martes, 21 de agosto de 2012

UNA IZQUIERDA LIBERAL PARA UN MÉXICO MODERNO


UNA IZQUIERDA LIBERAL PARA UN MÉXICO MODERNO
Ignacio Pinacho


El liberalismo no es una ideología. No tiene ese carácter cerrado de religión, dogmático, que tienen las ideologías.                                       (Mario Vargas Llosa)


Varios han sido los esfuerzos por construir una opción diferente a la que representa el PRD y sus aliados dentro del espectro de la izquierda; con más o menos semejantes planteamientos el Partido Democracia Social, Fuerza Ciudadana, México Posible y el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina con su versión PSD terminaron por ser proyectos frustrados.

Las causas pueden ser diversas y con énfasis distintos, pero todas las experiencias coinciden en algo medular: han carecido de una visión de largo plazo, tanto en su proceso de construcción como en su propuesta programática[1]; prevaleciendo a su interior el sectarismo, la violación de pactos establecidos y de compromisos políticos, la corrupción, los lugares comunes y ausencia de autocrítica. 

En el año 2015 se abre una nueva oportunidad, que inicia con la presentación ante el IFE de la solicitud correspondiente por parte de todas aquellas agrupaciones o grupos de ciudadanos que quieran avanzar en la construcción de nuevas formaciones partidarias. Hasta donde se sabe son varios grupos y entes políticos interesados en apostarle a una nueva propuesta política.

Me parece que la causa principal que explica el interés de crear nuevas formaciones políticas se debe a que diversos grupos o actores políticos han sido desplazados de los tres principales partidos; legítimamente buscan que sus intereses estén representados en el poder público e incidir en la toma de decisiones. Empero, sigo sin observar líneas discursivas que vayan más allá del tradicional conservadurismo de izquierda que esencialmente representan los grupos dominantes al interior del ahora llamado Frente Amplio de Izquierda y del Movimiento de Regeneración Nacional.

Otros más, que aspiramos a una organización política distinta pensamos en no repetir las experiencias frustradas, pero además asumir el reto con mayor responsabilidad, profesionalismo y visión de largo aliento; que se alimente de nuevas ideas, de  nuevas generaciones y que sea realmente competitiva. Ciertas experiencias internacionales nos indican que es viable y posible.

Para alcanzar dicho propósito dos son los retos iniciales que hay que cubrir. El primero, tener la capacidad de celebrar asambleas en por  lo menos veinte entidades federativas o en doscientos distritos electorales, que en ningún caso podrá ser menor a tres mil o trescientos ciudadanos, respectivamente. El segundo, convencer a determinados sectores de la sociedad que efectivamente la propuesta es distinta, novedosa y atractiva; y transitar un obligado proceso de cultura democrática que contrarreste la pesada losa del desprestigio de los partidos y del quehacer político.

En esta ocasión quiero referirme al perfil discursivo, de carácter liberal, desde una perspectiva de izquierda, así como a ciertos contenidos programáticos de una opción que, desde mi punto de vista, no está presente en el actual sistema de partidos y que bien puede ser del interés de ciertos sectores políticos, culturales y económicos del país. No es tarea sencilla. Por ello, se requiere abrir los espacios para el intercambio de opiniones y el debate.

En este intercambio es imprescindible tener presente una clara sentencia y recomendación de Ludoldo Paramio: Para poder competir con el populismo hace falta una izquierda con historia pero  también con ideas nuevas, y para lograr esto último puede ser necesario un relevo generacional entre los dirigentes… cuanto más minoritaria y fragmentada es la izquierda mayor  es la tendencia al conservadurismo o al oportunismo entre los grupos dirigentes.[2]

¿QUÉ IZQUIERDA?

Esta pregunta ha tenido múltiples respuestas a lo largo de los años, pero que han terminado siendo más adjetivos que sustantivos: izquierda democrática, izquierda revolucionaria, izquierda socialdemócrata, izquierda verde, izquierda progresista, etc.  Incluso, para muchos hoy la izquierda es un estado emocional de rebeldía en contra  de los poderes mediáticos, y quien no se sume a dicho estado es un conformista y en automático deja de ser de izquierda. Dicho de otra forma, quienes no se incorporen a la lucha contra la imposición terminan siendo unos viles traidores.[3]

Ahora bien, lo importante es abrir una beta para el debate y que de ello resulte realmente algo sustantivo y que el adjetivo sea consecuencia de, sin que ello signifique que el adjetivo sea nombre o apellido obligado de la nueva formación partidaria. Me inclino por lo que dice Savater: dejar de tener visiones unilaterales, visiones encerradas en ropajes decimonónicos y buscar fórmulas nuevas, quizá con unos rótulos no tan sonoros.

Ese rotulo bien puede ser un formula muy sencilla, pero que recoja y asuma lo que nuestras izquierdas y derechas han sido incapaces de abrazar: el liberalismo. El liberalismo que no es de pertenencia de ninguna corriente política, aunque erróneamente algunos lo encasillan en las corrientes tradicionalmente identificadas con la derecha y al modelo económico que sustituyó al estado populista que hizo crisis en 1982.

Como lo señala acertadamente la escritora, periodista y destacada legisladora española de la Unión Progreso y Democracia, Irene Lozano: El liberalismo clásico surge preocupado con el valor fundamental de la libertad, de la propiedad privada y de la tolerancia …, pero a medida que va evolucionando, el liberalismo se da cuenta de que si se olvida del factor social está otorgando más libertad a quienes tienen grandes propiedades frente a quienes no las tienen … Por eso surge en el seno del liberalismo, que efectivamente es plural y variado, la preocupación social. Y se da ese giro del liberalismo hacia lo social con la preocupación también por intervenir en la distribución de la riqueza para contribuir a aumentar la libertad, porque no es igual la libertad de quien tiene poder que la de quien no lo tiene.[4]

El fugaz acercamiento que la izquierda mexicana ha tenido en su historia reciente con el liberalismo fue cuando se decidió, por la vía legal y parlamentaria, luchar contra el autoritarismo del llamado partido de estado que representaba el PRI. Pero inmediatamente devino en neozapatismo, el nuevo despertar del desvarío revolucionario, como diría Krauze.[5] Y posteriormente después de abandonar al cardenismo termina por abrazar al lópez-obradorismo, que se reivindica liberal sin serlo. Para rematar, la agenda de los nuevos legisladores del PRD de la LXII legislatura reproduce los lugares comunes, y el rechazo a cualquier intento de reformas liberales que se traduzcan en mayor competitividad y productividad para la economía nacional.

A nivel mundial, en el ámbito académico y político el encuentro de la izquierda con el liberalismo se remonta al siglo XIX, particularmente con el surgimiento de la socialdemocracia; y en el siglo XX con la crítica al viejo régimen autoritario del llamado socialismo real. En América Latina es más reciente, a partir del derribo de las viejas dictaduras militares; pero sobre todo a raíz del arribo al poder público de las izquierdas en diversos países. Es un debate entre dos izquierdas, como lo expresa Teodoro Petkoff: la izquierda moderna y democrática, que metabolizó la experiencia de la lucha armada y la crisis del modelo soviético así como las desventuras del allendismo y el sandinismo, que no se asoma al espejo cubano; y la izquierda borbónica, conservadora y no democrática.[6]

En el Partido de la Revolución Democrática este debate no está presente, solo de forma aislada algunos de sus dirigentes han pretendido impulsarlo sin mayores resultados.[7] El surgimiento del movimiento Demócratas de Izquierda, aunque intenta deslindarse del conservadurismo al interior del partido no plantea en concreto y en la práctica política algo distinto.[8] En suma, ninguna de las corrientes partidistas expresan planteamientos programáticos distintos a los que contienen sus documentos básicos: anclados en el Estado populista que hizo crisis en 1982. Su llamado “Congreso Refundacional” que se llevó a cabo en diciembre de 2009 no dio pistas de ninguna especie, por el contrario se presentaron formulaciones anticapitalistas y antiimperialistas de viejo cuño.[9] Sus debates han estado circunscritos a sus procesos de elección interna y a las alianzas coyunturales que han tenido con el Partido Acción Nacional.[10]  

Para que la izquierda en nuestro país juegue un rol decisivo en el proceso de modernización de nuestro país, obligadamente tiene que transitar del conservadurismo al liberalismo, iniciar una TRAVESIA LIBERAL que significa en palabras de Isaiah Berlin: tanta libertad a cambio de tanta igualdad.[11]. Que haga compatible al unísono las libertades y derechos individuales con la justicia social, políticas que tiendan a convertir en más iguales a los desiguales. Norberto Bobbio describe a esta corriente como de centro-izquierda: doctrinas y movimientos a la vez igualitarios y libertarios, a los que hoy podríamos aplicar la expresión «socialismo liberal».[12]

Fuera del PRD el debate respecto al  necesario encuentro entre la izquierda y el liberalismo se ha venido dando y proponiendo primordialmente en las revistas Letras Libres y Nexos, o en el semanario etcétera y en algunos columnistas de diversos diarios de circulación nacional, y en cierta medida en el Instituto de Estudios para Transición Democrática. De manera colateral o marginal algunos lo hemos venido exponiendo desde hace una década por medio de diversos ensayos, así como a través de otros amigos de mil batallas como el desaparecido Eduardo Valle (El Búho) y el siempre polémico pero acertado Joel Ortega Juárez: Unas izquierdas acordes al siglo XXI deben recuperar el pensamiento liberal para renovarse. Rompiendo con aldeanismos.[13]



¿CÓMO SE TRADUCE ESE ENCUENTRO?

Por principio, me parece que es apremiante despojarse de diversos tabús y dogmas. Recojo aquí algunos temas que formulé en el ensayo ¿ES POSIBLE LA REFUNDACIÓN DEL PRD?, en ocasión del llamado “Congreso Refundacional” (XII Congreso) del PRD[14], y los expongo de la siguiente manera:   

1.- “Los acuerdos de San Andrés Larrainzar son la base para la nueva relación con los pueblos indios”

Mientras la izquierda está esperanzada a que se cumplan dichos acuerdos, los pueblos indígenas siguen siendo excluidos del desarrollo y de su condición de ciudadanos. La mejor forma de sacar de la marginación a estos sectores de la población es a partir de la definición de políticas públicas y acuerdos pactados, de ya y desde los Congresos,  para enfrentar la pobreza y la marginación social. Políticas de Estado que deben estar sustentadas a “partir del principio jurídico fundamental de la igualdad de todos los mexicanos ante la ley y los órganos jurisdiccionales, y no creación de fueros especiales en privilegio de persona alguna, respetando el principio de que la Nación Mexicana tiene una composición pluricultural”.

Y en el aspecto político, avanzar en el desmantelamiento del cacicazgo indígena que bajo el manto del respeto a los usos y costumbres mantienen el control corporativo sobre la población y les niegan derechos cívicos e individuales a las mujeres. Hay que empezar esa batalla en el estado de Oaxaca, donde la opresión hacia la mujer, las prácticas caciquiles y el autoritarismo son el pan de cada día en la mayoría de los municipios del estado.


2.- “Integración económica continental con base en la unidad latinoamericana”

Mientras la izquierda mexicana sigue esperanzada a que alcancemos una integración continental con Latinoamérica, la población, la economía y el comercio mexicanos están cada vez más integrados a los Estados Unidos de Norteamérica. El antiamericanismo que padece nuestra izquierda es el talón de Aquiles que la enclaustra en un nacionalismo ramplón. Es tiempo de plantearse seriamente una integración multidimensional con el Continente de Norteamérica, sin dejar de ser activo impulsor del multilateralismo en nuestra política exterior.[15]

Y como dicen acertadamente Jorge G. Castañeda y Héctor Aguilar Camín, es “indispensable iniciar un debate sobre lo que podríamos resumir bajo la odiosa pero útil formulación del código postal. A cuál queremos pertenecer: al universo de Zelaya y su sombrero, de Chávez y su boina, de Raúl y su senectud, de Brasil que no nos quiere en el vecindario, o al de América del Norte. En realidad, no hay mucho margen para decidir. México tiene su corazón en América Latina, pero tiene su cartera, su cabeza y la undécima parte de su población en América del Norte. La afinidad latinoamericana es del corazón, de la cultura y del idioma, no de los intereses económicos ni de la densidad humana de la relación.”

3.- “Defender con éxito el patrimonio nacional que representa la industria ener­gética, petróleo, gas natural y electricidad, conservar a Pemex, CFE y a Luz y Fuerza del Centro como pilares de la soberanía nacional” 

Ahora resulta que “nuestros” monopolios estatales nos han hecho más independientes y soberanos, cuando que ha sido todo lo contrario. Si en algún lugar existen prácticas y un diseño institucional del viejo régimen autoritario y patrimonialista es precisamente en los monopolios estatales. Como dice Carlos Elizondo Mayer-Sierra el fondo de la discusión no debe ser la constitucionalidad de una u otra propuesta de reforma. El fondo es una decisión política, soberana, sobre qué hacer con el más estratégico de los recursos… La Constitución es una decisión nuestra. No es producto de un acto divino…Tan no lo es que la hemos reformado, entre 1921 y 2008, 473 veces. Solamente el texto del artículo 27 lo hemos modificado ya en 16 ocasiones.[16]

De acuerdo a las experiencias internacionales, los estados soberanos promueven la apertura del capital privado, la controlan o la acotan dependiendo de las condiciones. Aquí nuestra izquierda idolatra a los monopolios estatales, como preceptos bíblicos y sagrados. Es tiempo de que el Estado Mexicano defina cual o cuales deben ser los sectores estratégicos que pueden ser decisivos desde el punto de vista científico, técnico, de productividad y sustentabilidad, que permitan colocar al país, en el mediano plazo, como potencia industrial y tecnológica.

4.- “Las derechas go­bernantes intentarán una escalada de mayor represión contra las organizaciones sociales políticas democráti­cas y progresistas, con el fin de desarticular las bases ciudadanas de las izquierdas”

Como en los años 60s y 70s de la llamada guerra sucia del siglo pasado, nuestra izquierda actual se siente redentora, perseguida y reprimida, padeciendo el síndrome del delirio de persecución, debido quizás a que se “define prime­ramente como una escuela del noble oficio de la política, en la discusión y formulación del proyecto nacional orientado a la construcción de un nuevo tipo de sociedad diferente y superior a la actual… que desarrolla una crítica del capi­talismo en la perspectiva de lograr una nueva sociedad igualitaria y libertaria que supere dicho sistema de explotación, dominación y opresión". Esta Paranoia que padece un amplio sector de la izquierda se sustenta, quizás, en la caracterización que hacen del estado mexicano, represor y policiaco.


5.- “El PRD debe vincular los procesos elec­torales con las luchas y movimientos populares, sociales y sindicales y las demandas del pueblo en todo el territorio nacional, con la defensa de las demandas justas de la ciudadanía y lograr su preferencia al programa de la izquierda a fin de impulsar la transformación del sistema político, económico y social vigente, constituyendo el poder popular como opción política desde abajo.”

Se confirma la tesis de partido-movimiento, impulsando el poder paralelo (semejante al poder popular que reivindica la APPO) y la llamada democracia participativa en oposición a la democracia representativa. La izquierda no puede ver otra forma de participación ciudadana y popular si no es encabezándolas. El PRD no se da cuenta que con ello lo único que está posponiendo es la construcción de un partido plenamente estructurado por sección, distrito electoral y municipio, pero además está dejando de construir un partido institucional, sólido y democrático.

La inmensa mayoría de dirigentes locales y nacionales prefieren realizar sus actividades en las llamadas luchas sociales (que resultan ser organizaciones para la gestión, con prácticas corporativas), al considerar que la del partido solo es una actividad burocrática. Además, ellos bien saben que es más redituable hacer labor de gestión para asegurar clientelas a la hora de las votaciones internas. Este círculo vicioso, para muchos virtuoso, no fue resuelto por el proyecto de estatutos que discutirá (discutió) su “Congreso Refundacional”.  

6.- “El PRD rechaza la intervención de los organismos financieros internacionales que en alianza con la oligarquía nacional imponen polí­ticas excluyentes en perjuicio de la población, ya que atentan contra la vigencia de un Estado social y democrático de derecho y la soberanía nacional”

La verdad no peca pero incomoda reza el refrán popular, pero la realidad es que una de las recomendaciones medulares del llamado Consenso de Washington tenía que ver con la necesidad de la estabilidad macroeconómica y  monetaria. Y este precepto es usual y de sentido común que practican la mayoría de los gobiernos a nivel mundial, más allá de que en el caso mexicano se aplicaron recetas de forma dogmática y autoritaria, sin transparencia y sin la participación decidida del congreso mexicano.

La izquierda mexicana sigue siendo reaccionaria cuando se trata de propuestas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, que por cierto ya no son las mismas que planteaban en la época dorada del llamado neoliberalismo.

7.- “Como alternativa al capitalismo neoliberal el PRD asume la necesidad de la interven­ción directa del Estado en la economía en las áreas estratégicas de alimentación, produc­ción de energías limpias, telecomunicaciones, procesos de alta tecnología, caminos y puentes, medios de comunicación, sistemas financieros, proyectos de infraestructura nacional y regional”

Si a este párrafo le quitáramos las siglas del PRD pareciera que fuera una tesis redactada por Hugo Chávez. La conclusión que desprenden de la actual crisis es simplista y anclada en el pasado: de la apuesta total a las libres fuerzas del mercado, ahora hay que apostarle a todas las fuerzas del Estado.

Esta tesis que se impondrá seguramente en el “Congreso Refundacional” va en contracorriente a la tesis planteada por el Presidente del Partido, Jesús Ortega, que dice: Los perredistas no pretendemos restablecer al Estado como el dueño y regente de los medios de producción y de nuestros recursos naturales, debemos decirlo con claridad, no queremos una economía estatista que obstruya la libertad y la iniciativa individual o social, pero tampoco queremos una economía controlada por una minoría oligárquica que, como ahora, está asfixiando a la nación. 

8.- “El PRD postula que la consolidación de una democracia desarrollada en México pasa por alcanzar no sólo la democracia política sino también la democracia económica y social” “La transición democrática electoral fraca­só”

Bajo esta lógica la consolidación de nuestra democracia será hasta el infinito. Y como nuestra transición democrática fracasó o se descarriló por el “fraude” a López Obrador, hay que continuar con la resistencia civil pacífica, creando poder popular y construyendo el bloque histórico que derrotará al presidente espurio y a la oligarquía representada por el PRI, el PAN, PVEM y PANAL e instalar un gobierno con todas las fuerzas progresistas y de izquierda.

Este discurso nos hace pensar que los dirigentes que reclaman regresar a los orígenes del PRD, en esencia están proclamando retomar las banderas originales del FDN: los postulados de la revolución mexicana, el respeto al voto, contra el partido de estado (ahora llamado Estado policiaco) y luchar por la transición a la democracia.

Este tipo de apreciaciones que son compartidas por la mayoría de la dirigencia perredista, van contracorriente de los propios logros democráticos e institucionales que la izquierda y otras fuerzas políticas lograron para el país. Pero también refleja otra cosa, la firme convicción de que mientras la izquierda no esté en el gobierno de la república no hay avances. La concepción de una izquierda predestinada a gobernar a nombre del bien y portadora de la verdad absoluta.

9.- “La principal fuente de ingresos tributarios deben ser los impuestos a la renta y no los impuestos al consumo. Con respecto al IVA o cualquier impuesto al consumo disfrazado, rechazamos tajantemente gravar medicinas y alimentos, por ser un impuesto sumamente regresivo y que afecta a quienes menos tienen”.

Sin duda, este es el principal talón de Aquiles en materia económica de la izquierda perredista y sus aliados. El PRD debiese preguntarse seriamente que es más regresivo si el aumento o la disminución del impuesto sobre la renta. Y, desde luego, preguntarse y responderse qué impuesto es más democrático, si el impuesto sobre la renta o el IVA.

Dice Adam Przeworski que la mejor teoría económica señala que el IVA es un impuesto más eficiente que los impuestos directos. Los impuestos sobre el consumo no afectan la inversión, pero los impuestos sobre los ingresos, sí. Y a la pregunta ¿Y no podría pensarse que el l\A es un impuesto regresivo, ya que tanto los mexicanos pobres como los ricos lo pagan por igual y por esa razón debiera bajar?  Przeworski señala: Este es un modo de pensar tradicional y equivocado porque la progresividad del sistema fiscal se debe analizar tomando en cuenta tanto los impuestos como los gastos. Un impuesto no se puede ver aisladamente como progresivo o regresivo. Se tiene que ver en conjunto. Hay que preguntarse más bien si el efecto neto de los gastos y los impuestos es progresivo o regresivo. En mi opinión, los impuestos deben ser analizados sobre el principio de eficiencia, y los gastos en relación con su impacto sobre la igualdad. Los impuestos hay que organizarIos de manera tal que no bajen la tasa del ahorro y del empleo, a la vez que promuevan el crecimiento. Los gastos deben servir para proteger a los más vulnerables. Y quizás en México hay que promover más inversión social, en la educación, en la salud y hasta en la alimentación.[17]

En materia de impuestos la izquierda lo planea todo al revés. Nadie duda que hay que terminar con los privilegios fiscales y contar con un mejor sistema de recaudación;  pero también hay decirlo con sus letras, el impuesto al consumo es el más democrático de todos, y también es cierto que el alza al impuesto sobre la renta inhibe el crecimiento y sangra a todos los asalariados.

El otro tabú de la izquierda se refiere al impuesto en alimentos y medicinas. Nadie en su sano juicio puede pensar que la intención de los impuestos en alimentos y medicinas es bajo la consigna de que hay que golpear más a los pobres. Al generalizar los impuestos en medicinas y alimentos, se podría terminar con algunos privilegios fiscales que hoy tienen algunas trasnacionales y consorcios que producen artículos que los hacen pasar por medicinas. Por otra parte, al aplicarse una política fiscal de este calado, el estado  estaría obligado a impulsar las políticas compensatorias correspondientes para contrarrestar sus efectos regresivos en los sectores sociales más vulnerables.


OTROS TEMAS

Sin duda, en la izquierda mexicana quien abrió una interesante discusión en pro de la creación de una izquierda socialdemócrata, y que acercó las ideas liberales a las preocupaciones sociales y al campo de las libertades públicas e individuales fue Gilberto Rincón Gallardo. Se recomienda la lectura de su último libro, en particular las Trece tesis para la integración de una agenda socialdemócrata. Es un texto de interés para entender la importancia de porque la izquierda mexicana debe transitar hacia los valores democráticos y libertarios para dejar atrás sus lastres populistas y autoritarios.[18]

Otros temas o asignaturas que obligadamente tienen que abordarse son, entre otros, los siguientes: deslindes con las dictaduras religiosas y políticas del orbe; deslinde con los grupos terroristas como la ETA, y en AL con grupos violentos que pactan, incluso, con el narcotráfico, como las FARC; derechos individuales plenos (derechos de propiedad, bodas gay, aborto, eutanasia, etc.); y legalización de las drogas.




21 de agosto de 2012



El presente ensayo es una propuesta inacabada,  con el propósito de abrir y contribuir al debate en torno a la apremiante tarea de articular una corriente liberal al seno del conjunto de las izquierdas, en pro de una nueva formación partidaria.

[1] De una Alternativa a más de lo mismo. Ignacio Pinacho.  http://ignaciopinacho.blogspot.mx/2012/02/de-una-alternativa-mas-de-lo-mismo.html


[2] La Izquierda y el Populismo. Ludolfo Paramio.  Revista Nueva Sociedad No. 205.
[3] ¿Qué hacer frente al fraude?, Paco Ignacio Taibo II. Video Original. http://www.youtube.com/watch?v=bJ2iQFAelCc

[4] El pensamiento liberal en la actualidad. Pág. 17 PDF. http://www.letraslibres.com/revista/convivio/el-pensamiento-liberal-en-la-actualidad  En el momento histórico en el que surge el liberalismo, el enemigo de los liberales es el Estado, porque es el que concentra el poder absoluto y arbitrario y es el que impide el florecimiento de esa clase emergente que es la burguesía industrial. Pero cuando esa burguesía industrial se hace fuerte y se convierte en un poder durante el siglo XIX, hay liberales como John Stuart Mill que se dan cuenta de que la amenaza a la libertad –que yo creo que debe ser siempre la preocupación del liberal– va cambiando con el tiempo. Las amenazas a la libertad no son siempre las mismas. Y la amenaza que en otra época suponía el Estado –ese Estado teocrático, ese Estado absoluto, despótico– ya se ha conseguido rectificar de alguna manera, y sin embargo hay un poder económico pujante que tiene en sus manos esa concentración de poder que repugna al liberal.

[5] Octavio Paz y la izquierda. Enrique Krauze. Periódico Reforma. 6 de mayo de 2007.

[6] Las dos izquierdas.  Teodoro Petkoff.  http://www.nuso.org/upload/articulos/3263_1.pdf

[7] Las causas de la crisis en el PRD. Jesús Ortega Martínez. Excélsior, 10/IV/2008. En el contexto de la campaña interna por la presidencia del PRD, Jesús Ortega expone que la causa fundamental de la crisis del PRD son las profundas diferencias existentes entre los principales dirigentes, sobre el tipo de organización que debe ser nuestro partido, sobre su estrategia y sobre el tipo de izquierda que el país necesita.  http://mx.groups.yahoo.com/group/somee/message/5023

[9]¿Es posible la refundación del PRD? Ignacio Pinacho.  http://ignaciopinacho.blogspot.mx/2012/01/es-posible-la-refundacion-del-prd.html

[10] Por cierto, el único gran debate que ha tenido el PRD con dimensiones estratégicas fue el que se suscitó entre Cuahtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo en el III Congreso que se llevó a cabo en Oaxtepec en el año 1994. Fuera de ese Congreso el perredismo ha estado marcado más por sus escándalos que por un debate de ideas y propuestas.

[11] Travesía Liberal. Krauze Enrique. TusQuets Editores. Pág. 63.

[12] Derecha e Izquierda. Razones y significados de una distinción política. Norberto Bobbio. 
http://bibliocomunidad.com/web/libros/Bobbio,%20Norberto%20-%20Derecha%20e%20Izquierda.pdf

[14] ¿Es Posible la Refundación del PRD? Ignacio Pinacho. 30 de noviembre de 2009. http://ignaciopinacho.blogspot.mx/2012/01/es-posible-la-refundacion-del-prd.html

[15] Pueden comprobar la política internacional antiestadunidense de nuestras izquierdas al revisar la relatoría de la mesa No. 8 de la cumbre de las izquierdas que se llevó a cabo recientemente en Acapulco, Gro. http://www.prd.org.mx/portal/

[16] Para reformar Pemex. Carlos Elizondo Mayer-Sierra. http://www.letraslibres.com/revista/convivio/para-reformar-pemex

[17] Reconstruir el Estado. Una entrevista a Adam Przeworski. http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2100718

[18] Entre el pasado definitivo y el futuro posible. Gilberto Rincón Gallardo. Fondo de Cultura Económica 2008.

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