UNA IZQUIERDA LIBERAL PARA UN MÉXICO MODERNO
Ignacio
Pinacho
El liberalismo no es una
ideología. No tiene ese carácter cerrado de religión, dogmático, que tienen las
ideologías. (Mario
Vargas Llosa)
Varios han sido los esfuerzos por construir una opción diferente a la
que representa el PRD y sus aliados dentro del espectro de la izquierda; con
más o menos semejantes planteamientos el Partido Democracia Social, Fuerza
Ciudadana, México Posible y el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina
con su versión PSD terminaron por ser proyectos frustrados.
Las causas
pueden ser diversas y con énfasis distintos, pero todas las experiencias
coinciden en algo medular: han carecido de una visión de largo plazo, tanto en
su proceso de construcción como en su propuesta programática; prevaleciendo a su interior el sectarismo, la violación de pactos
establecidos y de compromisos políticos, la corrupción, los lugares comunes y
ausencia de autocrítica.
En el año 2015 se abre una nueva oportunidad, que inicia con la
presentación ante el IFE de la solicitud correspondiente por parte de todas
aquellas agrupaciones o grupos de ciudadanos que quieran avanzar en la
construcción de nuevas formaciones partidarias. Hasta donde se sabe son varios grupos
y entes políticos interesados en apostarle a una nueva propuesta política.
Me parece que la causa principal que explica el interés de crear nuevas
formaciones políticas se debe a que diversos grupos o actores políticos han sido
desplazados de los tres principales partidos; legítimamente buscan que sus
intereses estén representados en el poder público e incidir en la toma de
decisiones. Empero, sigo sin observar líneas discursivas que vayan más allá del
tradicional conservadurismo de izquierda que esencialmente representan los
grupos dominantes al interior del ahora llamado Frente Amplio de Izquierda y
del Movimiento de Regeneración Nacional.
Otros más, que aspiramos a una organización política distinta pensamos
en no repetir las experiencias frustradas, pero además asumir el reto con mayor
responsabilidad, profesionalismo y visión de largo aliento; que se alimente de
nuevas ideas, de nuevas generaciones y
que sea realmente competitiva. Ciertas experiencias internacionales nos indican
que es viable y posible.
Para alcanzar dicho propósito dos son los retos iniciales que hay que
cubrir. El primero, tener la capacidad de celebrar asambleas en por lo menos veinte entidades federativas o en
doscientos distritos electorales, que en ningún caso podrá ser menor a tres mil
o trescientos ciudadanos, respectivamente. El segundo, convencer a determinados
sectores de la sociedad que efectivamente la propuesta es distinta, novedosa y
atractiva; y transitar un obligado proceso de cultura democrática que
contrarreste la pesada losa del desprestigio de los partidos y del quehacer
político.
En esta ocasión quiero
referirme al perfil discursivo, de carácter liberal, desde una perspectiva de
izquierda, así como a ciertos contenidos programáticos de una opción que, desde
mi punto de vista, no está presente en el actual sistema de partidos y que bien
puede ser del interés de ciertos sectores políticos, culturales y económicos
del país. No es tarea sencilla. Por ello, se requiere abrir los espacios para
el intercambio de opiniones y el debate.
En este intercambio es
imprescindible tener presente una clara sentencia y recomendación de Ludoldo
Paramio: Para poder competir con el
populismo hace falta una izquierda con historia pero también con ideas
nuevas, y para lograr esto último puede ser necesario un relevo generacional
entre los dirigentes… cuanto más minoritaria y fragmentada es la izquierda
mayor es la tendencia al conservadurismo o al oportunismo entre los
grupos dirigentes.
¿QUÉ IZQUIERDA?
Esta pregunta ha tenido
múltiples respuestas a lo largo de los años, pero que han terminado siendo más
adjetivos que sustantivos: izquierda democrática, izquierda revolucionaria,
izquierda socialdemócrata, izquierda verde, izquierda progresista, etc. Incluso, para muchos hoy la izquierda es un
estado emocional de rebeldía en contra de
los poderes mediáticos, y quien no se sume a dicho estado es un conformista y
en automático deja de ser de izquierda. Dicho de otra forma, quienes no se incorporen
a la lucha contra la imposición terminan siendo unos viles traidores.
Ahora bien, lo
importante es abrir una beta para el debate y que de ello resulte realmente algo
sustantivo y que el adjetivo sea consecuencia de, sin que ello signifique que
el adjetivo sea nombre o apellido obligado de la nueva formación partidaria. Me
inclino por lo que dice Savater: dejar de tener visiones unilaterales, visiones
encerradas en ropajes decimonónicos y buscar fórmulas nuevas, quizá con unos
rótulos no tan sonoros.
Ese rotulo
bien puede ser un formula muy sencilla, pero que recoja y asuma lo que nuestras
izquierdas y derechas han sido incapaces de abrazar: el liberalismo. El
liberalismo que no es de pertenencia de ninguna corriente política, aunque
erróneamente algunos lo encasillan en las corrientes tradicionalmente
identificadas con la derecha y al modelo económico que sustituyó al estado
populista que hizo crisis en 1982.
Como lo
señala acertadamente la escritora, periodista y destacada
legisladora española de la Unión Progreso y Democracia, Irene
Lozano: El
liberalismo clásico surge preocupado con el valor fundamental de la libertad,
de la propiedad privada y de la tolerancia …, pero a medida que va
evolucionando, el liberalismo se da cuenta de que si se olvida del factor
social está otorgando más libertad a quienes tienen grandes propiedades frente
a quienes no las tienen … Por eso surge en el seno del liberalismo, que
efectivamente es plural y variado, la preocupación social. Y se da ese giro del
liberalismo hacia lo social con la preocupación también por intervenir en la
distribución de la riqueza para contribuir a aumentar la libertad, porque no es
igual la libertad de quien tiene poder que la de quien no lo tiene.
El fugaz
acercamiento que la izquierda mexicana ha tenido en su historia reciente con el
liberalismo fue cuando se decidió, por la vía legal y parlamentaria, luchar
contra el autoritarismo del llamado partido de estado que representaba el PRI. Pero
inmediatamente devino en neozapatismo,
el nuevo despertar del desvarío revolucionario, como diría Krauze. Y
posteriormente después de abandonar al cardenismo
termina por abrazar al lópez-obradorismo,
que se reivindica liberal sin serlo. Para rematar, la agenda de los nuevos
legisladores del PRD de la LXII legislatura reproduce los lugares comunes, y el
rechazo a cualquier intento de reformas liberales que se traduzcan en mayor
competitividad y productividad para la economía nacional.
A nivel
mundial, en el ámbito académico y político el encuentro de la izquierda con el liberalismo
se remonta al siglo XIX, particularmente con el surgimiento de la
socialdemocracia; y en el siglo XX con la crítica al viejo régimen autoritario
del llamado socialismo real. En América Latina es más reciente, a partir del
derribo de las viejas dictaduras militares; pero sobre todo a raíz del arribo
al poder público de las izquierdas en diversos países. Es un debate entre dos
izquierdas, como lo expresa Teodoro Petkoff: la izquierda moderna y democrática, que
metabolizó la experiencia de la lucha armada y la crisis del modelo soviético
así como las desventuras del allendismo y el sandinismo, que no se asoma al
espejo cubano; y la izquierda borbónica, conservadora y no democrática.
En el Partido de
la Revolución Democrática este debate no está presente, solo de forma aislada
algunos de sus dirigentes han pretendido impulsarlo sin mayores resultados. El
surgimiento del movimiento Demócratas de
Izquierda, aunque intenta deslindarse del conservadurismo al interior del
partido no plantea en concreto y en la práctica política algo distinto. En
suma, ninguna de las corrientes partidistas expresan planteamientos
programáticos distintos a los que contienen sus documentos básicos: anclados en
el Estado populista que hizo crisis en 1982. Su llamado “Congreso
Refundacional” que se llevó a cabo en diciembre de 2009 no dio pistas de ninguna
especie, por el contrario se presentaron formulaciones anticapitalistas y
antiimperialistas de viejo cuño.
Sus debates han estado circunscritos a sus procesos de elección interna y a las
alianzas coyunturales que han tenido con el Partido Acción Nacional.
Para
que la izquierda en nuestro país juegue un rol decisivo en el proceso de
modernización de nuestro país, obligadamente tiene que transitar del
conservadurismo al liberalismo, iniciar una TRAVESIA LIBERAL que significa en
palabras de Isaiah Berlin: tanta libertad a cambio de tanta igualdad.. Que
haga compatible al unísono las libertades y derechos individuales con la
justicia social, políticas que
tiendan a convertir en más
iguales a los desiguales. Norberto Bobbio describe a esta corriente como de centro-izquierda:
doctrinas y movimientos a
la vez igualitarios y libertarios, a los que hoy podríamos aplicar la expresión
«socialismo liberal».
Fuera
del PRD el debate respecto al necesario
encuentro entre la izquierda y el liberalismo se ha venido dando y proponiendo
primordialmente en las revistas Letras Libres y Nexos, o en el semanario etcétera y
en algunos columnistas de diversos diarios de circulación nacional, y en cierta
medida en el Instituto de Estudios para Transición Democrática. De manera
colateral o marginal algunos lo hemos venido exponiendo desde hace una década por
medio de diversos ensayos, así como a través de otros amigos de mil batallas
como el desaparecido Eduardo Valle (El Búho) y el siempre polémico pero
acertado Joel Ortega Juárez: Unas
izquierdas acordes al siglo XXI deben recuperar el pensamiento liberal para
renovarse. Rompiendo con aldeanismos.
¿CÓMO SE TRADUCE ESE
ENCUENTRO?
Por
principio, me parece que es apremiante despojarse de diversos tabús y dogmas. Recojo
aquí algunos temas que formulé en el ensayo ¿ES POSIBLE LA REFUNDACIÓN
DEL PRD?, en ocasión del llamado “Congreso Refundacional” (XII
Congreso) del PRD, y los expongo
de la siguiente manera:
1.-
“Los acuerdos de San Andrés Larrainzar son la base para la nueva
relación con los pueblos indios”
Mientras la izquierda está esperanzada a que se
cumplan dichos acuerdos, los pueblos indígenas siguen siendo excluidos del
desarrollo y de su condición de ciudadanos. La mejor forma de sacar de la
marginación a estos sectores de la población es a partir de la definición de
políticas públicas y acuerdos pactados, de ya y desde los Congresos, para
enfrentar la pobreza y la marginación social. Políticas de Estado que deben
estar sustentadas a “partir del principio jurídico fundamental de la igualdad
de todos los mexicanos ante la ley y los órganos jurisdiccionales, y no
creación de fueros especiales en privilegio de persona alguna, respetando el
principio de que la Nación Mexicana tiene una composición pluricultural”.
Y en el aspecto político, avanzar en el
desmantelamiento del cacicazgo indígena que bajo el manto del respeto a los
usos y costumbres mantienen el control corporativo sobre la población y les
niegan derechos cívicos e individuales a las mujeres. Hay que empezar esa
batalla en el estado de Oaxaca, donde la opresión hacia la mujer, las prácticas
caciquiles y el autoritarismo son el pan de cada día en la mayoría de los municipios
del estado.
2.- “Integración económica continental con base en la
unidad latinoamericana”
Mientras la izquierda mexicana sigue esperanzada a que
alcancemos una integración continental con Latinoamérica, la población, la
economía y el comercio mexicanos están cada vez más integrados a los Estados
Unidos de Norteamérica. El antiamericanismo que padece nuestra izquierda es el
talón de Aquiles que la enclaustra en un nacionalismo ramplón. Es tiempo de
plantearse seriamente una integración multidimensional con el Continente de
Norteamérica, sin dejar de ser activo impulsor del multilateralismo en nuestra
política exterior.
Y como dicen acertadamente Jorge G. Castañeda y Héctor
Aguilar Camín, es “indispensable iniciar un debate sobre lo que podríamos
resumir bajo la odiosa pero útil formulación del código postal. A cuál queremos
pertenecer: al universo de Zelaya y su sombrero, de Chávez y su boina, de Raúl
y su senectud, de Brasil que no nos quiere en el vecindario, o al de América
del Norte. En realidad, no hay mucho margen para decidir. México tiene su
corazón en América Latina, pero tiene su cartera, su cabeza y la undécima parte
de su población en América del Norte. La afinidad latinoamericana es del
corazón, de la cultura y del idioma, no de los intereses económicos ni de la
densidad humana de la relación.”
3.- “Defender con éxito el patrimonio nacional que
representa la industria energética, petróleo, gas natural y electricidad,
conservar a Pemex, CFE y a Luz y Fuerza del Centro como pilares de la soberanía
nacional”
Ahora resulta que “nuestros” monopolios estatales nos
han hecho más independientes y soberanos, cuando que ha sido todo lo contrario.
Si en algún lugar existen prácticas y un diseño institucional del viejo régimen
autoritario y patrimonialista es precisamente en los monopolios estatales. Como
dice Carlos Elizondo Mayer-Sierra el fondo de la discusión no debe ser la
constitucionalidad de una u otra propuesta de reforma. El fondo es una decisión
política, soberana, sobre qué hacer con el más estratégico de los recursos… La
Constitución es una decisión nuestra. No es producto de un acto divino…Tan no
lo es que la hemos reformado, entre 1921 y 2008, 473 veces. Solamente el texto
del artículo 27 lo hemos modificado ya en 16 ocasiones.
De acuerdo a las experiencias internacionales, los
estados soberanos promueven la apertura del capital privado, la controlan o la
acotan dependiendo de las condiciones. Aquí nuestra izquierda idolatra a los
monopolios estatales, como preceptos bíblicos y sagrados. Es tiempo de que el
Estado Mexicano defina cual o cuales deben ser los sectores estratégicos que
pueden ser decisivos desde el punto de vista científico, técnico, de
productividad y sustentabilidad, que permitan colocar al país, en el mediano
plazo, como potencia industrial y tecnológica.
4.- “Las derechas gobernantes
intentarán una escalada de mayor represión contra las organizaciones sociales
políticas democráticas y progresistas, con el fin de desarticular las bases
ciudadanas de las izquierdas”
Como en los años 60s y 70s
de la llamada guerra sucia del siglo pasado, nuestra izquierda actual se siente
redentora, perseguida y reprimida, padeciendo el síndrome del delirio de
persecución, debido quizás a que se “define primeramente como una escuela
del noble oficio de la política, en la discusión y formulación del proyecto
nacional orientado a la construcción de un nuevo tipo de sociedad diferente y
superior a la actual… que desarrolla una crítica del capitalismo en la
perspectiva de lograr una nueva sociedad igualitaria y libertaria que supere
dicho sistema de explotación, dominación y opresión". Esta Paranoia que padece un amplio sector de la
izquierda se sustenta, quizás, en la caracterización que hacen del estado
mexicano, represor y policiaco.
5.- “El PRD debe vincular los procesos electorales
con las luchas y movimientos populares, sociales y sindicales y las demandas
del pueblo en todo el territorio nacional, con la defensa de las demandas
justas de la ciudadanía y lograr su preferencia al programa de la izquierda a
fin de impulsar la transformación del sistema político, económico y social
vigente, constituyendo el poder popular como opción política desde abajo.”
Se confirma la tesis de partido-movimiento, impulsando
el poder paralelo (semejante al poder popular que reivindica la APPO) y la
llamada democracia participativa en oposición a la democracia representativa.
La izquierda no puede ver otra forma de participación ciudadana y popular si no
es encabezándolas. El PRD no se da cuenta que con ello lo único que está
posponiendo es la construcción de un partido plenamente estructurado por
sección, distrito electoral y municipio, pero además está dejando de construir
un partido institucional, sólido y democrático.
La inmensa mayoría de dirigentes locales y nacionales
prefieren realizar sus actividades en las llamadas luchas sociales (que
resultan ser organizaciones para la gestión, con prácticas corporativas), al
considerar que la del partido solo es una actividad burocrática. Además, ellos
bien saben que es más redituable hacer labor de gestión para asegurar
clientelas a la hora de las votaciones internas. Este círculo vicioso, para
muchos virtuoso, no fue resuelto por el proyecto de estatutos que discutirá
(discutió) su “Congreso Refundacional”.
6.- “El PRD rechaza la intervención de los organismos
financieros internacionales que en alianza con la oligarquía nacional imponen
políticas excluyentes en perjuicio de la población, ya que atentan contra la
vigencia de un Estado social y democrático de derecho y la soberanía nacional”
La verdad no peca pero incomoda reza el refrán
popular, pero la realidad es que una de las recomendaciones medulares del
llamado Consenso de Washington tenía que ver con la necesidad de la estabilidad
macroeconómica y monetaria. Y este precepto es usual y de sentido común
que practican la mayoría de los gobiernos a nivel mundial, más allá de que en
el caso mexicano se aplicaron recetas de forma dogmática y autoritaria, sin
transparencia y sin la participación decidida del congreso mexicano.
La izquierda mexicana sigue siendo reaccionaria cuando se trata de
propuestas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, que por
cierto ya no son las mismas que planteaban en la época dorada del llamado neoliberalismo.
7.- “Como alternativa al capitalismo neoliberal el PRD
asume la necesidad de la intervención directa del Estado en la economía en las
áreas estratégicas de alimentación, producción de energías limpias,
telecomunicaciones, procesos de alta tecnología, caminos y puentes, medios de
comunicación, sistemas financieros, proyectos de infraestructura nacional y
regional”
Si a este párrafo le quitáramos las siglas del PRD
pareciera que fuera una tesis redactada por Hugo Chávez. La conclusión que
desprenden de la actual crisis es simplista y anclada en el pasado: de la
apuesta total a las libres fuerzas del mercado, ahora hay que apostarle a todas
las fuerzas del Estado.
Esta tesis que se impondrá seguramente en el “Congreso
Refundacional” va en contracorriente a la tesis planteada por el Presidente del
Partido, Jesús Ortega, que dice: Los perredistas no pretendemos
restablecer al Estado como el dueño y regente de los medios de producción y de
nuestros recursos naturales, debemos decirlo con claridad, no queremos una
economía estatista que obstruya la libertad y la iniciativa individual o
social, pero tampoco queremos una economía controlada por una minoría
oligárquica que, como ahora, está asfixiando a la nación.
8.- “El PRD postula que la consolidación de una
democracia desarrollada en México pasa por alcanzar no sólo la democracia
política sino también la democracia económica y social” “La transición
democrática electoral fracasó”
Bajo esta lógica la consolidación de nuestra
democracia será hasta el infinito. Y como nuestra transición democrática
fracasó o se descarriló por el “fraude” a López Obrador, hay que continuar con
la resistencia civil pacífica, creando poder popular y construyendo el bloque
histórico que derrotará al presidente espurio y a la oligarquía representada
por el PRI, el PAN, PVEM y PANAL e instalar un gobierno con todas las fuerzas
progresistas y de izquierda.
Este discurso nos hace pensar que los dirigentes que
reclaman regresar a los orígenes del PRD, en esencia están proclamando retomar
las banderas originales del FDN: los postulados de la revolución mexicana, el
respeto al voto, contra el partido de estado (ahora llamado Estado policiaco) y
luchar por la transición a la democracia.
Este tipo de apreciaciones que son compartidas por la
mayoría de la dirigencia perredista, van contracorriente de los propios logros
democráticos e institucionales que la izquierda y otras fuerzas políticas
lograron para el país. Pero también refleja otra cosa, la firme convicción de
que mientras la izquierda no esté en el gobierno de la república no hay
avances. La concepción de una izquierda predestinada a gobernar a nombre del
bien y portadora de la verdad absoluta.
9.- “La principal fuente de ingresos tributarios deben
ser los impuestos a la renta y no los impuestos al consumo. Con respecto al IVA
o cualquier impuesto al consumo disfrazado, rechazamos tajantemente gravar
medicinas y alimentos, por ser un impuesto sumamente regresivo y que afecta a
quienes menos tienen”.
Sin duda, este es el principal talón de Aquiles en
materia económica de la izquierda perredista y sus aliados. El PRD debiese
preguntarse seriamente que es más regresivo si el aumento o la disminución del
impuesto sobre la renta. Y, desde luego, preguntarse y responderse qué impuesto
es más democrático, si el impuesto sobre la renta o el IVA.
Dice Adam Przeworski que la mejor teoría
económica señala que el IVA es un impuesto más eficiente que los impuestos
directos. Los impuestos sobre el consumo no afectan la inversión, pero los
impuestos sobre los ingresos, sí. Y a la pregunta ¿Y no podría pensarse que el l\A es un impuesto regresivo, ya que tanto
los mexicanos pobres como los ricos lo pagan por igual y por esa razón debiera bajar?
Przeworski señala: Este es un modo de
pensar tradicional y equivocado porque la progresividad del sistema fiscal se
debe analizar tomando en cuenta tanto los impuestos como los gastos. Un
impuesto no se puede ver aisladamente como progresivo o regresivo. Se tiene que
ver en conjunto. Hay que preguntarse más bien si el efecto neto de los gastos y
los impuestos es progresivo o regresivo. En mi opinión, los impuestos deben ser
analizados sobre el principio de eficiencia, y los gastos en relación con su
impacto sobre la igualdad. Los impuestos hay que organizarIos de manera tal que
no bajen la tasa del ahorro y del empleo, a la vez que promuevan el
crecimiento. Los gastos deben servir para proteger a los más vulnerables. Y
quizás en México hay que promover más inversión social, en la educación, en la
salud y hasta en la alimentación.
En materia de impuestos la izquierda lo planea todo al
revés. Nadie duda que hay que terminar con los privilegios fiscales y contar
con un mejor sistema de recaudación; pero también hay decirlo con sus
letras, el impuesto al consumo es el más democrático de todos, y también es
cierto que el alza al impuesto sobre la renta inhibe el crecimiento y sangra a
todos los asalariados.
El otro tabú de la izquierda se refiere al impuesto en
alimentos y medicinas. Nadie en su sano juicio puede pensar que la intención de
los impuestos en alimentos y medicinas es bajo la consigna de que hay que
golpear más a los pobres. Al generalizar los impuestos en medicinas y
alimentos, se podría terminar con algunos privilegios fiscales que hoy tienen algunas
trasnacionales y consorcios que producen artículos que los hacen pasar por
medicinas. Por otra parte, al aplicarse una política fiscal de este calado, el estado
estaría obligado a impulsar las
políticas compensatorias correspondientes para contrarrestar sus efectos
regresivos en los sectores sociales más vulnerables.
OTROS TEMAS
Sin duda, en la izquierda
mexicana quien abrió una interesante discusión en pro de la creación de una
izquierda socialdemócrata, y que acercó las ideas liberales a las
preocupaciones sociales y al campo de las libertades públicas e individuales
fue Gilberto Rincón Gallardo. Se recomienda la lectura de su último libro, en
particular las Trece tesis para la integración de una agenda socialdemócrata.
Es un texto de interés para entender la importancia de porque la izquierda
mexicana debe transitar hacia los valores democráticos y libertarios para dejar
atrás sus lastres populistas y autoritarios.
Otros temas o asignaturas que obligadamente tienen que
abordarse son, entre otros, los siguientes: deslindes con las dictaduras
religiosas y políticas del orbe; deslinde con los grupos terroristas como la
ETA, y en AL con grupos violentos que pactan, incluso, con el narcotráfico,
como las FARC; derechos individuales plenos (derechos de propiedad, bodas gay,
aborto, eutanasia, etc.); y legalización de las drogas.
21 de agosto de 2012
La Izquierda
y el Populismo. Ludolfo Paramio. Revista
Nueva Sociedad No. 205.
El pensamiento liberal en la
actualidad. Pág. 17 PDF. http://www.letraslibres.com/revista/convivio/el-pensamiento-liberal-en-la-actualidad
En el momento histórico en el que surge el
liberalismo, el enemigo de los liberales es el Estado, porque es el que
concentra el poder absoluto y arbitrario y es el que impide el florecimiento de
esa clase emergente que es la burguesía industrial. Pero cuando esa burguesía industrial
se hace fuerte y se convierte en un poder durante el siglo XIX, hay liberales
como John Stuart Mill que se dan cuenta de que la amenaza a la libertad –que yo
creo que debe ser siempre la preocupación del liberal– va cambiando con el
tiempo. Las amenazas a la libertad no son siempre las mismas. Y la amenaza que
en otra época suponía el Estado –ese Estado teocrático, ese Estado absoluto,
despótico– ya se ha conseguido rectificar de alguna manera, y sin embargo hay
un poder económico pujante que tiene en sus manos esa concentración de poder
que repugna al liberal.
Octavio Paz y la izquierda.
Enrique Krauze. Periódico Reforma. 6 de mayo de 2007.
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Las causas de la crisis en el PRD. Jesús Ortega
Martínez. Excélsior, 10/IV/2008. En el contexto de la campaña interna
por la presidencia del PRD, Jesús Ortega expone que la causa fundamental de la
crisis del PRD son las profundas diferencias existentes entre los principales
dirigentes, sobre el tipo de organización que debe ser nuestro partido, sobre
su estrategia y sobre el tipo de izquierda que el país necesita. http://mx.groups.yahoo.com/group/somee/message/5023
Por cierto, el único gran
debate que ha tenido el PRD con dimensiones estratégicas fue el que se suscitó
entre Cuahtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo en el III Congreso que se llevó
a cabo en Oaxtepec en el año 1994. Fuera de ese Congreso el perredismo ha
estado marcado más por sus escándalos que por un debate de ideas y propuestas.