaturas para luego cancelárselas? ¿A quién se le ocurre
que en lugar de arengar a favor de la victoria se les diga a los candidatos que
la contienda está perdida? ¿En cabeza de quien se le ocurre tener como
principal operador electoral en el CEN a un personaje que se dedicaba a meter
discordias, inexperto y preocupado más por sus preferencias personales? Y ya no
digamos el menosprecio a las campañas territoriales, a la nula comunicación con
los candidatos y sus dirigencias estatales, al solapamiento de actos de
corrupción en varios estados.
¿Conocían
a la dirigencia de un partido político donde todos sus actos se encaminaban a
la derrota electoral? Si no la conocen esa fue la dirigencia del PSD en México.
CONCLUSIONES
Los
intentos por construir una opción socialdemócrata y diferenciada del PRD, desde
el año 2000, han fracasado en nuestro país. Las causas pueden ser variadas y
con énfasis distintos, pero todas las experiencias coinciden en algo medular:
han carecido de una visión de largo plazo, tanto en su proceso de construcción
como en su propuesta programática.
La
visión predominante que se ha impuesto es la coyuntural, la de salirle al paso
a las propuestas y a las acciones. Y en esa dinámica no se ha entendido al
electorado, se piensa por ellos sin analizar sus preocupaciones y prioridades.
No es lo mismo ganar adeptos y militantes a nuestras causas reales y utópicas a
ganar electores que, por razones de cultura política, reaccionan por otras
causas, aunque no necesariamente contrapuestas a la izquierda.
Otro
gran déficit de estos proyectos partidarios fenecidos tiene que ver con la
estructura territorial y, desde luego electoral, que han carecido de liderazgos
regionales fuertes, con arraigo en la sociedad. Esto ha llevado a que en muchas
ocasiones las representaciones estatales se conviertan en verdaderas
franquicias, entregadas al mejor postor. Pierden identidad y se corrompen con
mucha facilidad.
De
los experimentos socialdemócratas el de Democracia Social fue el más exitoso en
términos de propuesta política, y el del PASC en términos de rentabilidad
electoral. Este último bien puede verse como un proyecto distinto a lo que
posteriormente fue el PSD. Mala apuesta pensar y decidir que el nombre en sí
mismo le da contenidos y perspectivas a un proyecto. Quienes condujeron a la
derrota del PSD nunca se bajaron de su pedestal, dejaron de ser dirigentes de
carne y hueso y se convirtieron, quizás sin darse cuenta, en dirigentes
cibernéticos o de vino blanco y tinto.
El
éxito del PASC estuvo, precisamente, en contar con liderazgos regionales de
carne y hueso y en una dirigencia plural versada, en su mayoría, en las luchas
sociales y políticas decisivas para el país. La pluralidad, el respeto a la
diversidad de pensamiento, la tolerancia e inclusión de las minorías, que
atiborraron el discurso del PSD, fueron las divisas para construir cada uno de
los proyectos fallidos, pero a la hora de tomar las decisiones y procesar las
diferencias se convirtieron en obstáculos para salvaguardar los intereses de las
burocracias partidarias.
Por
lo mismo, los experimentos socialdemócratas
fueron incapaces de dotarse de las reglas del juego internas para ser
respetadas por todos, desoyendo a una premisa básica de esta corriente: respeto
al estado de derecho y a la institucionalidad establecida. En la transición del
PASC al PSD los estatutos y los órganos de dirección sirvieron más para imponer
y atacar que para dotarse de cierta institucionalidad
y debatir los problemas y los temas del país.
Otro
de los resabios del viejo régimen presentes en los “partidos diferentes” y
emergentes es la corrupción. La tentación del poder aliada al dinero ha
dominado a la mayoría de los dirigentes, aunado a las componendas y venta de
espacios políticos a cambio de favores. Suelen integrarse direcciones políticas
o equipos de trabajo más por lealtades que por capacidades y convicciones. Unos
más otros menos, con afortunadas excepciones, la izquierda en su conjunto ha
sido incapaz de verse y de actuar de forma distinta a las derechas y prácticas
del pasado.
Por
último, pero, sin duda, el factor que le da forma y contenido a un proyecto de
gran envergadura que pretende ser opción de poder y de cambio. ¿La
socialdemocracia es una propuesta para las mayorías o para las minorías? Erróneamente los experimentos México Posible
y PSD se identificaron más como opciones de minorías que opciones de gobierno,
causas minoritarias que no dejan de ser justas y valederas pero que no han
dejado de ser proyectos testimoniales.
Si
la socialdemocracia en México pretende ser opción de gobierno y de cambio, “La
izquierda de hoy tiene que ser universalista, en el sentido que su compromiso
es por causas grandes y por valores y principios universales. Fragmentar su
programa por compromisos con identidades particulares o minorías sociales, le
puede garantizar una buena clientela política pero no suficiente para ser una
opción de gobierno. “El proyecto de la izquierda es universalista: es para
todos los seres humanos... no es la libertad para los accionistas o los negros,
sino para todos. No es la igualdad para todos los miembros del barrick club o
los minusválidos, sino para todos. No es la fraternidad sólo para los
estudiantes de eton o los gays, sino para todos. Y la política de la identidad
no es esencialmente para todos, sino para los miembros de sólo un grupo
específico.” Puede ser muy polémica esta posición de Hobsbawm, pero la realidad
ha demostrado que las identidades particulares como el feminismo o el
indigenismo, entre otras, colocan en primer plano su interés específico por
encima del proyecto integral, plural y de todos.”[13]
La
apuesta por un nuevo intento no debe cometer los mismos errores, y pensar
concienzudamente si la construcción de otro partido de izquierda es una
condición indispensable para hacer valer los postulados de la socialdemocracia,
o la apuesta de hacer compatible las libertades individuales y cívicas con el
desarrollo y combate a la desigualdad social.
[1]
Por una auténtica cultura del
acuerdo. Rolando Cordera Campos. Revista etcétera 388. Año 2000.
[3] Los nuevos liderazgos de México Posible: Patricia Mercado. Por Antonio
Contreras. Tomado del
suplemento
Letra S. Mayo 8, 2003. www.mujeresaloeste.org.ar
[4]
Ibíd.
[5] Reflexiones
sobre la experiencia del Partido México Posible. Sergio Aguayo Quezada. Ex presidente de la
Coordinadora Nacional. Agosto de 2004 (www.sergioaguayo.org/biblioteca)
[6] ¿Hay alternativa al
lamentable sistema de partidos? Jorge Javier Romero. Crónica. 11-07-07.
[7]…socialdemócrata… Ricardo Raphael. Publicado en el
Universal. 24 de marzo de 2008.
[8] En carta a Begné, Mercado
propone ser la dueña del partido. Ricardo Alemán. 30 de marzo
de 2008. Publicada en el Universal.
[9] Alternativa: La traición. Ricardo Alemán. El
Universal. 24 de septiembre de 2007.
[10] Temas relativos al
respeto de la diversidad sexual y a la lucha por la igualación de las
libertades que se promovieron particularmente en la campaña del 2003 y en menor
medida en el 2000.
[11] PSD: correctos
y difusos. Jesús Rodríguez Zepeda. 29 de junio de
2009 El Universal.
[12] Jorge Carlos Díaz Cuervo. Fin del PSD, varios factores. 10 de
julio de 2009 El Universal.
[13] ¿Qué izquierda? Ignacio Pinacho. Cartas de
Relación. Revista de la Fundación por la Socialdemocracia de las Américas.
Citando a Eric Hobsbawm, “La política de la identidad y la izquierda”. Nexos
224, agosto de 1996.
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