Ignacio Pinacho
El
avance hegemónico de la izquierda ha sido posible por la capacidad de construir
una fuerza política basada en partidos altamente politizados, ideologizados y
con un culto sagrado a la unidad y al respeto de la identidad de cada uno de
los ocho partidos que componen el Frente Amplio. Confluencia de partidos
articulados por la unidad de acción a partir de un programa común, adoptado por
mayorías internas muy exigentes, que expresa un alto grado de consenso. (Roberto Conde. Fundador del Frente Amplio
de Uruguay)
Por el alto grado de heterogeneidad -más por métodos, por
cuestiones de táctica política y simbolismos que por contenidos programáticos- en
distintos referentes de la izquierda mexicana se ha venido planteando la
posibilidad de construir un Partido-Frente que aglutine a sus muy disímbolas
expresiones.
Sin embargo, no es tarea sencilla, sobre todo
porque algunos agrupamientos prefieren
seguir manteniéndose como tal, sin poner en riesgo sus actuales prerrogativas o
su capacidad de negociación que han alcanzado como resultado de los últimos
procesos electorales, como el caso del PT y Movimiento Ciudadano.
Y si a ello le agregamos la conversión del Movimiento
de Regeneración Nacional (Morena) en partido político, con sus propios
esfuerzos o través del MC, la viabilidad de semejante proyecto se vuelve
prácticamente imposible. En todo caso es en el Partido de la Revolución
Democrática donde debiera debatirse seriamente dicha propuesta, si realmente
pretenden refundar su pacto constitutivo.
Por otra parte, los agrupamientos que desean construir
y buscar el registro de un nuevo partido político -dentro del espectro de una
izquierda moderada- para competir en las elecciones de 2015, también debiesen
de apostarle a una idea de tal envergadura, sobre todo si no quieren repetir la
amarga experiencia de proyectos frustrados.
En este contexto, expongo algunas ideas acerca de la
concepción del partido-frente que, desde mi punto de vista, debiesen ser
considerados en todo intento que no quiera terminar como un simple ensayo o en
un remedo de la experiencia Uruguaya:
1.- Contar con un sistema democrático de
organización de movimientos o corrientes, que tengan la autonomía suficiente
para preservar su fuerza y sus formas específicas de organización. Se trata de
crear tantas formas de organización partidaria de conformidad a los distintos
intereses y necesidades sociales de las agrupaciones y ciudadanos. Un
partido-frente con un sistema de redes de organización lo suficientemente
amplio, representativo, plural e incluyente. Que cada fuerza política o social,
independientemente de su presencia territorial, tenga posibilidades de
participación en los órganos de representación y decisión, bajo un formula
incluyente sin llegar a la sobrerrepresentación política.
2.- Elaborar una Plataforma Común de carácter
económico, social y político, que sea del sentir generalizado de las
organizaciones y ciudadanos integrantes del partido. Todos aquellos temas que
no sean de consenso, pueden ser manejados y difundidos con toda libertad por
las organizaciones o ciudadanos que los sostengan. Las ideas y propuestas deben
de fluir sin cortapisa alguna. Únicamente serán los consensos programáticos,
los acuerdos unánimes y las reglas de convivencia (estatutos) los que unan a
los integrantes del partido.
3.- Todos los órganos de dirección del
partido serán colegiados. Se eliminan las figuras de Presidente, Vicepresidente
y Secretario General en todos los niveles de dirección. Las resoluciones que se
adopten serán por Consenso[1],
por Unanimidad[2]
y por mayoría calificada[3],
dependiendo del tema o asunto a resolver. La Asamblea General o Congreso se
integrará a través de dos vías: delegados donde se garantice la representación
de todas las expresiones y organizaciones integrantes del partido, sin
excepción alguna. Y la otra vía, a través de un proceso electivo de
proporcionalidad pura[4].
Con estas fórmulas se trata de hacer compatible un sistema de representación de
mayorías y minorías justo y equitativo. Sin olvidar que, finalmente, las
resoluciones de la Asamblea o Congreso pueden ser por Consenso, por Unanimidad
y por mayoría calificada.
4.- Adoptar un sistema de funcionamiento
horizontal que evite la toma de decisiones verticales, a través de la creación
de órganos partidarios plenarios. Esto es, asambleas o reuniones plenarias de
representantes por organización y/o regionales y de ciudadanos, que adopte
resoluciones a través del consenso, mayorías calificadas y de acuerdos
unánimes, plenamente reglamentados según el carácter y tipo decisión. Se trata
de evitar el surgimiento de las tradicionales cúpulas partidarias o de
secretariados comúnmente burocratizados. Las Comisiones Autónomas, como las de
rendición de cuentas y transparencia, así como la de garantías y disciplina
serán integradas por consenso y con el pertinente perfil profesional.
5.- El órgano encargado del manejo de los
recursos financieros que conforme a ley tiene que nombrarse, no solo debe ser
integrado por consenso sino que, su funcionamiento y obligaciones, deben estar
íntegramente correlacionado con la dirección colegiada del partido. Esto
significa, que no puede estar por encima de ningún órgano del partido y que el
ejercicio del gasto esté previamente tipificado por la dirección política
colegiada correspondiente, y que rinda informes mensuales de su ejercicio. La
malversación de recursos debe ser causa inmediata, previas pruebas, de un
procedimiento penal.
6.- La instauración de un sistema colegiado
de dirección política nos permitirá, al mismo tiempo, despersonalizar la
representación del partido y acotar el protagonismo mediático de los dirigentes
por encima de la institución partidaria. Al mismo tiempo, se le otorgará un
protagonismo a todos las organizaciones o corrientes, dirigentes y militantes,
en la medida que todos tendrán la libertad de expresión y acción en las líneas
políticas y tareas que no son del acuerdo del conjunto. No habrá voceros, las
resoluciones serán dadas a conocer por los órganos colegiados correspondientes.
7.- La
autonomía y la libertad de acción son derechos legítimos que todas las
expresiones, movimientos o corrientes deben tener, que tengan las condiciones
necesarias para su desarrollo, crecimiento, consolidación y ampliación de su
presencia territorial. Todos tendrán autonomía y libertad de acción, sin
menoscabo de sus derechos electorales y obligaciones que les otorgará el
partido. Libertad con unidad en la acción sería la consigna. Se trata de
salvaguardar la representatividad de cada fuerza política, pero también de
salvaguardar el interés común del partido.
8.- Las características señaladas
son la base y soporte para crear un partido político inédito y sui géneris, capaz de establecer reglas de convivencia de una pluralidad política que
ha estado excluida del régimen actual de partidos. Un partido que cultive y
haga valer el valor de la tolerancia, como precepto básico y vital del
ejercicio democrático. Esta contribución, sin duda, creará las condiciones para
el surgimiento y desarrollo de una nueva cultura política.
8 de octubre de 2012
¶ En sus contenidos esenciales las presentes tesis
fueron consensadas al interior de Movimiento Libertad APL y, posteriormente, puestas
a consideración de varias Agrupaciones Políticas Locales del DF, en el segundo
semestre de 2010, en el intento por constituir un partido político local. Derecho
que no se pudo ejercer gracias a la contrarreforma en materia de partidos y APLs
que impulsó el gobierno de Marcelo Ebrard y aprobó la ALDF.
[1] La decisión
por consenso es un proceso de decisión que busca no solamente el acuerdo
de la mayoría de los participantes, sino también persigue el objetivo de
resolver o atenuar las objeciones de la minoría para alcanzar la decisión más
satisfactoria. A la vez consenso significa: a) un acuerdo general, y b) un
proceso para alcanzar dicho acuerdo. La toma de decisión por consenso trata
fundamentalmente del proceso.
[3] Por lo general, se entiende por mayoría
cualificada en los sistemas parlamentarios y, por extensión, en otros órganos
colegiados públicos y privados, que la votación sobre un asunto sometido a su
consideración requiere, para su aprobación, que se emita un porcentaje
importante de votos a su favor. Una relación habitual suele ser superior a dos
tercios de la cámara.
[4] A cada expresión o lista le
corresponderá tantos delegados de conformidad con el porcentaje de votación.